TAXI, ROULOTTE Y CORRIDA (1985)


TAXI, ROULOTTE Y CORRIDA. Título original: Taxi, Roulotte et Corrida. Año 1958. País: Francia. Director: André Hunebelle. Reparto: Louis de Funès, Raymond Bussières, Annette Poivre, Guy Bertil, Véra Valmont, Jacques Dynam, Paulette Dubost, Albert Pilette, Sophie Sel, Max Révol. Guión: Jean Halain. Música: Jean Marion. Fotografía: Paul Cotteret (B&W). Lambor Films / P.A.C. / Champs-Élysées Productions. Duración: 86 minutos. comedia.

Taxi, roulotte y corrida (1958) fue una de las primeras películas protagonizadas por el cómico francés, de origen español, Louis De Funès. A pesar de hablar un castellano perfecto sin ningún acento, nuestro querido histrión rodó muy poco al sur de los Pirineos. En esta ocasión está dirigido por André Hunebelle, un director francés nacido el 1 de septiembre de 1896 en Meudon (Hauts-de-Seine), y fallecido el 27 de noviembre de 1985 en Niza.
Hunebelle era un apañado artesano que rodaba toda clase de películas pero sobresalía en las de capa y espada como Vuelven los mosqueteros (1953), El jorobado (1959), El capitán (1960), El milagro de los lobos (1961), y sobre todo su serie sobre Fantomas, el personaje creado por Marcel Allain (1885-1970) y Pierre Souvestre (1874-1914), serie en la que nuestro cómico afianzó el tan ansiado estrellato: Fantomas (1964), Fantomas vuelve (1965) y Fantomas contra Scotland Yard (1967).  
La película que nos ocupa está rodada con muy poco dinero. Está fotografiada en blanco y negó, Louis De Funès en aquel tiempo era un secundario y no tenía cachet. En aquel tiempo se solían rodar estas producciones modestas porque en las salas solían proyectar dos títulos. Uno era el base, lo que entonces llamábamos la película “buena” y la otra, la que pasaban primero, era de complemento y se la conocía como la “mala”.   Eso no quiere decir que esta regla se cumpla a rajatabla, en varias sesiones resultaba que era más atractiva la cinta de complemento que la base.
Taxi, roulotte y corrida es pues un título carente de pretensiones, una producción modesta que servía para que los actores y los técnicos se ganaran honradamente la vida y es precisamente su sencillez su mejor virtud. Sólo pretende divertir y pasar un buen rato.
Para De Funès fue la gran oportunidad de reencontrar sus orígenes, su padre era sevillano y precisamente rodaron en tierras andaluzas los exteriores. Los interiores en estudios parisinos, naturalmente.
En una secuencia el gran cómico baila sevillanas con bastante desenvoltura, gracia y bastante salero. Es como de repente sus raíces hubieran salido de nuevo a la luz.
La trama gura alrededor de un robo de un rubí que es escondido en la chaqueta de un taxista parisino que, junto con su familia, viaja a España de vacaciones estivales. El tono fílmico está realizado con mucha corrección, es distendido y amable. Anécdotas más o menos graciosas en la quede Funès se luce y prepara su salto al estrellato seis años después.

Salvador Sáinz