La reina Cristina de Suecia cuenta los amores de la monarca sueca con un enviado español de Felipe IV y da pie a un famoso drama romántico en que la diva Greta Garbo luce todo su talento. Cualquier parecido con la historia real no es pura coincidencia, es inexistente.
Nos encontramos ante un producto Made in Hollywood, de indudables cualidades artísticas, que está montado al servicio de la diva. La diva no sirve a la película sino que es al revés. Por lo tanto se utiliza el nombre de una monarca sueca que existió para servirnos una trama completamente imaginaria.
Una trama que implica un amor imposible de la reina con un extranjero que provoca indignación popular. Los extranjeros aquí son españoles y además papistas, los suecos son protestantes, y participan en guerras religiosas para defender su fe a cañonazo limpio.
Resulta curiosa la trama cuando recordamos que en España hemos tenido muchos monarcas extranjeros como Felipe el Hermoso, Carlos I que nos vino desde Alemania, Felipe V y su odiosa guerra de sucesión con el archiduque Carlos de Austria, etc. Carlos I y V de Alemania provocó la rebelión de los comuneros que acabaron en el patíbulo.
Nos encontramos ante una película mítica de ambiente histórico o mejor dicho pseudohistórico que cimentó un mito. Greta Garbo exhibe ropa masculina, entonces considerada atrevida y escandalosa, le da un beso lésbico a su camarera real y en cierto modo se sugiere una posible relación porque no se podía mostrar con claridad. Era célebre la ambigüedad sexual de la Garbo, o al menos se entendía así su bisexualidad por tener tórridos romances con mujeres y con hombres. La diva defendía su intimidad a capa y espada e hizo bien. Se apartó de las pantallas a tiempo para que no la viéramos envejecer.
La película de Mamoulian la debemos valorar como una obra artística repleta de licencias. Puro star system. Se recrea en las miradas de la actriz principal, en sus gestos, su sonrisa. Una fotografía muy bien realizada con planos que parecen pinturas. Su sensibilidad crea una obra que sí, que es bellísima formalmente. Los admiradores de Greta salieron bien satisfechos y actualmente este es uno de sus títulos más míticos al lado de su galán del cine mudo, John Gilbert, al que el sonoro llevó a la ruina por una voz inadecuada.
La película tiene el envoltorio bonito pero no el contenido. Un cine hecho para exhibir al actor o actriz principal, no para contarnos una historia. Como documento histórico (cinematográfico) es relevante y Greta nos sigue fascinando pese a todo.
Salvador Sáinz