LOS BLUES DEL VAMPIRO (1999)


LOS BLUES DEL VAMPIRO. Título original: Vampire Blues. Año: 1999. País: Estados Unidos. Director: Jesús Franco. Reparto: Analía Ivars (condesa Irina von Murnau), Lina Romay (Marga, la gitana), Rachel Sheppard (Rachel Crosby), Jesús Franco (el vendedor), Pedro Temboury (el guitarista), Domiziano Arcangeli (Belah), Demetra Hampton, Jessica Luo (voz de Rachel Crosby ), Leyora Zuberman (voz de la condesa Irina von Murnau). Guión: Jesús Franco. Música: Jesús Franco, Brian D. Horrorwitz, Randy Manos, Daniel White, Fotografía: Raquel Cabra, One Shot Productions. Duración: 91 minutos. Terror, Vampiros. Erótico


En primer lugar aclarar por qué en la cabecera de este escrito coloco el nombre de un director, Jesús Franco, algo que no he hecho ni por Cecil B. DeMille, uno de mis favoritos, y lo voy aclarar aquí mismo.
Franco es autor de una de las filmografías más largas y peculiares de la historia del cine. No quiero decir con eso que son buenas o que son malas, sino peculiares, distintas e incalificables. Un cine que se sale de la corriente, en que se pasa las reglas narrativas por el foro, un pasotismo total, que provoca irritación en muchos cinéfilos pero admiración en otros. Incluso muchas simpatías en gentes que no comulgan con su cine tan fuera de serie.
Franco, según contaba, ingresó en la Escuela Oficial de Cinematografía, esa fábrica de futuros fracasados del cine español. Le suspendieron pero eso no ha impedido que siguiera trabajando a una celeridad pasmosa en un país en que muchos, por no decir la mayoría de los directores, no se comen ni un rosco en su vida.
Tuvo que sufrir los embates de la censura franquista, se exilió al extranjero, rodó en Francia y Alemania, la nefasta Pilar Miró le hundió la carrera para favorecer a sus amistades. La endogamia del cine español tan caciquil y atrasado como atrasada es la sociedad que padecemos. Fue víctima de las intrigas del “hombre lobo” y su cohorte de lacayos. En las últimas décadas fija su residencia en la Costa del Sol y con su fiel Lina Romay rodaba películas de pequeños presupuestos con los argumentos más insospechados.
Buscando un referente nos tendríamos que remontar a Stan Laurel y Oliver Hardy que rodaban sus cortos y sus largos humorísticos sin ninguna base argumental. La pareja se va de picos pardos a tomarse unas copas y se pasan la película sentados en una mesa haciendo toda clase de locuras.
Franco utiliza cualquier argumento cotidiano para grabar una película que a veces carece de sentido. Y eso es lo que pasa en esta película, más o menos que no pasa nada. Franco se pasa todo por el foro. Los blues del vampiro no tiene ninguna coherencia ni lo pretende. Lina Romay luce su barriguita sin complejos y Analia Ivars es una vampira sensual y deseable. Aparecen efectos especiales de colorines chillones, nada tiene pies ni cabeza. Eso lo rueda un cineasta de la Nouvelle Vague y la califican de obra maestra, pero lo rueda un españolito y jarabe de palo. Uno tiene la sensación de que nos están gastando una broma. En fin, si uno carece de perjuicios y tiene sentid del humor le resultará divertido.
Es lo malo de vivir y rodar en un país de cuchufleta como es España. Con un cine que no se estrena pero cuesta una fortuna al contribuyente. Un país al que nadie respeta y que vota a partidos corruptos no puede extrañar que estos hechos se produzcan. Jess pasaba de todo y de todos. Que les den morcilla. A freír espárragos todos. Es donde reside su encanto, en su poder transgresor, en su desafío a una cultura basada en la hipocresía, en la mentira y la corrupción. Que Los blues del vampiro están mal grabados y qué más da. Franco se reía de todo y bien que hacía.

Salvador Sáinz