POMPEYA (2014)


POMPEYA. Título original: Pompeii. Año: 2014. Países: Canadá y Alemania. Dirección: Paul W.S. Anderson. Reparto: Kit Harington (Milo), Kiefer Sutherland (Corvo), Carrie-Anne Moss (Aurelia), Emily Browning (Casia), Jessica Lucas (Ariadne), Jared Harris (Severo), Adewale Akinnuoye-Agbaje (Ático). Guion: Janet Scott Barchler, Lee Batchler y Michael Robert Johnson. Producción: Paul W.S. Anderson, Jeremy Bolt, Don Carmody, Robert Kulzer y Martin Moszkowicz. Música: Clinton Shorter. Fotografía: Glen MacPherson. Montaje: Michele Conroy. Diseño de producción: Paul D. Austerberry. Vestuario: Wendy Partridge. Distribuidora: eOne Films Spain. Estreno en USA: 21 Febrero 2014. Estreno en España: 25 Abril 2014. Duración: 105 minutos. Género: Acción, aventuras, drama, romance.

Pompeya (Pompeii en latín) fue una ciudad de la Antigua Roma ubicada junto con Herculano y otros lugares más pequeños en la región de Campania, cerca de la moderna ciudad de Nápoles y situados alrededor de la bahía del mismo nombre en la provincia de Nápoles.
Fue enterrada por la violenta erupción del Vesubio el 24 de agosto del año 79 d. C. y sus habitantes fallecieron debido al flujo piroclástico. En sus proximidades se levanta la moderna y actual ciudad de Pompeya.
Los últimos días de Pompeya (The Last Days of Pompeii) es una novela escrita por Edward Bulwer Lytton, primer Barón Lytton (Londres, 25 de mayo de 1803 – Torquay, 18 de enero de 1873) en 1834. Se trata una novela histórica del romanticismo que narra los últimos días de la vida de unos cuantos habitantes de Pompeya, inmediatamente antes de la destrucción de la ciudad que provocó la erupción pliniana del Vesubio en el año 79. La novela ya ha conocido diversas adaptaciones cinematográficas o televisivas más o menos exitosas: Los últimos días de Pompeya (Gli ultimi giorni di Pompeii, 1908) o La destrucción de Pompeya, cortometraje dirigido por Luigi Maggi; Los últimos días de Pompeya (The Last Days of Pompeii, 1935), largometraje dirigido por Ernest B. Schoedsack y Merian C. Cooper, y con Preston Foster, Alan Hale Sr. y Basil Rathbone como actores principales;  Los últimos días de Pompeya (The Last Days of Pompeii, 1959), largometraje dirigido por Mario Bonnard y con Steve Reeves y Fernando Rey como actores principales. Los últimos días de Pompeya (1984), miniserie de televisión de 5 horas de duración dirigida por Peter R. Hunt y con Ned Beatty, Ernest Borgnine, Brian Blessed (n. 1936), Lesley-Anne Down, Olivia Hussey y Linda Purl (n. 1955) como actores principales.

En el año 79 d. C., la ciudad de Pompeya, un esplendoroso paraíso de recreo romano situado en la bahía de Nápoles, quedó sepultada por una catastrófica erupción del volcán del monte Vesubio. En tan sólo 24 horas, el bullicioso puerto internacional y sus residentes desaparecieron del mapa en uno de los peores desastres naturales de la Antigüedad. Sobrecogedoramente, la ciudad y sus habitantes quedaron conservados virtualmente intactos por la ceniza y la lava que expulsó el volcán.
Desde que no era más que un colegial curioso, el director Paul W. S. Anderson no ha podido olvidar la historia de esta metrópoli glamurosa que quedó arrasada en menos de un día. En su proyecto más reciente, Anderson consigue convertir esa obsesión de toda una vida con Pompeya en una épica película de acción, en la que no faltan combates de gladiadores, intrigas políticas, trágicos amantes y una aterradora lucha por la supervivencia cuando un verdadero infierno se abate sobre la tierra.
El Imperio romano es algo que me ha interesado desde que era pequeño”, asegura Anderson. “Me crié en el norte de Inglaterra, donde hay un montón de yacimientos arqueológicos. Llegué a sentir un gran interés por la civilización romana y, en concreto, por Pompeya. La idea de una ciudad con sus habitantes que hubiera quedado congelada en el tiempo no ha dejado nunca de fascinarme”.
Anderson, junto a Jeremy Bolt, su socio en la producción desde hace muchos años, especialmente conocidos por sus evocativas exploraciones de un sombrío mundo futuro en la franquicia cinematográfica de “Resident Evil”, pasaron más de seis años documentándose y preparando Pompeya. Eso les ha permitido ofrecer un retrato meticulosamente detallado de un mundo perdido, así como una icónica aventura que recuerda a la época de las clásicas películas de catástrofes.
Cuando el 3D empezó a cobrar pujanza a mediados de la década pasada, Paul y yo decidimos que el género que más se podía beneficiar de esa tecnología era el cine catastrofista”, recuerda Bolt. “Entonces sugirió que hiciéramos una película sobre Pompeya. Decidimos hacer el mayor péplum de la historia, pero con un volcán”.
Parecía una idea que encajaba a la perfección con el estilo de Anderson, que se ha dedicado toda su carrera a explorar los límites técnicos, con obras pioneras tanto en 3D como en infografía, sin dejar por ello de crear historias llenas de tensión y emoción. “Combina una extraordinaria capacidad visual con un tremendo conocimiento técnico y un gran interés por la historia”, opina Bolt. “Y también comprende de manera innata lo que gustará a los espectadores. Esto no es un documental, pero está claramente basado en la realidad, a la vez que resulta emocionante, estimulante y muy emotivo”.
En sus tiempos, Pompeya era el destino vacacional más fabuloso de todo el Imperio romano, según Anderson, que agrega: “Era como Las Vegas del Imperio romano”.
La ciudad estaba llena de burdeles, bares, tabernas y muchísimas actividades de ocio”, prosigue Bolt. “Al tratarse de un puerto marítimo, acudía gente de todo el imperio y era un hervidero de actividad sumamente animado. Imaginar quiénes eran esas personas y cómo contar sus historias fue la génesis del proyecto”.
Poco después del mediodía del 24 de agosto, el Vesubio, que había permanecido inactivo durante siglos, expulsó una gigantesca nube de ceniza volcánica que se estima que alcanzó los 30 km de altura. Ceniza, roca y otros detritos volcánicos cayeron sobre Pompeya, cubriendo poco a poco la ciudad y provocando el derrumbe de los tejados de muchas casas bajo el peso acumulado. Avalanchas de ceniza ardiente y gases recorrían la ciudad a gran velocidad, aniquilando al instante a todo ser vivo que hallaran a su paso. La urbe quedó completamente sepultada y la gran mayoría de sus habitantes perecieron.
Aunque hay numerosas evidencias arqueológicas sobre lo sucedido, comenta Anderson, con tan pocos supervivientes apenas hay testimonios de primera mano. “Los historiadores han dependido del relato ofrecido por Plinio el Joven, que tuvo ocasión de presenciar la explosión desde la distancia”, comenta el director. “Escribió una serie de cartas en las que detallaba el desastre, pero la gente no lo tomó en serio. Nadie creía que una catástrofe de tal magnitud fuera posible”.
En tan sólo 12 horas, la ciudad sufrió un terremoto, una erupción volcánica y, como remate final, un tsunami. La cima del monte Vesubio salió volando con tanta fuerza que el volcán perdió más de 600 metros de altura. Sus efectos se han comparado con los de una explosión nuclear.
Pero la ceniza que envolvió la ciudad arrasada sirvió a la vez para conservarla para la posteridad. “Las imágenes son inolvidables —hogazas de pan perfectamente conservadas bajo la ceniza, un perro todavía con una cadena— son imágenes de la vida romana que han sobrevivido casi dos milenios”, explica Anderson.
Pompeya permaneció perdida durante casi 1700 años, hasta 1748, cuando los reyes de la dinastía Borbón de Nápoles iniciaron excavaciones, gracias a las que se descubrirían villas y edificios públicos. A principios del siglo XIX, los visitantes de Pompeya podían pasearse por sus calles y explorar sus edificios estupendamente conservados. Los arqueólogos empezaron a crear moldes de escayola de las víctimas a partir de los vacíos dejados por sus cuerpos en la ceniza, lo que permite a los visitantes del lugar no sólo recorrer las calles de la legendaria ciudad, sino también conocer el aspecto de sus habitantes.
Ahora, al visitarla, es una población interior, a más de un kilómetro de la costa”, comenta Anderson. “En tiempos de Roma, era un puerto. La erupción llenó más de un kilómetro extra de costa”.
El equipo responsable del proyecto realizó un esfuerzo conjunto para mantener la película tan fiel a los datos históricos como fuera posible, hasta el punto de fichar a un experto en esa época para revisar toda la producción.
Entre toda esa fidelidad histórica, Bolt promete a los espectadores un espectáculo digno de un anfiteatro romano. “Veremos bombas volcánicas”, explica. “Veremos una ventisca de ceniza y un torrente de flujo piroclástico, que es básicamente vapor ardiendo, que se desplaza a gran velocidad, incinerando cuanto halla a su paso. Veremos un maremoto. Y todo eso no es más que el último acto. Antes incluso de todo eso, tenemos sensacionales luchas de gladiadores y guerra en Britania, todo ello salpicado de grandes emociones y una tremenda historia de amor”.

Notas de producción


Aunque la película no está basada en la famosa novela de Edward Bulwer Lytton es evidente que sí está inspirada en su narración. Los últimos días de una ciudad que en breve espacio de tiempo desaparece sepultada por la ceniza del Vesubio. Las catástrofes naturales siempre han dado buenos dividendos a la taquilla ya que permiten lucirse al departamento de efectos visuales.
En este sentido la película de Paul W.S. Anderson (autor de una terrible adaptación de Los tres mosqueteros) funciona a la perfección. No obstante otros elementos aparecen más descuidados, la parte humana o la parte en que se describe la vida de la villa romana.
Los actores no tienen mucho carisma y además recuerdan series televisivas como Spartacus Sangre y Arena aunque aquí la parte sexual está eliminada para acceder a los sectores de público más infantiles.
Si la parte en que el volcán arrasa Pompeya es casi perfecta, técnicamente irreprochable, el resto de la película es mediocre. Una sucesión de tópicos del cine de romanos. No resulta molesta pero no te apasiona y la película ha pasado sin pena ni gloria por las taquillas de todo el mundo.
Su carrera comercial ha sido discreta porque la película es asimismo discreta pese a los fuegos artificiales que la adornan. No es nula, al menos no te aburren ni te irritan. El cine de Hollywood suele maltratar recientemente las películas basadas en la antigüedad clásica, al menos se la ha tratado con un cierto respeto lo cual es de agradecer.

Salvador Sáinz