El tema de la bisexualidad, los tríos, a muchos les puede chocar. Durante muchos siglos hemos vivido la dictadura heterosexual y monogámica en casi todas las culturas impuesta por las diferentes religiones e incluso por sistemas marxistas. Parece ser que “da miedo” formar nuevas asociaciones de familia como las antiguas comunas “hippies” en los sesenta u otras formas habidas y por haber.
Vivimos en una sociedad que se escandaliza por la intimidad del prójimo, porque nuestras vidas vienen marcadas por un guión que debemos seguir siempre a rajatabla y que no podemos transgredir en ningún modo.
Tres nos trata varios temas, la incomunicación, la soledad, la madurez, la decadencia física, la muerte y la inutilidad de nuestra existencia condicionada por los arquetipos, los lugares comunes, la nadería. Nuestros personajes viven una experiencia insólita. Una pareja en la que tanto el hombre y la mujer intercambian infidelidades, es decir los llamados cuernos, pero… oh, sorpresa, se engañan mutuamente con la misma persona.
Esta situación podría haber dado a un vodevil de arrabal, a un film erótico comercial y estúpido pero nada de esto. Nos encontramos con tres personas que se sienten aisladas, solas, y que se sienten felices al unirse formando una nueva forma de familia, el trío bisexual.
Remarco la palabra bisexual por varios motivos, por un lado la necesidad de eliminar la discriminación en razón del género. Si se ama a otra persona no importa su género ni su condición sexual pese a lo que digan los políticos conservadores a los que les molesta la intimidad ajena que no es de su agrado.
Hay muchos tipos de bisexuales, el que se empareja sin importarle el sexo de su compañero/a, que es el más habitual, o aquel que considera que al emparejarse renuncia a una parte de su sexualidad. Por ese motivo desea formar un trío para emparejarse con un miembro de cada sexo y así poderse realizar con plenitud. Un trío donde no se engaña a nadie, por lo que la infidelidad deja de tener sentido. Son tres personas que llegan a un acuerdo en que los tres pueden ser felices y lo que opine la sociedad no importa nada.
La mayoría de las películas que cuentan historias de tríos fracasan por varios motivos. Presentan la relación como algo morboso buscando el escándalo y por extensión el interés del público ávido de sensaciones fuertes. El público actual no es como el de antaño y rara vez se escandaliza por algún motivo. En décadas lejanas ya era piedra de escándalo que Charlotte Rampling “montara” a Dirk Bogarde en El Portero de Noche o que Marlon Brando sodomizara a Marie Schneider en El último tango en París. Cualquier alusión sexual, cualquier desnudo atraía a los espectadores pero en tiempos actuales eso ya es historia.
En consecuencia no se puede buscar la comercialidad en meras anécdotas sino en historias creíbles y sólidas.
El trío, además de elemento morboso como en los antiguos filmes de Eloy de la Iglesia (recordemos Juego de amor prohibido, por ejemplo), ha sido mostrado con auténtica ñoñería en títulos como Castillos de cartón donde aparece como ocasionales locuras estudiantiles. Los adolescentes al madurar se vuelven “serios” y forman una pareja monógama para integrarse en la sociedad conservadora.
En Tres, los protagonistas son ya maduros y el trío una nueva forma de relacionarse, de vivir a su gusto los años de vida que les quedan lo más felices posible. Una forma de vida que no debería molestar a nadie pero que a muchos aún les choca.
Buen trabajo del trío protagonista y buena dirección de Tom Tykwer.
Salvador Sáinz