Casino Royale (2006) de Martin Campbell, la desastrosa Quantum of Solace (2008) de Marc Forster y Skyfall (2012) de Sam Mendes componen, junto a Spectre, la nueva serie sobre el agente 007 protagonizado por el actor Daniel Craig, el primer Bond rubio, el primero nacido (1968) después de la franquicia fílmica (1962) y el primero después la muerte de su creador, Ian Fleming (1964). Lejos estamos de los años gloriosos de Roger Moore y sobretodo de Sean Connery que tocaron el techo de la serie. Sus sucesores nada bueno han rodado sobre el personaje a pesar de los esfuerzos de Timothy Dalton y el buen hacer de Pierce Brosnan. Los tiempos de SPECTRA (Ejecutivo Especial para Contraespionaje, Terrorismo, Venganza y Extorsión) y de Ernst Stavro Blofeld ya se han superado o al menos eso creíamos.
Daniel Craig cumple con su papel pero el cine es una labor de equipo y cuando los responsables de la parte creativa se equivocan poco puede hacer. Spectre, pretende ser un reinicio de la serie, continuación de Skyfall, en donde la institución criminal y su siniestro lider reaparecen por fin recordando a siniestras organizaciones que controlan la política y el poder en todo el mundo.
Por ejemplo, la política española, por citar la que nos es más próxima, siempre está condicionada por la Comunidad Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional que exigen recortes que nos han llevado a una gravísima crisis económica que condiciona nuestra vida laboral y personal.
Ese Spectre en el fondo ¿no es más que un reflejo de esas entidades citadas? La orgullosa Inglaterra, todo el Reino Unido, les ha plantado cara y no se ha doblegado ante ese poder extranjero, pero sí la dócil España gobernada por títeres electos por una democracia corrupta.
La cinta que nos ocupa no profundiza en el tema, se limita a seguir los tópicos de nuevo cine de acción. Persecuciones, giros argumentales y poco más. Monica Bellucci está desaprovechada y el villano también.
La nueva serie de Bond carece de misterio, de sofistificación y de gracia. No es una cinta nula pero su nivel es inferior al Bond de otros tiempos. Las películas de 007 en otros tiempos te hacían soñar, te divertían, pero ya no. Los efectos son geniales pero asfixian la película y acaban por cansar. Es como la mayor parte de cine actual, carece de alma. Técnicamente irreprochable pero nada más.
Salvador Sáinz
