EL IMPERIO DEL SEXO (1972)


EL IMPERIO DEL SEXO. Título original: Tokugawa sekkusu kinshi-rei: shikijô daimyô / Tokugawa Sex Ban: Lustfl Lord. Año 1972. País: Japón. Director: Norifumi Suzuki. Actores: Miki Sugimoto, Sandra Jullien, Ruriko Ikejima, Yoko Mihara, Ryoko Ema, Miwako Onaya, Masataka Naruse, Emi Jo, Taiji Tonoyama, Fumio Watanabe, Hiroshi Nawa, Shingo Yamashiro. Guion: Masahiro Kakefuda y Norifumi “Noribumi” Suzuki. Fotografía: Ichirô Araki. Música: Ichiro Kanda. Productora: Teoi company. Erótica.

Si hubiera un adjetivo que adjudicarle a esta vulgar cinta erótica es, sin ninguna duda, el de piltrafa fílmica. Resulta curioso que el anterior título, que ya hemos comentado en este lugar, El lujurioso Shogun y sus 21 concubinas, es un título original y coherente. Esta película que cuenta las historias de una hija del protagonista de la anterior cinta, es de una incoherencia total. Parece que sus guionistas lo hayan escrito después de una buena dosis de sake y que el montador se habrá fugado de un psiquiátrico porque nada tiene ni pies ni cabeza en la misma, además de un gusto pésimo en su puesta en escena.
Además, el director
Norifumi Suzuki, incluye esta vez en el rol protagonista a una actriz occidental, la francesa Sandra Julien (nacida como Sandra Calaputti 14 de febrero de 1950 en Tolón, Francia]) que tuvo una carrera efímera entre 1970 y 1975 en películas de Jean Rollin y Max Pecas, en donde aparecía para lucir palmito como vulgarmente se dice.
Parece mentira que los estudios japoneses, con su fama de cultura seria, haya perpetrado tal apoteosis de incompetencia lo que viene a demostrar que en estos mundos todos somos humanos.
Una hija del “lujurioso Shogun” (es decir, de su doble si se ve la anterior y superior cinta) es casada con un señor feudal que es un auténtico desastre en la cama. Incluso promulga una ley prohibiendo relaciones sexuales entre sus súbditos.
Todo es torpe y grotesco, se utiliza la imaginería cristiana porque el personaje de Sandra Julien (que aparece para vender la película en Occidente) es hija de un misionero cristiano. El mal gusto es atroz y gratuito, todo es incoherente y pesado.
En fin una mala película de esas que actualmente están tan de moda. Porque desde hace varios años los botafumeiros del bodrio están viviendo su pleno apogeo gracias al fenómeno friki. Sólo a ellos les puede interesar esta pseudo película.

Salvador Sáinz