ARTHUR Y LOS MINIMOYS (2006)

Arthur vive en una casa de campo con su abuela, su abuelo ha desaparecido dejando el hogar endeudado y a merced de la voracidad de seres sin escrúpulos que ambicionan el terreno para sus oscuros negocios.
La película tiene un punto de partido convencional, nos encontramos a la exquisita Mira Farrow en el papel de la abuela para nuestra alegría cinéfila. Pero el argumento no se para aquí. Descubrimos un mundo de gente diminuta que el ojo humano no puede captar, los minimoys. Ellos pueden ayudar al pequeño Arthur a encontrar el tesoro escondido y a su abuelo para salvar su hogar del embargo.
Luc Besson (París, 18 de marzo de 1959) es un director de cine, guionista, escritor y productor francés. Entre sus obras se destacan El gran azul, Nikita, Léon, El quinto elemento, Arthur y los Minimoys y El transportador. Ganador de numerosos premios franceses e internacionales de cine. Su primer largometraje Kamikaze 1999 (Le dernier combat, 1983) se presentó al Festival de Sitges, en donde le conocí personalmente, obteniendo el premio a la mejor película.

Besson es un cineasta que siempre se distingue por su buen gusto y en Arthur y los minimoys, que tuvo dos secuelas, Arthur y la venganza de Maltazard (2009) y Arthur y la guerra de los mundos (2011), da una buena prueba de ello. La película que nos ocupa muestra el equilibrio entre dos mundos que se ignoran mutuamente. Uno es el mundo que nosotros conocemos, el mundo humano y racional. Otra es el de los minimoys que los humanos creen inexistentes, seres de fábula, imaginarios.
Éstos ignoran a los humanos, aunque tengan un medio de comunicación. Un teleobjetivo y un día al año a una hora determinada para poderse encontrar.
El mundo de magia y misterio está muy bien resuelto. Arthur viaja al mundo imaginario de los minimoys y conoce a Selena (con la voz de Madonna en la versión inglesa y la de Elena Anaya en la española), personaje que ha sido recortado en las versiones estrenadas en el país del dólar por prejuicios morales propios de dicho país.
Producción francesa que tuvo su gran éxito europeo, menor naturalmente en los famosos USA. Las películas de Besson no abusan de los efectismos, todo se resuelve de forma plácida, amable, placentera.
Besson muestra el paralelismo de ambos mundos, la desapareción de Arthir del suyo provoca un doloroso vacío e incertidumbre. Dos mundos donde seres diabólicos tratan de amargar la vida de sus prójimos en aras de se ambición personal. La realización tiene su gracia y la película se ve con agrado, es distendida y afable. Muy adecuada para públicos familiares.

Salvador Sáinz