LA MUJER INFIEL (1969)

Claude Chabrol (París, 24 de junio de 1930 - París, 12 de septiembre de 2010)1 fue un director de cine francés. Fue junto a Jean-Luc Godard y Jacques Rivette el último superviviente de la Nouvelle Vague, demostrando que más que un movimiento de grupo, la Nouvelle Vague fue un movimiento de individuos que coincidieron a la vez en el espacio y en el tiempo en la redacción de Les Cahiers du Cinéma, bajo la batuta de André Bazin.


LA MUJER INFIEL. Título original: La femme infidèle. Año: 1969. País: Francia. Dirección: Claude Chabrol. Actores: Stéphane Audran, Michel Bouquet, Maurice Ronet, Michel Duchaussoy, Guy Marly, Dominique Zardi, Serge Bento, Louise Chevalier, Louise Rioton. Guión: Claude Chabrol. Música: Pierre Jansen. Fotografía: Jean Rabier. Productora: Coproducción Francia-Italia; Les Films de la Boétie / Cinegai S.p.A. Duración: 97 minutos. Intriga | Policíaco. Crimen

Claude Chabrol tuvo varias etapas en su vida. La primera fue la famosa Nouvelle Vague, la posterior se convirtió en un cine que accedió a todos los mercados lo que provocó la indignación de sus antiguos compañeros y críticos. Es como si rodar cine que gustara al público, que es quien mantiene el cine pagando las entradas,  fuera un delito. Esta mentalidad traspasó fronteras, llegó a España con sus nefastas consecuencias.
Pero como bien decía el propio Chabrol “no hay ninguna Nouvelle Vague, hay el mar”. Sin embargo el famoso director no rodó en absoluto películas, digamos alienantes, ni siquiera impersonales. Todas llevan su sello, su personalidad. En este caso nos encontramos ante una disección de la burguesía francesa que en apariencia lleva una vida, procurando dar una imagen de estabilidad y orden, pero que esconde en su interior miserias.
En esta etapa, compuesta por filmes noirs, con su musa Stéphane Audran de protagonista, nos encontramos La mujer infiel. Retrato de un matrimonio de orden de aburrida existencia.
Resulta curiosa su existencia. Un domicilio bien acomodado pero que ven la televisión en un receptor minúsculo. El marido tiene un despacho elegante con una secretaria minifaldera que realiza mohines edulcorados como si hubiera salido de un spot televisivo.
Aquella aparente calma, aquel aparente bienestar resulta ser completamente falso. Tal como su título indica la mujer es infiel, tiene un amante, y el marido obrará en consecuencia con su estrecha forma de pensar. El final, que no voy a desvelar, es abierto y puede interpretarse de diferentes maneras.
El estilo es refinado, lento, con la típica elegancia francesa. Chabrol nos muestra un mundo vacío, que no tiene nada en su interior. Un matrimonio burgués con hijo maleducado y grosero. Todo es aparente, nada es real. Un mundo de gente inútil.
La secuencia en que el marido se deshace del cadáver, el crimen mismo es sórdida. Chabrol recurre a la sutileza. La mirada preocupada de la esposa, sus ojos llorosos, demuestran que algo no funciona. Ante el marido finge una normalidad que no existe, pero su rostro denota tristeza y contradicciones en su estado de ánimo.
Un filme que mucha gente adora, otros detestan por su lentitud y su naturalismo galo, pero que tiene un sello personal de un autor fascinante en una de sus mejores épocas.

Salvador Sáinz