LA FURIA DE LOS VIKINGOS (1961)


LA FURIA DE LOS VIKINGOS. Título original: Gli Invasori. Año 1961. País: Italia. Director: Mario Bava. Reparto: Cameron Mitchell, Alice Kessler, Ellen Kessler, George Ardisson, Andrea Checchi, Françoise Christophe, Franco Giacobini, Raf Baldassarre, Enzo Doria, Joe Robinson, Gianni Solaro, Franco Ressel, Livia Contardi, Folco Lulli. Guión: Mario Bava, Oreste Biancoli. Música: Roberto Nicolosi. Fotografía: Mario Bava, Ubaldo Terzano. Coproducción Italia-Francia: Galatea Film, Lyre Films, Critérion Film. Duración: 98 minutos. Aventuras. Drama | Vikingos. Siglo IX

Película de vikingos muy ingenua pero como siempre entrañable del maestro Mario Bava (1914-1980). Naturalmente no admite punto de comparación con la que rodó Richard Fleischer tres años antes y es evidente de que nos encontramos ante una secuela que los productores habrán encargado al cineasta nacido en San Remo y autor de las extraordinarias La máscara del demonio y Las tres caras del miedo.
Bava con escasos medios hace lo que puede, su pericia en la fotografía disimula la pobreza de producción. Es maestro en el arte del escamoteo y en el de rodar películas de bajísimo presupuesto, y por eso la película se salva del naufragio. Los decorados cantan mucho. Las escenas en las naves vikingas son demasiado evidentes para creérselas o tal vez pretendía que no nos la creyéremos. Hay directores que gustan de que los trucos se “noten” más de la cuenta. Eso da la sensación de que lo que vamos a ver carece de veracidad. Nos vienen a decir “eso es una película, cualquier parecido con la realidad no es una coincidencia sino inexistente”.
En fin, si se tiene sentido del humor la cosa tiene hasta mucha gracia. Además como protagonistas femeninas tenemos a las famosísimas gemelas Alice y Ellen Kessler que en aquellos años triunfaban en los espectáculos de variedades y music halls mundiales.
Cameron Mitchell es uno de los hermanos vikingos, un actor generalmente secundario y protagonista de alguna serie de televisión como The Beachcomber (1962 ) que triunfaba en aquellos tiempos, le da relevancia comercial a esta obrita carente de pretensiones, amena, fluida y divertida.

Salvador Sáinz