YO SOY EL PADRE Y LA MADRE


Frank Tashlin (1913 - 1972)


YO SOY EL PADRE Y LA MADRE. Título original: Rock-a-bye Baby. Año: 1958. País: Estados Unidos. Director: Frank Tashlin. Intérpretes: Jerry Lewis, Marilyn Maxwell, Salvatore Baccaloni, Connie Stevens, Reginald Gardiner, James Gleason, Chester Conklin, Hank Mann, 'Snub' Pollard, Jack Benny. Argumento: Frank Tashlin. Guión: Frank Tashlin y Preston Sturges. Música: Walter Scharf. Fotografía: Haskell B. Boggs. Productora: Paramount Pictures. Productor: Jerry Lewis. Duración: 103 minutos.

Poco se ha reconocido al gran Frank Tashlin todos sus méritos como artífice de la renovación del cine cómico en los cincuenta y sesenta. Jerry Lewis, Bob Hope, Danny Kaye pasaron por sus manos en sus mejores películas. Su influencia en la carrera de Lewis fue decisiva ya que influenció mucho su estilo de director y creador cinematográfico. Antes de dedicarse a la comedia física se dedicó al cine de animación para Walt Disney, Paul H. Terry y otros, fue gagman de los hermanos Marx y Lucille Ball, su procedencia le delata en sus comedias caracterizada por unos colores brillantes, argumentos absurdos, giros argumentales radicales y mucho gag visual.
Yo soy el padre y la madre es analizada regularmente como una película de Jerry Lewis, pero en realidad es una película puramente de Frank Tashlin y su toque para la ironía. En sus tiempos, el gran Alfonso Sánchez, maestro de muchos escritores cinematográficos, entre los que me cuento, solía decir que Lewis estaba mucho mejor dirigido por Tashlin que dirigido por él mismo. Lewis tendía a la sobreactuación, a extralimitarse, pero Tashlin supo integrarlo en un argumento y logró conmovernos, convertirle en un ser humano.
El Lewis de Tashlin provoca ternura, simpatía. No trata de arrollarte con un humor agresivo.
En esta película nos encontramos con las grandes dotes para la ironía de su realizador, mostrando ese Hollywood hortera del que se mofa en la película que rueda la protagonista en un Egipto ficticio con un número musical grotesco y ridículo.
La actuación de Jerry Lewis es sobresaliente. Sabe captar la ternura que esconde su personaje tras una fachada de locura histriónica. Tashlin sabe colocarle gags de gran calidad. Jerry Lewis tuvo como gagman no acreditado al mismísimo Stan Laurel entonces marginado por la industria de Hollywood.
En cierto modo el personaje cinematográfico de Jerry Lewis parece que hijo alocado del de Stan Laurel en sus mejores años. Ese aire lunático, de ser que parece vivir un mundo paralelo. Pero mientras el personaje de Laurel es introvertido, el de Lewis es extrovertido. Pero ambos son seres surrealistas, lunáticos, con un sentido de la lógica muy particular.
Algunas situaciones en la actualidad se ven algo superadas, pero una película siempre debe ser considerada en su época y en su contexto. En la actualidad es frecuente ver hombres, maridos, cambiarle los pañales de sus hijos pero en aquel tiempo esa posibilidad era considerada como algo inaudito e inadmisible. Por lo tanto la situación que presenta la película era insólita en aquel tiempo.
Tashlin reflexiona sobre el machismo, el feminismo, la banalidad hollywoodense y su hipocresía, el cotilleo de las pequeñas ciudades estadounidenses de estrecha mentalidad. Su realización es extremadamente brillante, la utilización de Lewis es genial. Ambos formaron un tándem irrepetible en la historia del cine cómico.

Salvador Sáinz