Una de las mayores tragedias del siglo XX fue la ascensión al poder del Partido Nacional socialista en Alemania. Hijo de la Paz de Versalles, que humilló al pueblo alemán tras su derrota en la primera guerra mundial, y de la severa crisis económica de los años treinta que llevó a la gloriosa nación germánica a la ruina con más de diez millones de parados, para quien ha olvidado la Historia debe tener presente que en aquel tiempo se había producido una situación similar a la actual.
Una grave crisis económica, una gran depresión, puede tener como consecuencia un sistema político desesperado pero de diferentes signo, un país comunista por un lado o un retorcido gobierno demagogo por otro, lo que es en el fondo los sistemas nazi fascistas.
Aunque Karl Marx predijera que la verdadera Revolución comunista se iba a producir en un país súper desarrollado como era y es Alemania, en realidad se produjo dicho acontecimiento en Rusia, mientras que la gran Alemania se decantaría por un sistema completamente adverso.
Ni la novela de Markus Zusak ni la película de Brian Percival profundizan mucho en estos fenómenos sociales, pero sí nos muestran sus consecuencias vistas desde la mirada de una bella adolescente que vive en un pueblecito alemán que sólo se preocupa de sobrevivir.
Markus Zusak, nacido en 1975 en Sídney, es un escritor australiano conocido internacionalmente por sus novelas de literatura infantil I Am The Messenger y La ladrona de libros entre otras obras. Markus Zusak nació como Branko Cincovic, pero decidió cambiar su nombre a la edad de 19 años, cuando se mudó de su casa y comenzó su carrera de escritor.
Brian Percival es un director de cine británico que ha trabajado principalmente en la televisión. Nació en Liverpool, en el Reino Unido y asistió a New Heys Comprehensive School 1973-1980. Ha dirigido Pleasureland, Norte y Sur, Told-Shakespeare (Mucho ruido y pocas nueces), La maldición del rubí y La tienda de antigüedades. Él también dirigió la película de 2013, La ladrona de libros.
A pesar del terrorífico entorno, el relato se distingue por su exquisitez y el buen gusto. En las primeras imágenes vemos un viaje en tren, un muchacho que enfermo y fallece dejando sola a su hermana Liesel. Su madre, a la que no vemos, ha desaparecido por la represión hitleriana. Encuentra a un hogar de acogida, un matrimonio compuesto por una esposa de mal carácter (excelente Emily Watson) y un esposo bonachón (sublime). Liesel se encuentra en un principio atemorizada, pero al profundizar en las relaciones con sus nuevos progenitores su relación se volverá cada vez más estrecha.
De niña analfabeta pasa a convertirse en una escritora de éxito, según va evolucionando a través de la proyección con un relato contado por el espectro de la muerte, el famoso y terrible espectro que en esta ocasión adquiere unos modales más refinados e irónicos.
Esa desdramatización de ese periodo oscuro de nuestra historia puede irritar, pero también desmitificar tan espantoso pasado. Todo se ve a través de los ojos de una adolescente a la que por su edad la conciencia aparece muy atenuada.
Un pequeño barrio a punto de desaparecer, vive alegre y confiado la espera del espectro que esta vez no lleva guadaña.
Todo lo vemos a través de una mirada ingenua pero con atisbos de lucidez, el remordimiento de los besos escamoteados por avaricia sentimental hacia un muchacho de cabellos rubios que suspiraba por su amor. La violencia es mínima.
Un relato de superación, de búsqueda de sus facultades narrativas. La ladrona de libros en pos del saber, en preservar la sabiduría y la cultura en peligro de extinción por parte de un gobierno tóxico, cruel e inhumano.
Los primeros amores, los primeros desengaños y frustraciones. La búsqueda de un futuro mejor.
Una visión nostálgica y triste, no desprovista de belleza. La parte actoral es fundamental para la solidez de la historia.
Salvador Sáinz
