JOHN CARTER (2012)

No esperaba gran cosa de esta película, me temí un nuevo Conan de ir por casa, pero al enterarme de que estaba basado en la obra de Edgar Rice Burroughs , concretamente en la novela La princesa de Marte, de la que se celebra actualmente el primer centenario de su publicación, ya mostré interés.  Algunos han comparado esta película con Avatar, pero francamente ésta me gusta mucho más porque su trama es mucho más compleja.
Desgraciadamente al otro lado del Atlántico la taquilla no ha respondido, de forma injusta a mi parecer, y la continuidad de la serie está en el aire.
Burroughs ha sido un autor dotado de una gran imaginación, se le conoce principalmente por la serie de Tarzán que goza de una larguísima filmografía, pero que en cada ocasión se degrada más y no se explota toda su imaginativa descripción de mundos fantásticos. La adaptación que realizó Kevin Connor de Pellucidar fue muy modesta pero simpática, En el corazón de la Tierra (1976) con la sinpar Caroline Munro. En 1931, Robert Clampett, un director de animación en la Warner, ya quiso adaptar al cine esta novela de John Carter, pero no tuvo suerte.
La adaptación de La princesa de Marte, retirulada John Carter es soberbia. Tiene algunos detalles disneyanos, propios de la productora, como ese amigo Whoola, una especie de pero marciano muy agradable y simpático, y la moderación del vestuario evitando mostrar carne por causa de la extraña cultura estadounidense de raíz calvinista y luterana famosa por su puritanismo, algo que choca en la Europa mediterránea de sangre mucho más cálida.
Nos volvemos a encontrar con rostros famosos de la serie Roma, como Polly Walker, James Purefoy, Ciarán Hinds, actores británicos que dan prestigioso a toda película en las que aparecen.
Taylor Kitsch, el héroe, es un actor canadiense en su primera aportación importante. Cumple perfectamente con su objetivo, siendo además de muy buena presencia y físicamente agraciado. Se habla de que tuvo que seguir una férrea y torturante dieta para bajar peso y así exhibir su bello cuerpo masculino para nuestro placer. La texana Lynn Collins, actriz que ha interpretado a William Shakespeare en las tablas, le da la réplica y es su perfecta pareja. A pesar de que la novela tiene ya cien años, la concepción del personaje parece propia del cine moderno. No es una mujer pasiva sino una luchadora hábil e incansable.
El mundo de Barsoom (así llaman los nativos al planeta Marte) está perfectamente bien desarrollado, un planeta árido, desértico y escasa vegetación. Sus habitantes son entrañables.
Los interiores se rodaron en los Shepperton Studios, Shepperton, Surrey, Inglaterra,los Longcross Studio y Ham Hous. Los exteriores en Utah y Nuevo Méjico (USA).
La acción transcurre entre dos mundos, el de Barsoom y el Londres victoriano. Además de unas secuencias en el Oeste americano. Tal disparidad de escenarios puede despistar a ciertos espectadores, pero no a la mayoría que goza con tan variedad de decorados. La parte marciana es tal vez la mejor, la que nos resulta más atractiva porque recrea perfectamente la fantasía de Edgar Rice Burroughs y como director nadie más apropiado que el polifacético Andrew Stanton, especializado en películas de animación como Buscando a Nemo. Esta es su primera película de imagen real y sus resultados son óptimos.

Salvador Sáinz