Coming Home o Regreso a casa, es el título que sigue a Las flores de la guerra, uno de los títulos más caros del cine chino, pasando a este que nos ocupa que es mucho más modesto de presupuesto y pretensiones. Yimou recupera a su musa, Gong Li, presente en la mayor parte de títulos de su filmografía.
Algunas constantes de la filmografía de Yimou hacen su aparición, como la Revolución Cultural maoista que en Occidente fue mitificada ignorando completamente su naturaleza alienante. Resulta curioso que se acepte como positivo en otras latitudes hechos y actitudes que se rechazan como aberrantes en el nuestro. Es como si hubiera dos varas de medir. Una para la China maoísta y otra para la España falangista y que las cosas son buenas o malas en función de quienes las hagan.
Así en la primera parte nos encontramos ante un supuesto criminal de guerra, la película no aclara los motivos de su encarcelamiento, presuntamente ideológicos.
La segunda parte, dicho “criminal” es liberado y rehabilitado. El Régimen ya no le considera peligroso, todo ha cambiado y los héroes del ayer son los villanos de la actualidad.
Así nos encontramos ante un drama psicológico grave. El personaje central no es capaz de admitir ese cambio, vive como si aún estuviera en el pasado.
Aunque la situación es paradójico y para muchos lejana, en realidad es un problema universal. Lo tenemos en España, gente que quedó traumatizado por la Guerra Civil española y que se pasó el resto de su vida reviviendo recuerdos dolorosos. El pasado impide que se disfrute del presente. Los recuerdos negativos enturbian el cerebro y amargan la existencia hasta convertirla en un infierno interior.
Yimou es un cineasta intimista que vivió en carne propia la famosa Revolución Cultural que le obligó a abandonar sus estudios para llevar una vida rural fuera de su ciudad. El Régimen maoísta, tan mitificado, se convirtió y eso era ya previsible en una feroz dictadura que desembocó en un cruel capitalismo que en la actualidad es el verdadero régimen económico chino.
La película tiene numerosos momentos emotivos, muy tristes. Los personajes principales están muy bien trazados, el padre rehabilitado por el Régimen pero no por la vida. La esposa que vive en el pasado y la hija que sufre las consecuencias por los problemas de ambos.
Una película sencilla de producción pero rica en detalles, juegos de miradas muy bellos. Esa poesía típica de Yimou hace su aparición y protagoniza la película que hubiera merecido mejor difusión.
Salvador Sáinz