MUJERCITAS (1949)

Mujercitas es en cierto modo una semiautobiografía de la escritora Louisa May Alcott (nació en Germantown, Pensilvania; 29 de noviembre de 1832 – fallecida en Boston; 6 de marzo de 1888) que en su tiempo obtuvo un arrollador éxito popular. En ella la autora mezcla la ficción y su vida cotidiana. Mujercitas, Hombrecitos, Los muchachos de Jo, son buena prueba de ello.
La película de Mervyn LeRoy rebosa ternura y sensibilidad. En aquel tiempo era habitual rodar películas que intentaran llegar a la fibra sensible del público, algo que en el cine actual está ausente. Parece que en las últimas décadas el público se ha vuelto más aséptico y que rehuye el sentimentalismo como si les produjera pudor o vergüenza.
No ocurre lo mismo con la película en que no se duda en rodar un melodrama creado para que los espectadores, mejor dicho las espectadoras, soltaran una lagrimita y disfrutaran de su proyección con el pañuelo agarrado entre las manos.
Las técnicas de aquel tiempo poco tienen que ver con las actuales, estos decorados son muy evidentes sobretodo esos bosquecitos montados en estudio son poco reales. Además la utilización del color chirría de lo lindo con esas tonalidades brillantes pero a pesar de todo o tal vez gracias a estos condicionamientos propios de la época la película conserva todo su encanto. La amasculinada Jo interpretada por June Allyson engancha enseguida pese a que la actriz ya sobrepasaba los treinta cuando la rodó, siendo su personaje una adolescente. Además están actrices que posteriormente se convirtieron en famosas como Elizabeth Taylor y nuestra amada Janet Leigh.
Es una cinta Metro en donde todo funciona a la perfección. Mervyn LeRoy es además productor, fue el sustituto de Irving Thalberg cuando éste falleció y es un valor seguro de la firma del león. La puesta en escena, la ambientación es brillante a pesar de que carezca de exteriores.
El tiempo ha convertido en un clásico la presente versión, una película que se repone una y otra vez ganando siempre nuevos adeptos o tal vez nuevas adeptas porque las chicas de cada generación se han dejado seducir por la historia de cuatro hermanas pasando estrecheces económicas por culpa de pésimos negocios del padre y de su ausencia por su servicio en el ejército durante la Guerra Civil .
Además está el tono moralizante de la autora. Las cuatro hermanas renuncian a un desayuno navideño para entregárselo a una familia más pobre que ellas. Su entrega, su sacrifico es ejemplar, y también la actitud de los personajes del vecindario.
Pero el tema central es ante todo la de la infancia que se deja atrás, la complicada adolescencia, y la llegada de la madurez. Una escritora que en principio es aldeana y cateta se convierte en una novelista famosa cuando renuncia a sus fantasías para centrarse en reproducir el mundo que tiene a su alrededor. Su evolución humana corre pareja con la de escritora hasta encontrar el amor donde no lo esperaba.

Salvador Sáinz