LA PRINCESA DE EBOLI (2010)

En esta miniserie de dos episodios, La princesa de Éboli, conocemos un retrato del reinado de Felipe II. Ana de Mendoza, la princesa de Éboli, presunta amante del rey, tiene relaciones con Antonio Pérez, implicado en el asesinato de Juan de Escobedo, secretario del monarca.
Eran tiempos en que España era el país más poderoso del planeta, la primera potencia mundial, pero en el siglo XVI estábamos lejos de ser un país prospero. Todas las riquezas se las repartían unas minorías, la nobleza,    autores de una política imperialista que nos llevó a guerrear contra muchas naciones.
Antonio Pérez fue autor de la llamada leyenda negra, presentando la corte de Felipe II como vil y siniestra, imagen fomentada por los imperios rivales como el inglés. En la película Elizabeth: la edad de oro (2007) del director hindú Shekhar Kapur, un extraño canto al Imperio Británico, se presenta al monarca español como un ser grotesco y extravagante lo que no se ciñe a la realidad. ¿Fue un buen monarca? Pues claro que no. Su corte fue negativa como la de los Tudor cuyos excesos nos han sido contados en numerosas ocasiones pero las de nuestros monarcas siempre han sido silenciadas.
Un cosa es ser un déspota, un tirano, y otra un bufón. El retrato del film de Kapur no es válido, sí el de la presente miniserie. El guión de María Jaén cuenta detenidamente el misterioso asesinato de Escobedo y la brutalidad del santo Oficio español cuya mala fama se la ganó con creces.
Belen Rueda está perfecta en su personaje, así como Nathalie Poza como la pintora Sofonisba Anguissola, un personaje que se merece una película para ella sola. El retrato de Antonio Pérez es blando. Fue un mercenario que sirvió los intereses de las cortes inglesas nada más. Eduard Fernández compone un Felipe II misterioso y taciturno cuya dinastía estaba condenada a la extinción.

Salvador Sáinz