EL TERROR DE LAS CHICAS (1961)


EL TERROR DE LAS CHICAS. Título original: The Ladies Man. Año 1961. País: Estados Unidos. Director: Jerry Lewis. Intérpretes. Jerry Lewis, Helen Traubel, Kathleen Freeman, Hope Holiday, George Raft, Pat Stanley, Jack Kruschen, Doodles Weaver. Guión: Jerry Lewis, Bill Richmond, Mel Brooks. Musica: Walter Scharf. Fotografía: W. Wallace Kelley. Productora: Paramount Pictures, duración: 106 minutos. Comedia

El terror de las chicas contiene lo mejor y lo peor de Jerry Lewis. A excepción de El profesor chiflado, su obra maestra indiscutible, las películas del genial cómico siempre brillaron más cuando estaba dirigidas por Frank Tashlin de quien es deudor. El estilo de Lewis como director está basado en el de Tashlin, colores chillones, fuertes, argumentos disparatados. Pero en las películas en las que trabajaron juntos, Lewis se integraba en un argumento sólido. Disparatado pero sólido.
En cambio Lewis como director pierde los papeles, los argumentos brillan por su ausencia como el caso de El botones y Un espía en Hollywood, y en el caso que nos ocupa pierde los papeles. Algo igual pasaba en las películas de los hermanos Marx en la Paramount, de ahí su falta de éxito comercial en esta etapa que estuvo a punto de costarles la carrera, pero aún así sabían sacar partido del disparate continuo por lo que Sopa de ganso es una obra maestra y los filmes citados de Lewis no. Su comicidad a ratos es pesada porque se excede con su personaje, hijo alocado del de Stan Laurel de quien no aprendió su sentido de la medida.
La acción tiene un arranque genial. Una vida de pueblo muy tranquila hasta que se provoca una catástrofe. Se pasa a la universidad, ceremonia de graduación, presentación del personaje de Lewis en una secuencia mal desarrollada. Después conocemos sus problemas amorosos, su novia se va con otro lo que le deja muy abatido. Aparece su madre, interpretada por un Jerry Lewis travestido, con muy mal gusto por cierto, y su extraña adversión al género femenino.
Un inciso, Jerry Lewis gana mucho con la versión original, los doblajes le idiotizan mucho basándose en la falsa creencia, muy extendida en nuestro país, de que para hacer reír hay que hacer toda clase de gilipolleces. Los doblajes españoles, sobre todo los actuales, llegan a producir irritación porque son peor que una plaga bíblica.
Los gags que se suceden a veces son muy afortunados y a veces no. Su irregularidad se impone y daña el conjunto, con un brillante decorado y una excelente puesta en escena. Ese decorado que parece una casa de muñecas es genial y la utilización del color es sensacional. Pero la irregularidad de la cinta produce que su acción decaiga por su falta de unidad.

Salvador Sáinz