LAS BRUMAS DE AVALON (2001)


LAS BRUMAS DE AVALON. Título original: The Mists of Avalon. Año 2001. País: Estados Unidos, Alemania, República Checa. Director: Uli Edel. Reparto: Julianna Margulies ( Morgana le Fay), Anjelica Huston (Viviana, la Dama del Lago), Joan Allen (Morgause), Samantha Mathis (Ginebra), Caroline Goodall (Igraine), Edward Atterton (Rey Arturo), Michael Vartan (Lanzarote), Michael Byrne (Merlin), Hans Matheson (Mordred), Mark Lewis Jones (Uther), Clive Russell (Gorlois), Tamsin Egerton (Morgana joven), Christopher Fulford (Lot), David Calder (Uriens), Hugh Ross (Obispo Patricius). Guión: Gavin Scott (Novela: Marion Zimmer Bradley). Música: Lee Holdridge (Canciones: Loreena McKennitt). Fotografía: Vilmos Zsigmond. Constantin Film Produktion, Stillking Films, Turner Network Television (TNT), Warner Bros. Pictures, Wolper Organization. Duración: 176 minutos. Fantástico. Aventuras | Edad Media. Miniserie de TV

Marion Zimmer Bradley (1930–1999) publicó en 1982 la famosa saga literaria Las nieblas de Avalón compuesta por cuatro libros: Maestra de magia, La gran reina, El macho rey y El prisionero del roble. La saga está inspirada en las leyendas artúricas, Camelot y nos es mostrada desde un punto de vista femenino y feminista, la mirada de la eterna enemiga Morgana Le Fey. El nombre de este personaje podría ser derivado del nombre masculino galés Morcant o Morgan, aunque también hay expertos que creen que el nombre de la hermana del Rey Arturo podría venir de mori-gena,que significa Nacida del Mar. Morgana le Fay es un personaje de la mitología celta, hermana de Arturo, madre con él de Mordred y discípula de Merlín. Es la reina de la isla de Avalón, con el poder de curar y cambiar de forma. Es uno de los personajes más populares y controvertidos del ciclo artúrico ya que puede ser presentada como una benefactora de su hermano o la peor de sus enemigos.

La miniserie que consta de dos capítulos narra las aventuras del rey Arturo y sus caballeros vistos con los ojos de su hermanastra Morgana Le Fey que tanto la novela como la misma serie reivindican. No es la malvada que hemos visto interpretar por nuestras adoradas Hellen Mirren (Excalibur) o Eva Green (serial Camelot), sino la sacerdotisa de Avalon. El apareamiento con su hermano Arturo que provocó el nacimiento de Mordred es fortuito.
Se nos da una versión distinta del enfrentamiento entre ambos hermanos por motivos religiosos, Arturo abraza la religión cristiana, los nuevos “aires” que trae el progreso de la humanidad y Morgana es fiel a la antigua religión, no obstante el amor entre ambos permanece inextinguible.
La serie es mágica, muy bien construida y ambientada en tierras checas. Los actores cumplen con sus respectivos papeles y la ambientación es plausible. No nos encontramos ante una obra genial pero sí digna, sugestiva y simpática donde todo se realiza con corrección.
El infortunio de Camelot, una gran idea malograda por las circunstancias, viene justificada por los remordimientos de los personajes principales (Arturo, Ginebra, Lanzarote) que en una secuencia realizan un trío sexual como si eso fuera una aberración, un desliz espeluznante por el que el Señor de las Alturas entrará en cólera perenne. Es decir, la concepción cristiana de la vida basada en la criminalización del sexo no habitual, es decir el que se sale de la pareja heterosexual monogámica como si ésta fuera la única legítima que existe y las demás fueran meros extravíos.
Las Brumas de Avalon es una historia de un sueño imposible, la construcción de una sociedad basada en la razón, en la bonhomía, pero destruida por el rencor, la envidia y las ambiciones personales. El hijo nacido de una relación ilícita que por razones de sangre ya se cree con derecho a heredar la corona de Camelot como si ésta fuese una propiedad particular, en realidad en eso consiste la Monarquía y los demás títulos nobiliarios, en creerse que todo les pertenece por “derecho divino” incluyendo la vida de sus vasallos.
El resultado es una miniserie entrañable y vistosa. La realización es algo plana pero efectiva. Si no se esperan virtuosismo fílmico se pasa un buen rato con su visionado.

Salvador Sáinz