TRISTANA (1970)


TRISTANA. Año 1970. País: España, Francia, Italia. Director: Luis Buñuel. Reparto: Catherine Deneuve (Tristana), Fernando Rey (Don Lope), Franco Nero (Horacio), Lola Gaos (Saturna), Antonio Casas (Don Cosme), Jesús Fernández (Saturno), Vicente Soler (Don Ambrosio), José Calvo (Campanero), Fernando Cebrián (Dr. Miquis), Antonio Ferrandis, José María Caffarel, Cándida Losada,Joaquín Pamplona,Mary Paz Pondal (Muchacha), Juanjo Menéndez (Don Cándido), José Blanch, Sergio Mendizábal,Rosa Luisa Goróstegui. Guión: Julio Alejandro y Luis Buñuel basado en una novela de de Benito Pérez Galdós. Fotografía: José F. Aguayo. Coproducción España-Francia-Italia; Época Films / Talia Films. Duración: 98 minutos. Drama.

Debido a acontecimientos políticos por todos sabido, el gran cineasta Luis Buñuel se vio obligado a rodar sus películas en países más acogedores que el nuestro, como México y Francia y no es de extrañar que acabara por nacionalizarse mexicano en señal de agradecimiento por la hospitalidad recibida.
Tras el sonado escándalo de Viridiana en 1961,  un filme que el propio “Caudillo” lo definió “como una sucesión de chistes baturros”, el genio de Calanda insistió y rodó en nuestro suelo Tristana (1970), también basada como la anterior en una novela de Benito Pérez Galdós. Afortunadamente en esta ocasión no tuvo problemas y la película llegó a buen puerto con el concurso de Fernando Rey (a quién contrató la primera vez por lo “bien que hacía de muerto” en Sonatas de Bardem), la actriz de moda Catherine Deneuve, el galán Franco Nero y un plantel de artistas varios entre los que sobresale la gran Lola Gaos.
El resultado no decepcionó a sus seguidores ofreciendo una dura crítica de una burguesía liberal española, gente de rancio abolengo y libre pensadora para lo que les conviene, y que en realidad es tan retrógrada como la España tradicional y reaccionaria que vive anclado en su eterno pasado.
Por un lado conocemos la evolución del personaje de Don Lope (Fernando Rey), ya envejecido y en franca decadencia que va abjurando de sus principios, que vive sin trabajar porque lo encuentra inadecuado y servil, y por otro el de su sobrina Tristana (Catherine Deneuve), a la que convierte en su amante, que se va envileciendo por su resentimiento contra su tío y tutor.
La acidez de Buñuel pone en solfa la hipocresía, la inutilidad de esos acomodados burguesitos de adarga antigua que viven de espaldas a la evolución de la sociedad. Vagos de solemnidad, incapaces de crear nada positivo, y que siempre se lamentan de los errores de los demás sin percatarse de los suyos.
Buñuel centra la acción en una bella ciudad española, Toledo, una ciudad con un espectacular casco antiguo por el que parece que los años han pasado de largo.
La ironía del genial aragonés convierte en obra maestra un material que en otras manos resultaría insulso. Destaca el tratamiento fotográfico de José F. Aguayo, a quien apodaba “Don Pepito” por su baja estatura, y la exquisita dirección de actores en la que profesionales habitualmente cabeza de cartel como Juanjo Menéndez se las apaña para asomar la cabeza en un breve cameo sólo por el placer de trabajar para un director de tanta relevancia.
Franco Nero en aquel tiempo carecía de tablas, como se comprobó en Camelot, pero en Tristana compone su personaje a la perfección. Un artista más o menos oportunista que pretende disfrutar de la juventud de Tristana y que desaparece de su vida en los momentos más difíciles.
Pero sobretodo, Catherine Deneuve borda su personaje de mujer española chapada a la antigua. Una mujer que vivía recluida en su casa, alienada por la tradición ultracatólica, y que busca la forma de conseguir su libertad en una sociedad que se la niega. Es el personaje que más evoluciona a través de la proyección junto al de Don Lope, volviéndose duro, cruel e inhumano. De una deliciosa e ingenua joven del principio se convierte en un ser con el corazón lleno de rencor y odio. Una gran composición de la Deneuve y uno de sus mejores trabajos en toda su carrera.

Salvador Sáinz