Es sabido que el genial Buster Keaton las pasó moradas cuando Louis B Mayer compró su contrato a Joseph Schenck. El gran cómico de la cara de palo no se adapto a la productora del León que le ofreció películas completamente inadecuadas en la época sonora de la que se salvan algunas (
Las calles de Nueva York,
Doughboys,
Free and Easy) y el resto fueron verdaderas infamias. Keaton incluso rodó películas en el extranjero de las que guardaba mal recuerdo, aunque a veces injusto,
El rey de los Campos Elíseos es más que estimable a pesar de que la producción era mucho más modesta que en los estudios de Hollywood.
Tras décadas de ostracismo, en los sesenta su carrera parecía renacer aunque en películas generalmente menores. En 1965, el anterior a su fallecimiento, viajó al Canadá dos veces para rodar dos cortos de excelente calidad (
The Railrodder y
The Scribe). recibió un cálido homenaje en el Festival de Venecia y rodó una película en Italia y otra en España.
La italiana se titulaba
Due Marines e un Generale, dirigida por Luigi Scattini, recientemente fallecido, y en España se tituló
Guerra a la italiana, donde se omitió el nombre de sus verdaderos protagonistas, Franco Franchi y Ciccio Ingrasia, dos cómicos italianos especializados en parodias algo burdas del cine de género internacional.
Tanto Scattini como el dúo Franchi e Ingrasia trataron a Keaton con un gran respeto. En su blog, Scattini declaraba lo siguiente:
Tengo bellísimos recuerdos de Buster Keaton y soy un completo deudor de su versatilidad que le llevaban a multiplicar sus gags en una continua variación que provocaba la risa y los aplausos de todo el equipo. Para acompañarle trajimos desde Estados Unidos a dos grandes característicos americanos, Fred Clark y Martha Hyer.
cuando le conocí era un hombre algo cerrado, estaba ya enfermo. Pero cuando yo gritaba “Azione!”, se le iluminaba la cara en escena con la fuerza que un gran actor pudiera conseguir.
Esta versatilidad me llevó a inventarme el final de la película: Cuando llegamos a la escena final: los dos marines (Franchi e Ingrassia) capturan durante la batalla de Anzio al general alemán Von Kassler. Debían entregarlo al general aliado, pero los dos marines deciden liberarlo, dejándole marchar en la confusión de la batalla.
Grabamos la escena en un campo de maíz, para confundirlo con la población, el general Keaton debe sacarse su uniforme y ponerse ropa de paisano. Para rendir homenaje al gran Buster le guardábamos una sorpresa. En el campo de maíz se encuentran un espantapájaros , que por casualidad lleva el traje que habitualmente llevaba Keaton en decenas y decenas de sus películas con el sombrero stapleton plano. Keaton se conmovió cuando los dos marines lo dejan marchar campo a través huyendo del incendio, vimos una lágrima correr por su rostro rugoso y pronunciar su única frase en toda la película: “Thank you”.. Era su adiós al cine y a la vida.
Murió pocos meses después, el 1 de febrero de 1966.
Franco y Ciccio sentían un gran respeto por trabajar con Buster Keaton, mientras el rodaba con su valor y por el amor a su tiempo cómico. Franco Franchi,m en particular, siempre estaba detrás de Keaton. Lo observaba, lo estudiaba cada gesto y movimiento. Y Keaton se sentía muy halagado por esto.
La película se presentó en Roma, en primicia en el Salone Margherita. La sala estaba repleta de gente; críticos cinematográficos, actores, productores pero era él, Buster Keaton, que había aceptado la invitación de venir a roma para promover la película. Desgraciadamente su condición física no se lo permitió. Recuerdo que al final del filme, cuando se encendieron las luces en la sala estalló una larga y cálida ovación que duró diversos minutos y la platea estaba se volvió hacia nosotros, hacia el palco donde estábamos sentados, también algunos actores sentados en la primera fila. La sala estaba dando en aquel momento un larguísimo y último saludo al gran Keaton.
Piero Umiliani creó la banda sonora de mi filme. Piero había triunfado en el cine con la banda sonora de Rufufú. Con Guerra a la italiana inició su larga colaboración profesional conmigo. La música que acompañaba la película era jocosa e irónica. Una mezcla de fanfarria, marcha militar y swing jazz que perfectamente sostenía el ritmo de la cinta y su carácter cómico.
Buster Keaton en aquel tiempo estaba bajo contrato con la American International Pictures (asociada con Italian International Film, productora de la película); le enviamos el guión que fue aceptado de inmediato con extremo entusiasmo; porque le permitían sentirse útil; venirse a Italia y actuar en el papel de un famoso general nazi, que existió realmente en el tiempo del desembarco de los americanos en Anzio. No obstante aunque se trataba de una película cómica estaba basado en referentes históricos.
Salvador Sáinz