ROBIN HOOD EN EL CINE

I)- ROBIN DE LOS BOSQUES (WILLIAM KEIGHLEY Y MICHAEL CURTIZ, 1938)

Una cosa si me preocupa”, dijo Robin, “y mucho mi corazón aflige: que no puedo en un día solemne ir a misa ni a maitines”.

(“Robin Hood y el monje”, la más antigua de las baladas manuscritas /1/, hacia 1450, donde descubrimos a un Robin muy devoto de la Virgen María, versos 21-24).


1)- LEYENDA, BALADAS, LITERATURA
Pocos personajes de ficción tienen una procedencia tan diversa y heteróclita como el legendario Robin Hood, o Robín de los Bosques, o Robín de Locksley, o Robert Fitzhooth (o Fritz Ooth), conde de Hunttington según época, autores o circunstancias aunque la trama irá  siempre en la misma dirección. Sean baladas, juegos, bailes, narraciones orales, novelas, teatro, operetas, musicales o cine y presenten a Robin como siervo de la gleba o aristócrata su actitud será invariablemente la misma: defender al oprimido y marginado, atacar al opresor, al feudal tiránico, al injusto usurpador quien desea ocupar ilegalmente el trono, robar a quienes se han enriquecido fraudulentamente para dárselo a los pobres y necesitados; es alguien “que se echa al monte” que será siempre el bosque de Sherwood (condado de Nottingham) o el de Barnsdale (condado de Yorkshire) para buscar una justicia que no existe para el pueblo (relativa cercanía entre ambos bosques, hoy en día distan unos 80 km. entre si).

Prueba de la popularidad de nuestro hombre es que en la importante obra histórica publicada en París (1521), “Historia Majoris Britanniae tam Angliae quam Scotiae”, aparece Robin Hood y el Pequeño John.
Según estudiosos parece confirmarse la existencia real de Robin Hood aunque también sean muchos, situados en diversas épocas y diferente condición social del protagonista, quienes se disputen tal honor (2). Ya circulaban baladas transmitidas oralmente cuando aparece la primera referencia escrita sobre Robin Hood, “Piers Plowman” (“Pedro el labrador”), de William Langland (1377). Tiempo después el escocés Juan de Fordun, escribiendo sobre baladas y héroes, indica su preferencia sobre Robín. La biografía de Wynkyn de Worde, “La pequeña gesta de Robin Hood” (1459), -había propagado el uso de la imprenta en Inglaterra- añade el linaje noble al protagonista (Robert Frizhood, conde de Hunttington, permaneciendo en las baladas del siglo XVI  junto con la aparición, también en esta época, del personaje de Marian (en ocasiones llamada Marion y en otras Matilde), convertida en auténtica protagonista en el poema del romántico John Keats a principios del siglo XIX. Ya, a partir del s. XVI, tenemos un Robin aristocrático que toma el nombre de Robin de Locksley, Fritz Ooth o Hunttington y se sitúa sobre el año 1190 cuando el rey Ricardo Corazón de León toma parte en la III Cruzada y se dirige hacia Jerusalén. Su hermanastro, Juan sin Tierra, desea usurpar el trono de Inglaterra apoyado por los barones normandos quienes oprimen a los sajones, fieles vasallos de Ricardo. Aparte de la dicotomía ricos -pobres ahora aparece la de normandos- sajones, donde el leal sajón Robin impartirá justicia. En esta problemática es presentado nuestro hombre por Walter Scott en su novela “Ivanhoe” (1819), formando parte Robin de Locksley y su grupo de arqueros del contingente de Ivanhoe, otro noble sajón que combatió junto con Ricardo en Tierra Santa y se levanta en armas contra el usurpador Juan sin Tierra y sus aliados normandos. En las baladas del siglo XV surgen otros personajes, compañeros de nuestro héroe: Little John (Pequeño John), Will Scarlet (o Stuckly) y el fraile Tuck.
En el siglo XV, bailes y juegos acabaron por convertirse en pequeñas obras teatrales (cfr. la de Anthony Mundy y Henry Chettetica) y en 1891 se da la primera opereta americana con música de Reginald DeCoven y libreto de Harry B. Smith. Estas obras tienen bastante importancia en su influencia para las posteriores versiones cinematográficas.
El XVIII fue un siglo de recopilaciones: Thomas Percy en “Reliquias de la Antigua poesía inglesa” (1765) agrupó las más importantes baladas que gracias a la escritura no habían entrado en el limbo del olvido y la colección de cuentos seleccionados y publicados por Joseph Ritson, muy fiel a las baladas originales, dando, además, infinidad de notas eruditas que documentaron e inspiraron a los escritores románticos del siglo XIX, los cuales relevaron a los juglares del Medioevo (Walter Scott, Howard Pyle, Pierce Egan).
Pensado originalmente como libro infantil, "The Merry Adventures of Robin Hood of great renown in Nottinghamshire”, de Howard Pyle (1883), es un reciclaje de baladas y obras teatrales, donde aparecen todos los personajes, excepto Marian. Pyle además de escritor era dibujante y gran conocedor de baladas antiguas por lo cual también dibujó y adaptó el texto al público infantil pero ajustándose a la historia surgida de las baladas (sus gráficos fijaron modelo para futuras ilustraciones sobre la imagen del personaje -cfr. su indumentaria verde, sombrero triangular con pluma- de forma particular en el cine) y antes,  en 1838, se publicó en forma de folletín  en un periódico británico por parte de Pierce Egan the Younger “Robin Hood and Little John” (también titulado “The Merry men of Sherwood Forest”). En la actualidad el personaje vuelve a interesar: a la reciente película de Ridley Scott se le suma la novela “Robin Hood, el proscrito”, de Angus Donald.

2)- ROBIN HOOD Y EL CINE
Bastante pronto se interesó el naciente arte por el justiciero de Sherwood. El primer cortometraje fue “Robin Hood and his Marry Men”, de Percy Stow, producción británica 1908) así como “Robin Hood outlatew” (1912) y otro film británico prácticamente desconocido que junto a dos versiones de “Ivanhoe” (donde Robin es un personaje secundario), rodadas en 1913 forman el periplo de cine mudo junto a las versiones americanas de 1912-1913, la primera interpretada por Robert Frazer, quien también encarnará al “Rob Roy” (otro personaje creado por la fértil imaginación de Walter Scott, como Ivanhoe o Quintin Durward) en el cine mudo y el clásico silente de Allan Dwan (1922), escrito, producido e interpretado por Douglas Fairbanks, la cinta más cara hasta la época: “Robin Hood” (“Robín de los bosques”). La versión canónica, podríamos decir, es la de Warner (1938), dirigida por William Keighley y Michael Curtiz, “The Adventures of Robin Hood” (Robín de los bosques”), protagonizada por Errol Flynn y Olivia de Havilland y que constituirá, Dios mediante, la continuación y parte final de este escrito.



La famosa Keira Knightley fue la hija de Robin de los Bosques en La Princesa de Sherwood (2001) para Walt Disney que produjo en 1973 una versión animada de Robin Hood que dirigió Wolfgang Reitherman.

Haciendo un breve repaso a los films más destacados de la temática vemos en 1946 “Bandit of Sherwood forest”, no estrenada comercialmente en España, de George Sherman y Henry Levin, donde se nos narra como Robin y sus hombres liberan de sus raptores al joven rey Enrique III, constituyendo la mejor escena el duelo final entre Robin y el malvado William de Pembroke. En esta ocasión nuestro hombre (llamado aquí Robert de Hunttington) estaba interpretado por el igualmente acrobático y gran espadachín Cornel Wilde. También muy interesante “Regues of Sherwood forest”, del siempre enérgico Gordon Douglas. Aquí es el hijo del arquero de Sherwood (interpretado por John Derek) quien se pone a la cabeza de los hombres de su padre para combatir a los corruptos recaudadores de impuestos enviados por Juan sin Tierra quien no cesa en su intento de apoderarse del trono de Inglaterra. A destacar la interpretación de Alan Hale, como Little John (Pequeño John), rol que ya había asumido en la versión muda de Allan Dawn  (1922), también en el clásico de Keighley- Curtiz (1938) y ahora en 1950, algo nunca visto en un actor. Otra versión excelente  fue “The story of Robin Hood” (Los arqueros del rey, 1952), producida por la compañía de Walt Disney, realizada por Ken Annakin en los exteriores del auténtico bosque de Sherwood e interpretada por Richard Todd (Robin), James Robertson Justice (Pequeño John), James Hayler (fray Tuck), Hubert Gregg (príncipe Juan sin Tierra), Peter Finch (sheriff de Nottingham) y Patrick Barr (rey Ricardo Corazón de León). Nuevamente Robín y los suyos se levantarán contra las injusticias del príncipe Juan sin Tierra y su acólito el sheriff de Nottingham. Destacables las escenas de comunicación en el bosque de Sherwood mediante flechas, el imprescindible concurso de habilidad entre arqueros y el duelo final de Robín con el sheriff sobre el puente levadizo mientras lo están elevando….. El mismo estudio Disney producirá en 1973 una cinta de dibujos animados a cargo de Wolfgang Reitherman, “Robin Hood”, donde todos los personajes son animales (Robin es un zorro). La inglesa “Son of Robin Hood”, de Vincent Sherman (1959) trata en realidad de la hija  del héroe que junto a su amigo Al (David Hedison) combaten al perverso duque Negro (David Farrar).

Incluso una compañía como la británica Hammer se dejó tentar por nuestro personaje para ofrecernos tres versiones (estrenadas tardíamente y mal en España) correctamente realizadas pero sin fuerza para constituirse como clásicas: “The men of Sherwood”, de Valt Guest (1954) con una brillante fotografía pero con un guión poco consistente, “Sword of the Sherwood forest”, de Terence Fisher (1960),  rodada entre sus obras maestras del fantástico, es decididamente un film menor con alguna escena de interés (el intérprete Richard Greene será nuevamente héroe justiciero en una serie para la TV inglesa de 165 episodios a media hora cada uno) y  “A Challenge for Robin Hood”, de C. M. Pennington- Richard (1967), un “divertimento” con alguna secuencia cómica con el que Hammer cerraba su trilogía sobre Robin.
Infinidad de veces aparece nuestro arquero en films italianos, en coproducciones italo-españolas y alguna cinta española, generalmente de bajo presupuesto, recuerdo especialmente, por sus extrañas características,  la italiana “Robin Hood y los piratas” de Giorgio Simonelli (1961), protagonizada por Lex Barker el cual ya había interpretado a Robin Hood en “Capitan fuoco”, de Carlo Campogalliani y la española “Robin Hood nunca muere” (1974), producida por Profilmes y rodada por Francesc Bellmunt en un intento de plasmar la lectura política del cambio intuido  en la época aunque no sea ninguna maravilla de modelo fílmico…

Quizás sea “Robin and Marian” (La gran aventura de Robín y Marián”, 1976) el mejor film de Richard Lester. Se trata un Robín Hood anciano que recuerda glorias pasadas (excelentemente interpretado por Sean Connery que será el rey Ricardo corazón de León en los minutos finales de la película de Kevin Reynolds, “Robin Hood, príncipe de los ladrones”). El film de Kevin Reynolds (1991), protagonizado por Kevin Costner es un trabajo irregular con subidas y bajadas de ritmo, excelentes escenas pero con redundante adocenamiento a técnicas y estilos fílmicos que desde hacía años se estaban imponiendo (cfr.: la cámara es la punta de la flecha que se hunde en la diana). Cine del exceso, de la búsqueda de la espectacularidad como fin y de los efectos gratuitos que ha acabado por desbordar la industria fílmica actual y ahuyentar a muchos espectadores de las salas de proyección
Ha de citarse, aunque no lleve el nombre de Robin, una de las versiones más conseguidas y apasionantes: “The flame and the arrow” (“El halcón y la flecha”, 1950), dirigida por Jacques Tourneur y protagonizada por Burt Lancaster y Virginia Mayo. Cambiamos el nombre de Robín por Dardo, Inglaterra por Italia, normandos por austríacos, sajones por lombardos, sir Guy de Gisbourne por Ulrich de Hesse y ya tenemos planteado este magnífico film de aventuras. Mezcla de Robin Hood y Guillermo Tell, este Dardo deberá rescatar a su hijo Rudi de manos austriacas y dirigir la lucha contra el invasor germano.

La otra cinta de principios de los 90, “Robin Hood el magnífico”, de John Irvin (1991) fue distribuida en USA, en un principio, por TV (18 millones de dólares de presupuesto ante los 58 que costó la de Reynolds).  Protagonizada por Patrick Bergin es una elaboración discreta con un argumento y guión muy ajustados a los clásicos anteriores. Ambas versiones pretenden ser más realistas (intento,  por otra parte, muy de moda), se busca una Edad Media más de acuerdo con la realidad: barro, suciedad, tempestades, rudeza, violencia…elementos muy alejados de la concepción clásica hollywoodiense; ya hemos perdido el famoso vestido verde y el sombrero con la pluma, con ello se pierde parte del encanto (como en aquella película donde desaparecen la gabardina a cuadros y sombrero a dos alas, la pipa y la lupa de Sherlock Holmes o se omite la vestimenta negra con capa negra doblada en rojo del conde Drácula; todo ello tiene un significado y no es por mala gestión de realizadores y su respectivo equipo pero la verdad es que no hubo respuesta positiva en taquilla). Seguramente sigue la misma línea la última versión, la de Ridley Scott (realizador interesante en el campo de la Ciencia- Ficción con logros como “Alien” y “Blade Runner”), protagonizada por Russell Crowe, “Robin Hood” (2010). No la he visto aún, lo haré cuando salga en formato DVD. El entusiasmo que despertaba antes en mí el cine se ha diluido bastante (como en muchos otros aficionados)  en la actualidad.
Hemos visto someramente los orígenes del mito y su filmografía. En la próxima entrega, Dios mediante, recordaremos el clásico de Keighley- Curtiz en la fusión Robin Hood- Errol Flynn.

Narcís Ribot i Trafí

1)- LAS BALADAS DE ROBIN HOOD (Akal libros, 2009), edición a cargo de J. Valdés Miyares, primera recopilación de todas las baladas de Robin Hood en España. El exhaustivo prólogo es muy interesante.
2)- La revista CLIO (nº 103) analiza las nuevas hipótesis sobre el verdadero Robin Hood. Se especula, además, si fue un templario.