EL GRAN GATSBY (2013)


EL GRAN GATSBY. Título original: The great Gatsby 3D. Dirección: Baz Luhrmann. Países: Australia y USA. Año: 2013. Duración: 143 min. Género: Drama, romance. Interpretación: Leonardo DiCaprio (Jay Gatsby), Tobey Maguire (Nick Carraway), Carey Mulligan (Daisy Buchanan), Joel Edgerton (Tom Buchanan), Isla Fisher (Myrtle Wilson), Jason Clarke (George Wilson), Elizabeth Debicki (Jordan Baker). Guion: Baz Luhrmann y Craig Pearce; basado en la novela homónima de F. Scott Fitzgerald. Producción: Baz Luhrmann, Catherine Martin, Douglas Wick, Lucy Fisher y Catherine Knapman. Música: Craig Armstrong. Fotografía: Simon Duggan. Montaje: Jason Ballantine, Matt Villa y Jonathan Redmond. Diseño de producción: Catherine Martin. Distribuidora: Warner Bros. Pictures International España. Estreno en USA: 10 Mayo 2013. Estreno en España: 17 Mayo 2013.

La famosa novela de F. Scott Fitzgerald ya ha sido llevada al cine en otras ocasiones como, por ejemplo, la versión muda La dicha de los demás (1926) de  Herbert Brenon con Warner Baxter, la sonora The Great Gatsby (1949) de  Elliott Nugent con Alan Ladd, y en color la versión de 1974 dirigida por el gran Jack Clayton con Robert Redford, la versión más famosa, y la actual de Baz Luhrmann con Leonardo DiCaprio que es el título que nos ocupa.
No conozco las dos primeras versiones pero sí las dos últimas. Tampoco las versiones televisivas que aquí no citamos por su irrelevancia. La versión de Clayton hizo época, marcó la moda retro, es decir la de llevar prensas parecidas a los famosos años veinte del siglo pasado, una década que presume de lujuriosa y que terminó con el crack de 1929, seguida de la terrible década de los treinta que fue de las peores que se recuerdan.
En otra ocasión hablaré de la de Clayton que intento recuperar, esta vez me centraré en la última que se ha estrenado con el famoso Leonardo DiCaprio que en los últimos años pretende darle calidad a su filmografía, una operación que me recuerda a la de Robert Redford, un actor ninguneado a causa de su belleza física que se esforzó en dar un giro radical a su carrera huyendo de la mediocridad.
No hace falta añadir que aplaudo las intenciones de DiCaprio y la presente película de Baz Luhrmann es una buena prueba de ello.

La primera parte de la película es puro Baz Luhrmann, un auténtico delirio visual perjudicado por la tendencia del director a utilizar música estridente y anacrónica. Pero enseguida la trama se centra ya en problemas íntimos del personaje central, sus amores frustrados, narrado por un escrito sin suerte, Nick Carraway (Tobey Maguire, famoso Spiderman), un personaje muy criticado porque distorsiona el relato. En realidad todo lo vemos a través de sus ojos. Es un mediocre que apenas entiende lo que ve.
¿Quién es el misterio Gatsby, un pesonaje creado de la anda, hijo de unos granjeros que viven en la miseria y que escapa de su domicilio para buscar fama y fortuna? Fama y fortuna que no está muy claro de dónde procede. Gatsby es un personaje turbio, aliado con gánsteres de Chicago, aunque su cometido no está muy claro. Se intuye que es una tapadera, un hombre de paja al que se utiliza para mover capitales ilegítimos.
Es decir, que tras la fachada glamorousa nos encontramos un auténtico lodazal que apesta a corrupción. Una sociedad basada en la superficialidad. Gatsby convoca miles de personas para sus fiestas, gentes de toda condición social que dicen adorarle, pero le dejan sólo en su funeral ya que le dan la espalda en horas bajas.
Los actores están más que correctos, la versión de 1974 pesa mucho y todavía es imbatible. La película actual presenta algunos puntos oscuros, el actor Tobey Maguire sabe darle el toque mediocre de su personaje, un escritor que se gana la vida vendiendo bonos del Estado porque sus libros no se publican. Se inicia la película en un psiquiátrico, no sabemos por qué ha ido allí. Tal vez ese actor aún está verde para personajes más complejos, acostumbrado a saltar de edificio en edificio portando mallas. DiCaprio intenta meterse en su personaje. Un hombre que lo tiene todo en apariencia pero en realidad no tiene lo que más desea, como el famoso John Foster Kane recreado por Orson Welles, en este caso a la mujer que ama, a la que dejó escapar por motivos económicos y que perdió para siempre.
Lo mejor son las secuencias en las que se reflejan la locura y la extravagancia de los locos años veinte, como se les ha definido posteriormente, una década entre dos grandes guerras mundiales y preludio de una cruel crisis económica que llevó a la ruina e incluso a la muerte a millones de personas.
Este filme es rico en detalles, aunque parco en otros, y se merece más de una revisión para comprenderla en su totalidad. El tiempo dirá si es un nuevo clásico o una simple nube de verano. Pero sí es cierto que sus imágenes fascinan, el delirio visual de su primera media hora es innegable. Una auténtica borrachera estética al que su director ya nos tienen acostumbrados.

Salvador Sáinz