LA GRAN FAMILIA ESPAÑOLA (2013)

En los años sesenta, en pleno auge de los planes de desarrollo, triunfó en la taquilla española la película La gran familia (1961) de Fernando Palacios, con un gran plantel de actores patrios de la época. La película era muy divertida, tenía su gracia, pero a ser publicidad de la familia cristiana tan en voga durante el franquismo en el que se protegían las familias numerosas que surtían de patriotas los hogares españoles. Patriotas que en aquel tiempo no les quedaba otro remedio que emigrar a los países más prósperos del norte de Europa.
La película de Daniel Sánchez Arévalo, alabada por unos y denigrada por otros, presenta las virtudes y los defectos del cine español de la actualidad. Por un lado su falta de ritmo, torpe vocalización de los actores al pronunciar sus frases, rostros conocidos por las diversas series televisivas, una cierta morosidad narrativa.
Su proyección resulta poco atractiva, a veces tediosa. El cine español ya no es el género de cine popular de los años sesenta, en el que la películas nacionales se estrenaban en las grandes salas, llenaban los patios de butacas, el público reía a mandíbula batiente durante su proyección y saludaba con entusiasmo la aparición de cada uno de los actores que eran muy populares y los ciudadanos les paraban por las calles porque todos los reconocían.
Todo eso se lo llevó el viento de la historia. Llevamos treinta años de picaresca, en realidad la picaresca en el cine español se remonta a los tiempos de Monsieur Promio, el primer cámara de los Lumière que filmó en nuestro suelo. Pero nunca ha sido tan descarada como en tiempos presentes en los que se premia el amiguismo, el cine inoperante, las películas fantasmas que no se estrenan y que nadie ve.
No voy a cargar contra la presente película porque en realidad no se lo merece. Daniel Sánchez Arévalo realizó un gran trabajo con Gordos, pero Primos y esta La Gran Familia Española no son tan redondas. Es un cine algo frikkie que no invita a acudir a las salas. Es el sino del cine español actual, su desencuentro con el público es impresionante.
Nos encontramos ante una familia que imita aquella famosa producción de la Metro Siete novias para siete hermanos, a cada hijo el nombre de un personaje bíblico por orden alfabético.
Uno de ellos se va a casar y la familia se reúne de nuevo pero al mismo tiempo se juega el mundial de fútbol en el que La Roja obtendría un de sus mayores triunfos.
Mientras tanto conocemos los problemas de los miembros de la familia, problemas de tipo personal, íntimo y salen a la luz los secretos más recónditos. Un film coral con numerosos personajes con las virtudes y defectos ya aludidos. Su falta de ritmo provoca la incomodidad y las situaciones que se presentan no son lo suficientemente explotadas por su falta de feeling. Pero no estamos ante un producto nulo, tiene sus numerosos valores aunque no estemos ante un producto redondo y bien acabado.

Salvador Sáinz