CARMEN (1983)


CARMEN. Título original: Carmen. Año: 1983. País: España. Director: Carlos Saura. Reparto: Antonio Gades (Antonio), Laura del Sol (Carmen), Paco de Lucía (Paco), Pepa Flores (cantante), Cristina Hoyos (Cristina), Juan Antonio Jiménez (Juan), José Yepes (Pepe Girón), Sebastián Moreno (Escamillo), Gómez de Jerez (Cantaores), Manolo Sevilla (Cantaores), Antonio Solera (Guitarristes), Manuel Rodríguez (Guitarrista), Lorenzo Virseda (Guitarristes). Guión: Carlos Saura & Antonio Gades. Música: Paco de Lucía, George Bizet. Fotografía: Teo Escamilla. Emiliano Piedra P.C. Duración: 102 minutos.Romance. Drama. Baile. Música. Celos. Crimen

Los dos mitos literarios más famosos de la lengua castellana (dejando aparte el Quijote) son Don Juan Tenorio y Carmen, la cigarrera. Ambos son de Sevilla y ambos pertenecen a esa clase de gente que la sociedad patriarcal y cristiana llama “promiscuos”. Según el diccionario de Espasa Calpe, la promuscuidad es la convivencia y relaciones sexuales desordenadas de una persona con muchas otras. Es decir, personas que no practican la monogamia.
Pero las semejanzas del Tenorio y Carmen terminan aquí. Don Juan es altanero, desprecia la vida humana. En los textos de Tirso de Molina y José Zorrilla se ufana de las mujeres que ha “conquistado”, es decir engañado para realizar con ellas el acto sexual y una vez conseguido las olvida. En el texto de Zorrilla, en la Posada del Laurel se habla de una apuesta sobre el número de mujeres “burladas” y el de hombres a quienes ha quitado la vida sin sentir por ello ningún remordimiento.
Don Juan representa en cierto modo el despiadado machismo español, el mito del hombre que se cree superior al resto de la creación y desprecia a las hembras de su especie a las que utiliza para ganar la apuesta y una vez poseídas abandona y olvida.
Pero Carmen no trata así a los hombres. Mujer temperamental se acuesta con bien pocos y les tiene aprecio, no los humilla ni maltrata como hace el Tenorio con las mujeres.
Pero vivimos en un país ultramachista, ultrapatriarcal, en la que se vende una imagen masculina basada en el desprecio a sus semejantes, la falta de humanidad y el poder. En cambio el personaje de Carmen es denigrado pese a ser mucho más humano que el famoso burlador.
Basado en la novela de Prosper Mérimée (París, 28 de septiembre de 1803 – Cannes, 23 de septiembre de 1870), curiosamente un escritor francés, retrata la España del tópico y la imagen de una mujer que vive según sus propias reglas éticas y no las impuestas por el poder establecido, es decir el llamado “sistema” cristiano, patriarcal y carpetovetónico.

Carlos Saura centra su película, un musical ya se sabe que Georges Bizet (25 de octubre de 1838-3 de junio de 1875) compuso una famosa ópera sobre nuestra amada cigarrera, muy bella por cierto, sobre los amores trágicos en los que se ve involucrada y al cine se ha llevado en varias ocasiones. Cecil B. DeMille (en uno de sus peores trabajos), Charlie Chaplin, Ernst Lubitsch, Jacques Feyder. Lo ha interpretado actrices de la talla de Edna Purviance, Pola Negri, Rita Hayworth (en una versión de juzgado de guardia), Raquel Meller y Paz Vega.
Saura no nos cuenta directamente la novela aludida sino que reflexiona sobre ella. Trata de un montaje teatral en el que se busca a una bailarina que pueda interpretar al personaje. El papel lo interpreta una muchacha con el marido en la cárcel, un mánager controlador y una mirada hechicera encarnada por Laura del Sol. El director aragonés en cierto modo parece querer huir del tópico de la España de charanga y pandereta que tanto horrorizaba a Antonio Machado, pero nos ofrece excelentes números de flamenco donde se lucen Laura del Sol, Antonio Gades, Cristina Hoyos y además el talento del guitarrista Paco de Lucía y Pepa Flores (antigua Marisol a la que tanto echamos de menos en las pantallas).
Destaca un baile que es un duelo entre clanes de gitanas con un vestuario moderno. Pero la película reposa sobre todo en la mirada enigmática de la actriz principal, todo un prodigio de sensualidad.
A pesar de que el cine de Saura parece haber sido olvidado en los últimos años, en la actualidad conserva su encanto, su frescura. El tratamiento fotográfico es ejemplar, sus encuadres, la utilización de ese color frío que contrastaba con los colorines chillones de las películas españolas de la época.
La Carmen de Saura no es una prostituta, tal como la definen las versiones más moralizantes, según los esquemas católicos patriarcales, es una mujer libre que vive el día al día según sus deseos y sus necesidades. Nos encontramos ante una rebelde que desafía el poder aunque por desgracia supone un final trágico por todos conocido.
Saura retrata esta sociedad patriarcal con varones que llevan el bastón de mando propio de los clanes gitanos. Una sociedad basada en el poder, en la negación de la libertad, en la hombría que se demuestra a gabinetazos y la chulería malsana, prepotente del macho ibérico que se cree el centro de la creación. La mirada de Carmen es mucho más humana y tierna. Su libertad desconcierta al macho dominante, sea el personaje central de la novela, sea el director del espectáculo encarnado por el propio Antonio Gades dando a entender que incluso en sectores “liberales! O más avanzados de la sociedad existe el machismo. Ese machismo que todo lo impregna de maldad y violencia.
Una bella película que se merecería mayor reconocimiento en tiempos actuales de crisis y desconcierto en la que el cine español está a punto de perder, si no se le remedia, su identidad sino su misma supervivencia.

Salvador Sáinz