EL AMOR BRUJO (1986)


EL AMOR BRUJO. Año: 1986. País: España. Director: Carlos Saura. Reparto: Antonio Gades (Carmelo), Cristina Hoyos (Candela), Laura del Sol (Lucía), Juan Antonio Jiménez (José), Emma Penella (Tía Rosario), La Polaca (Pastora), Gómez de Jerez (El Lobo / Cantaor), Enrique Ortega (Padre de José), Diego Pantoja (Padre de Candela), Giovana (Rocío), Maria Campano, Candy Román (Chulo), Enrique Pantoja, Manolo Sevilla (Cantaor), Antonio Solera (Guitarrista). Guión: Carlos Saura, Antonio Gades. Música: Manuel de Falla. Fotografía: Teodoro Escamilla.E miliano Piedra P.C. Duración: 103 minutos. Drama, musical.

Manuel María de los Dolores Falla y Matheu (Cádiz, España, 23 de noviembre de 1876 - Alta Gracia, Argentina, 14 de noviembre de 1946) fue un compositor español. Representante del nacionalismo musical, es uno de los compositores españoles más importantes de la primera mitad del siglo XX, junto a Isaac Albéniz, Enrique Granados, Joaquín Turina y Joaquín Rodrigo.
En 1925, Falla transformó la primera versión de El amor brujo en un ballet para orquesta sinfónica en una de sus obras más importantes, con tres canciones cortas para mezzo-soprano. Con este formato, El amor brujo triunfó como otras muchas obras de Falla. El libreto fue escrito por Gregorio Martínez Sierra en dialecto andaluz, si bien se ha llegado a poner en duda su autoría, en favor de su mujer, María de la O Lejárraga García, feminista apasionada que publicó obras bajo el nombre de su marido. La música contiene momentos de gran belleza y originalidad, e incluye las famosas Danza ritual del fuego, la Canción del fuego fatuo y Danza del terror. Una historia de hechizos, de brujería, donde el espectro del amante muerto de Candela se le aparece celoso ante sus amores con Carmelo.

La tercera versión de El amor brujo repite la pareja protagonista de la segunda, la que dirigió Francisco Rovira Beleta, los malogrados Antonio Gades y La Polaca diecinueve años después, aunque si el primero con un personaje muy familiar la segunda queda relegada a un rol secundario de hermana del protagonista. En su lugar brillan como nunca Cristina Hoyos y Laura del Sol, que ya habían triunfados en otros títulos de la trilogía flamenca de Carlos Saura.
Esta vez nos encontramos ante un decorado. Saura, en la escena de arranque lo deja bien claro. Estamos ante un plató que reproduce unas chabolas gitanas en donde viven su vida nuestros protagonistas.
Con mucha diferencia es la mejor versión de las tres porque la película de Saura conserva este toque mágico de la pieza de Falla, La escena de la Danza del Fuego es toda una obra maestra del cine musical y el número de las mujeres tendiendo la ropa con su toque de ironía no tiene desperdicio.
Hasta la llegada de los ochenta, Saura había sido todo un referente del cine español. Era considerado el heredero espiritual de Luis Buñuel, autor de un cine de gran calidad intelectual pero al que se reprochaba su tono críptico, hermético, poco accesible al gran público y el polo opuesto al cine populachero y descerebrado imperante.
A partir de los ochenta fue quedando relegado a un segundo plano, mientras que se potenciaba la figura de Pedro Almodóvar y su fauna de frikkies y gays alocados. Un cineasta al que se ha reprochado que de una idea grotesca de España con una pandilla de seres estridentes que parecen haberse escapado de un psiquiátrico.
A Saura se le tachó de frío, de cerebral. Pero con los tiempos que corren, debido al bajo nivel intelectual del último cine español rodado más para las comisiones de valoración técnica del Ministerio de Cultura, mero instrumento de gobiernos desacreditados por su falta de honestidad, que para llegar al gran público mientras que Saura siempre fue etiquetado como cineasta de minorías.
Para mí Saura es de los pocos cineastas coherentes que hemos tenido en España, autor de una filmografía seria, rigurosa y de gran altura intelectual. Su versión de El amor brujo así lo demuestra. Un cine forzosamente claustrofóbico, repleto de obsesiones y fantasías. Muestra en un decorado imaginario, ya que al principio, tal como he explicado, Saura nos muestra que estamos ante un decorado no ante una realidad, nos muestra una sociedad que está encerrada en sí misma. Una sociedad que no evoluciona, que vive marginada con su miseria y sus supersticiones.
Como toda obra de Saura es muy rica, contiene numerosas lecturas y gana cada vez más con un nuevo visionado. Un cine que vence el paso del tiempo, que se revaloriza cada día con su mirada profunda de la realidad que capta.
Un cine al que no se le ha valorado en su justa medida al menos en los últimos años en que ha prevalecido el frikismo y la superficialidad. Ajeno al Imperio de la Trivialidad su figura emerge gigantesca en una cinematografía adocenada y muerta.

Salvador Sáinz