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MOLL FLANDERS, EL CORAJE DE UNA MUJER (1996)
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MOLL FLANDERS, EL CORAJE DE UNA MUJER. Título original: Moll Flanders. Año 1996. Oaís: Estados Unidos. Director: Pen Densham. Reparto: Robin Wright Penn, Morgan Freeman, Stockard Channing, John Lynch, Brenda Fricker, Geraldine James, Jeremy Brett, Aisling Corcoran. Guión: Pen Densham (Novela: Daniel Defoe). Música: Mark Mancina. Fotografía: David Tattersall. Spelling Films / MGM Pictures presentan una producción Trilogy Entertainment Group. Duración: 123 minutos. Drama | Drama de época. Siglo XVIII
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La novela picaresca española como El lazarillo de Tormes y El Libro del buen amor del Arcipreste de Hita supusieron una explosión literaria que se expandió alrededor Europa hasta llegar a la mismísima Inglaterra creando una corriente literaria similar en las islas. Una de las obras de dicha corriente Fortunas y adversidades de la famosa Moll Flanders apareció en 1722, siendo su autor el afamado Daniel Defoe, autor de Robinson Crusoe. Fue en 1965 cuando el bon vivant Terence Young, en la cúspide de su fama por sus películas de James Bond, llevó la novela al cine contando con la presencia de Kim Novak cuyos atributos físicos la hacen muy adecuada al personaje. Película colorista y de narración fluida, describe con exactitud la Inglaterra del siglo XVIII y sus miserias.
Moll Flanders quiere convertirse en una gran dama pero para conseguirlo carece de toda clase de escrúpulos. Ella vive en un mundo muy masculino y por lo tanto debe espabilarse para triunfar en él al precio que sea y se aprovecha de sus armas de mujer. Novak ha sido considerada uno de los mayores sex symbols de Hollywood, aunque la película es muy inglesa, y los utiliza sin ningún escrúpulo aunque claro la moralina de Defoe acaba por asomarse.
La dirección artística es refinada gracias a la sofistificación de Young y un buen reparto de apoyo a la actriz con Vittorio De Sica, trasplantado del cine italiano, Angela Lansbury, Lili Palmer, George Sanders y, como no, Hugh Griffith, uno de los secundarios mas geniales del cine internacional.
Llama la atención la facilidad con que se aplicaba la pena de muerte en aquella época. Cárceles repletas de ladrones, carne de horca, hombres y mujeres que cada semana visitaban el patíbulo por docenas sin que tan radical remedio fuera eficaz.
Inglaterra, sobretodo Londres, nos es mostrado un mundo cruel y agresivo, lo que en cierto modo provoca el carácter sin escrúpulos de la protagonista en busca de un marido con fortuna a quien seducir.
Otras actrices llevaron el personaje a la televisión, como Julia Foster en 1975 y Alex Kingston en 1996. El personaje puede dar mucho de sí, pero la versión colorista de Young permanece aún imbatida.
La censura franquista la calificó con un 4, gravemente peligrosa, según criterios de la época aunque, desengañémonos, la censura del resto del mundo no le iba a la zaga. Los países anglosajones son generalmente puritanos y conservadores en estos aspectos.
La versión de 1996 con Robin Wright es muy libre y algo light. Pen Densham es su director, que no tiene la personalidad de su antecesor aunque realiza una obra muy correcta, bien narrada, pero sin la garra que le supo dar Young. La chica, siendo atractiva, no es tan espectacular como Novak que era todo un mito en Hollywood. Aunque en algunos pasajes llega a desnudase, lo que su antecesora no hizo, nunca llega a caldear el ambiente como la protagonista de Vértigo.
Moll Flanders: el coraje de una mujer (1996), aunque descienda al mundo de la prostitución más sórdida, se acaba dulcificando con una historia de amor y Moll se transforma en una mujer honesta, más blanda que la dura que hemos conocido en la anterior versión. En cambio la ambientación es acertada y rigurosa.
Sin muchos miramientos nos encontramos ante una película digna, si no existiera el precedente de la versión de Young estaría más valorada pero el caso es que la comparación le resulta perjudicial.
Pen Densham sabe darle una corrección discreta pero no convincente. Todo se ve con agrado pero no entusiasma. Los actores secundarios están más que correctos como Morgan Freeman que parece estar puesto con calzador para cubrir la cuota de actores afroamericanos, Stockard Channing es una madama pérfida. En definitiva, sin ser una obra extraordinaria te hace pasar el rato con moderación y discreción.
Salvador Sáinz
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