LA TRAVESÍA DE PARIS (1956)


LA TRAVESÍA DE PARIS. Título original: La traversée de Paris. Año 1956. País Francia. Director: Claude Autant-Lara. Intérpretes: Jean Gabin (Grandgil), Bourvil (Marcel Martin), Louis de Funès (Jambier, l'épicier), Jeannette Batti (Mariette Martin), Georgette Anys (Lucienne Couronne, la patronne du cafe Belotte), Robert Arnoux (Marchandot), Laurence Badie (La serveuse du restaurant), Myno Burney (Angèle Marchandot), Germaine Delbat (Une cliente du restaurant), Monette Dinay (Madame Jambier), ), Jean Dunot (Alfred Couronne, le patron du cafe BelotteBernard La Jarrige (Un agent de police ), Jacques Marin (Le patron du restaurant Saint Martin), Hubert de Lapparent (L'otage nerveux), Hans Verner (Le motard), Hugues Wanner (Le père de Dédé). Guión: Jean Aurenche, Pierre Bost (Historia corta: Marcel Aymé). Música: René Cloërec. Fotografía: Jacques Natteau (B&W). Productora: Coproduccuón Francia-Italia; Continental Produzione / Franco London Films. Duración: 80 minutos. Comedia, drama, años 40. Premio Festival de Venecia 1956 al mejor actor (Bourvil)

Claude Autant-Lara  (Luzarches, Val-d'Oise, 5 de agosto de 1901 – Antibes, Alpes-Maritimes, 5 de febrero de 2000) siempre fue un cineasta controvertido. En 1931 rodó en Hollywood Buster on Marie con Buster Keaton, versión francesa del decepcionante Pobre tenorio, tercer talkie del gran cómico.
Como no se adaptaba a Hollywood volvió a Francia e inició su carrera, recuerdo Silvia y el fantasma (Sylvie et le fantôme, 1945), uno de los primeros papeles de Jacques Tati, futuro monsieur Hulot, y muchas más. Fue contrario a la Nouvelle Vague y uno de los cineastas más odiados por este movimiento.
En sus últimos años se convirtió en diputado europeo por el Front Nacional de Jean-Marie Le Pen lo que le originó numerosas antipatías.
A pesar de ser una persona muy controvertida, contradictoria y polémica, en cambio la historia le considera un buen profesional. La travesía de París es una de sus mejores películas.
El punto de arranque es la entrada de las tropas alemanas en París, un documento histórico terrible, mientras un pobre ciego toca La Marsellesa, el himno nacional francés en la entrada del metro. Varios franceses pasan y le dan dinero. Luego un soldado alemán que escucha el famoso himno y sin pensárselo también le da dinero al mendigo.
Autant-Lara intenta huir del fácil maniqueísmo. Estamos en años del estraperlo, de la cartilla de racionamiento, del hambre y de las restricciones. Arranca la acción en una carnicería, deben matar a un pobre cerdo. La escena es desagradable y al mismo tiempo grotesca. El carnicero es nada más ni nada menos que Louis de Funes, entonces un desconocido secundario del cine francés.
Dos hombres deben llevar al pobre cerdo troceado a la otra punta de parís para una venta, deben de hacer la travesía ilegal en un París solitario, con calles vacías, restricciones de luz. Jean Gabin y Bourvil son dos hombres que se ocupan de la desagradable tarea seguido en las callejuelas oscuras por chuchos famélicos.
El argumento da varios giros importantes que no voy a desvelar, la trama está muy bien resuelta y su final con sorpresa final.
Los dos hombres son muy distintos, uno en un artista famoso, que nos explican a media película, encarnado por Jean Gabin en un rol antipático. Bourvil, especializado en papeles cómicos, borda un personaje dramático pero siempre bonachón.
La película es antológica por el desfile de personajes, franceses provincianos, paletos e ignorantes. La Francia de la Ocupación y del Colaboracionismo. Es la Francia del mariscal Petain, antiguo jefe de Franco en la guerra de Marruecos.
La fotografía en blanco y negro es magistral, los claroscuros están muy bien conseguidos. La trama es sórdida, oscura como la noche. Un buen film que merece más de una revisión.

Salvador Sáinz