LA NAO CAPITANA (1947)


La nao capitana. Año: 1947. País: España. Dirección: Florián Rey. Intérpretes: Paola Barbara (Doña Estrella), Manuel Luna (El Fugitivo), José Nieto (Capitán Diego Ruiz), Raquel Rodrigo (Doña Leonor), Jorge Mistral (Martín Villalba), Rafael Calvo (Fray Gutiérrez), Dolores Valcárcel (Doña Trinidad), Fernando Fernández de Córdoba (Fray José), Jesús Tordesillas (Don Antonio), José María Lado (Maestre Barrios), Manuel Dicenta (Martín López "Estudiante"), Nicolás D. Perchicot, José Jaspe, Manuel Requena (Profesor de esgrima), Nati Mistral (Cantante en el paso del Ecuador), José Prada, Fernando Aguirre, Santiago Rivero, Juan Catalá, Casimiro Hurtado, Pablo Álvarez Rubio, Francisco Cejuela, Mariano Alcón, Eduardo Fajardo (Soldado), Conrado San Martín (Soldado). Guión: Manuel Tamayo, basado en la novela de Ricardo Baroja. Música: Conrado del Campo, Guadalupe Martínez del Castillo. Fotografía: Manuel Berenguer. Operador: Joan Mariné. Duración: 90 min. | Aventuras | Melodrama

Lo malo de hablar de ciertas películas es que las debemos comparar con lo que hubieran sido en otras circunstancias, pero lamentablemente nos debemos ceñir a lo que son por desgracia. El tema de La nao capitana habría dado para un peliculón de campanillas, pero desgraciadamente no es así. La censura franquista por un lado, la censura económica por otro. Se trata de una producción a la que le falta el dinero para convertirse en un producto sólido. Si la película se puede ver e incluso se disfruta es gracias al oficio de un auténtico profesional como Florián Rey que lidia sin pestañear con todos los inconvenientes que se le presentan. La falta de dinero y de tiempo es evidente.
Casi toda la película se construye a base de elipsis, haciendo suponer lo que es más obvio porque no se puede rodar una película en altamar con los medios de aquella época. La famosa nao capitana está construido en estudios donde los esforzados técnicos realizan una labor titánica para no naufragar en el intento y no lo digo en sentido metafórico porque cuando se emprende una empresa de tales características sin los medios adecuados se corre el peligro de fracasar estrepitosamente. Afortunadamente eso no ocurre, pero tampoco se consigue un sonado triunfo precisamente por la falta de medios y la falta de algo mucho más imprescindible, la libertad.
La censura de la época provoca que los actores nos metan discursos patrióticos absurdos y fuera de lugar. Quedan algunas veladas alusiones: “Nuestra madre patria más que madre es madrastra” dicen quienes se ven obligados a dejarlo todo atrás para iniciar un viaje en pos de un futuro mejor. Incluso se ven personas ya entradas en la Tercera Edad que muy poco futuro van a tener, viajan huyendo del hambre que la censura no permite nos sea mostrada.
Después nos encontramos con escenas sorprendentes, todo un coro de danzas folclóricas, que no sabemos de dónde sale porque no suben tantos pasajeros a bordo y es inverosímil que quepan en la famosa nao del título. Incluso aparece de la nada una colla sardanística ¿de dónde habrá salido pues subieron cuatro gatos “y el xiquet” en el puerto de Sevilla? Acto seguido aparece una batalla naval contra un barco pirata felón y traicionero, acompañado de una insurrección a bordo por parte de los traidores oficiales del cine español. Manuel de Luna era, por cierto, un villano excelente. No hemos reconocido a Pablo Álvarez Rubio, que durante la República fue protagonista, y que durante la dictadura sus papeles se quedaron reducidos a la mínima expresión. Fue el Renfield del Drácula hispano de George Melford y protagonista de la polémica Carne de fieras de Armand Guerra.
En el reparto nos encontramos a Raquel Rodriguez, protagonista de La Verbena de la Paloma, versión Benito Perojo, rodada durante la República, y que por razones misteriosas no la dejan cantar en el número musical que la película incluye apareciendo, otra vez de la nada, la afamada Nati Mistral. Además nos encontramos a Manuel Dicenta, desgraciadamente ya olvidado, pero que fue un excelente rapsoda y uno de los grandes actores de nuestros escenarios. Su carrera en cine desmereció mucho de la teatral. Otro misterio.
Un estilo discursivo en algunas escenas irritan pero dadas las circunstancias se comprende. En España, en el cine español, no se hace lo que se quiere sino lo que te dejan hacer que es algo muy distinto.

Salvador Sáinz


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