LA VIUDA ALEGRE (1925)


LA VIUDA ALEGRE. Título original: The Merry Widow. Año: 1925. País: Estados Unidos. Director. Erich von Stroheim. Reparto: Mae Murray (Sally - la Viuda Alegre), John Gilbert (Príncipe Danilo Petrovich), Roy D'Arcy (Príncipe Heredero Mirko), Josephine Crowell (Reina Milena), George Fawcett (Rey Nikita), Tully Marshall (Baron Sadoja), Edward Connelly (Embajador), Joan Crawford (Bailarina), Xavier Cugat (Director de Orquesta). Guión: Erich von Stroheim, Benjamin Glazer, Marion Ainslee. Música: William Axt & David Mendoza. Fotografía: Oliver T. Marsh, Ben Reynolds, William Daniels (B&W). Metro-Goldwyn-Mayer. Duración. 110 minutos. Drama. Romance. Drama romántico. Cine mudo

La viuda alegre (título original en alemán, Die Lustige Witwe) es una opereta en tres actos con música del compositor austro-húngaro Franz Lehár y libreto en alemán de Victor Léon y Leo Stein basados en la comedia L'attaché d'ambassade (1861) de Henri Meilhac, relativa a una rica viuda, y el intento de sus paisanos de mantener su dinero en el principado encontrándole un buen marido. Fue estrenada en Viena el 30 de diciembre de 1905 y desde entonces es considerada una de las obras más importantes del género.
Varias veces se ha llevado al cine siendo la versión de 1934 dirigida por Ernst Lubitsch y protagonizada por Maurice Chevalier y Jeanette MacDonald, la más famosa de todas aunque para muchos está la presente rodada en 1925 en pleno apogeo del cine mudo por Erich von Stroheim y protagonizada por John Gilbert, y Mae Murray, la perla de las adaptaciones cinematográficas. Los gustos son muy personales en este terreno por lo que no me voy a extender más.

Si la mirada de  Lubitsch era cínica, basada en un humor irónico y a veces frívolo, en cambio Von Stroheim es mucho más ácido y despiadado. La obra es mucho más dramática y seria. Al ser cine mudo las canciones han desaparecido y nos encontramos con una nueva perspectiva.
Una historia de amor entre un aristócrata y una artista de variedades, algo que en aquella época e incluso en la presente era considerada como algo despreciable.
Despreciable a causa del clasismo, la hipocresía y la falsa moral de aquella época. El príncipe Danilo (no tan seductor como el que nos mostró Lubitsch) pertenece a la nobleza, en cambio Sally es una plebeya. Danilo no se puede casar con la mujer que ama por una razón de estado pero paradójicamente la vida da muchas vueltas y entonces hay que desposar a la antaño actriz por los mismos motivos que antaño provocaban su rechazo.
La obra original trata de una viuda rica que desea casarse y marcharse de su país, quedando éste en la ruina si eso ocurre, por lo que se le pretende casar con el tenorio local, Danilo.
Von Stroheim nos cuenta el pasado de la viuda, mejo dicho se lo inventa, para poner en evidencia la hipocresía y la ruindad de la llamada clase alta. Mujer de baja cuna que por diversas circunstancias se convierte en una arribista codiciada.
El retrato de la nobleza del genial director es implacable, duro, mordaz, presentándolos como unos seres absolutamente despreciables. Unos canallas, unos auténticos sinvergüenzas. El final, que no voy a desvelar, es algo acomodaticio. Los finales felices venden entradas ya se sabe por lo que hay que incluirlos aunque sea con calzador. Pero en este caso aún añade más mordacidad al relato.
Una obra extraordinaria de uno de los grandes maestros de la realización al que Hollywood marginó y despreció injustamente. Erich von Stroheim se merece una reivindicación porque su obra bien se lo merece.

Salvador Sáinz