BRAVEHEART (1995)

.Crítica de la película de Mel Gibson "Braveheart", clásico entre los clásicos, y película de culto para muchos cinéfilos.

Braveheart es una película mítica de Mel Gibson, un actor y director célebre en el cine mundial. Sus trabajos son sorprendentes, Apocalipto es para mí una obra maestra. La crítica a veces le reprocha su ideología conservadora, sus creencias cristianas, pero si queremos ser libres debemos respetar las ideas de todo el mundo siempre que no hagan daño al resto de la comunidad.
En el caso presente nos encontramos con una apología de un personaje histórico escocés. Algunas incorrecciones históricas y un vibrante relato épico.


Braveheart. Título original: Braveheart. País: USA. Año 1995. Productora: 20th Century Fox. Director: Mel Gibson. Guión: Randall Wallace. Reparto: Mel Gibson, Sophie Marceau, Patrick McGoohan, Catherine McCormack, James Cosmos, Brendan Gleeson, Brian Cox, Peter Mullan, Gerard McSorley, Angus MacFadyen.

Oscars 1995 a Mejor Película, Mejor Director, Mejor Fotografía, Mejor Maquillaje, Mejores efectos sonoros

 

William Wallace es un personaje histórico del siglo XIII, residía en Escocia y protagonizó una revuelta popular contra un rey cruel y mezquino, Eduardo I "Longshanks" (El Zanquilargo) y sus abusos. Primero tiene que sufrir de niño el asesinato de sus familiares y de adulto el de su esposa.
Según los expertos en historia en la película hay algunas licencias, por ejemplo el llamado “Derecho de Pernada”, que provoca la revuelta, no existía en aquella época en concreto. Por otra parte Gibson se inventa un romance para dulcificar la película entre la princesa Isabelle, francesa (lo que justifica que el papel esté a cargo de Sophie Marceau) y el revolucionario, algo muy poco creíble, porque no arribó a la isla británica hasta tiempo después del fallecimiento del líder escocés. Pero ya se sabe que los hollywoodenses son tan listos que no dudan en enmendarle la plana hasta al mismísimo Homero.
Gibson es un realizador que sabe darle inusual fuerza a sus relatos épicos. Sabe mantener en vilo al espectador durante todo el metraje, calar hondo, y se han convertido en uno de los últimos clásicos del cine mundial. Para muchos espectadores Braveheart es un referente, una de esas películas que se coleccionan en formato doméstico para ver multitud de veces.
También habrá, dada la temática, quien encontrará paralelismos con otras realidades, por ejemplo Euskadi o Cataluña, pero las circunstancias son siempre distintas. Puede leerse como un discurso nacionalista, pero yo lo veo más bien anticlasista. Resulta curiosa la visión que se nos da de los monarcas ingleses, sólo el rey Arturo salva su imagen por su carácter mitológico y por su astado de Ginebra y Lanzarote. El rey Enrique VIII es todo un déspota criminal, los Plantagenet otros impresentables (aunque se mitifique a Ricardo Corazón de León), mientras que en España parece que la corona la han ceñido santos indiscutibles.
El príncipe heredero nos es mostrado como un ser endeble, del que se sugiere pero no muestra su probable homosexualidad. Un tabú en las pantallas hasta recientes tiempos. Pero Patrick McGohan borda su papel de villano. Sophie Marceau es el contrapunto que suaviza la película debido a los excesos violentos en las secuencias bélicas.
Esa violencia es adherente al cine de Gibson, muchas veces difícil de soportar. Los breves apuntes eróticos están realizados con elegancia y discreción.
En definitiva nos encontramos ante todo un clásico que permanece grabado permanentemente en nuestra memoria. Secuencias como la arenga del líder escocés a sus hombres (que hemos visto plagiada en numerosas películas desde entonces, a veces con mala fortuna provocando irritación) son inolvidables.
Mel Gibson se ha ganado a pulso su puesto en el Olimpo de los creadores cinematográficos.

Salvador Sáinz