CAN CAN (1960)


CAN-CAN. Título original: Can-Can. Año 1960. País: Estados Unidos. Director: Walter Lang. Reparto: Shirley MacLaine (Simone Pistache), Frank Sinatra (François Durnais), Maurice Chevalier (Paul Barriere), Louis Jourdan (Philipe Forrestier), Juliet Prowse (Claudine), Marcel Dalio (Andre - jefe camareros), Leon Belasco (Arturo - director de orquesta), Nestor Paiva (Bailiff), John A. Neris (Jacques - el fotógrafo), Jean Del Val (Juez Merceaux), Ann Codee (presidenta liga decencia). Guión: Dorothy Kingsley, Charles Lederer (Obra: Abe Burrows). Música: Cole Porter. Fotografía: William H. Daniels. Suffolk-Cummings Productions para 20th Century Fox. duración: 131 minutos. Musical. Comedia. Siglo XIX

Un día habría que estudiar el gran número de películas hollywoodenses cuya acción se ubica en una ciudad francesa, París, lo que resulta curioso en una nacionalidad que mira con malos ojos todo lo que es “extranjero”, un término muy relativo porque allende sus fronteras son ellos quienes deberían llevar tal adjetivo.
La imagen que se suele dar de parís en las películas estadounidenses es la de una ciudad poblada por libertinos de toda especie, una tierra repleta de gente frívola que sólo busca disfrutar del baile y las dulces mieles del amor.
El famoso compositor Cole Porter le dedicó muchas canciones a la Ciudad Luz y con ellas se construyó este musical que no disimula su origen teatral. Abe Burrows es el autor del libreto de Broadway, pero al llevarlo a la pantalla muchas canciones del original fueron sustituidas por otras del propio Cole compuestas en sus primeros años de carrera. Cabeza de cartel nos encontramos a una leyenda del music hal francés, nada más y nada memos que el gran Maurice Chevalier, junto a un joven galán de la época, el siempre eficiente Louis Jourdan, y el crooner por excelencia que es Frank Sinatra.
Sin embargo Shirley McLaine llena todo el espectáculo, una actriz todo terreno a la que nunca se la ha valorado lo suficiente es quien brilla con más intensidad.
La dirección de Walter Lang es plana, muchos planos secuencias, planos fijos sin el menor detalle. No sabía mover la cámara en la época que se inventó el Todd-Ao, un formato excelente de pantalla ancha y película de gran calidad, el setenta milímetros que gozaba de alta definición de imagen.
Visto en su época el espectáculo resultaba muy llamativo porque su calidad era excepcional. No sé porqué se dejó de usar, tal vez motivaciones económicas, porque me aprece incluso más brillante que el sistema 3D actualmente en boga.
Can-Can es un espectáculo de luz de color y de sonido que triunfa prácticamente sólo. Los talentos de Cole Porter, de sus intérpretes, del director artístico y el coreógrafo pueden con todo. Vista en la actualidad se puede considerar una película entrañable, graciosa. En su día apenas recuperó gastos y fue un verdadero fiasco. Queda para la polémica  la visita del presidente soviético Nikita Jrushchov al estudio que se escandalizó y consideró “pornográfico” los bailes de la película. La misma trama trata precisamente de esto, de la presunta perniciosidad de este baile en su época fue considerado inmoral y que en la actualidad es un espectáculo familiar en parques temáticos como Portaventura.

Salvador Sáinz