LIO EN LOS GRANDES ALMACENES (1963)


LÍO EN LOS GRANDES ALMACENES. Título original: Who's Minding the Store? Año 1963. País: Estados Unidos. Director: Frank Tashlin. Intérpretes: erry Lewis, Jill St. John, Ray Walston, John McGiver, Agnes Moorehead, Francesca Bellini, Peggy Mondo, Nancy Kulp, John Abbott, Isobel Elsom, Kathleen Freeman, Fritz Feld, Milton Frome, Mary Treen, Dick Wessel, Jerry Hausner, Richard Deacon. Guión: Harry Tugend & Frank Tashlin (Historia: Harry Tugend). Música: Joseph J. Lilley. Fotografía: W. Wallace Kelley. Productora: Paramount Pictures. Duración: 89 minutos. Comedia.

Lío en los grandes almacenes ya pertenece a la época de madurez de Jerry Lewis, anterior al golpe de timón que significó Boeing Boeing (1965) que supuso para el gran cómico un punto de inflexión derivando su carrera hacia un cine más mediocre.  Habiendo recibido numerosos linchamientos por parte de la crítica internacional hasta que los Cahiers du Cinéma le descubrieron, rodó la mencionada comedia en un papel diferente del habitual, mucho más comedido y mucho más serio, recibiendo numerosos elogios por lo que Lewis cometió el error de creerles y de derivar hacia otro tipo de película en la que salió trasquilado. Fue el inicio de su declive como cineasta.
Afortunadamente en Lío en los grandes almacenes nos encontramos al mejor Lewis, el de su mejor época, controlado por su mejor director, Frank Tashlin, una figura que jamás me cansaré de reivindicar.
En la parte negativa de la película, que la hay, nadie es perfecto, está su misoginia y su machismo. Tashlin nos presenta unos personajes, como el director de los grandes almacenes, que es un calzonazos (genial John McGiver) anulado por su esposa Agnes Moorehead. Proceden de una dinastía en la que los hombres pierden su virilidad, es decir su apellido, tomando el de sus esposas que durante generaciones han dirigido los grandes almacenes en la sombra aunque figuren sus maridos como los grandes timoneles del negocio. Es genial la secuencia en que vemos los retratos de los interfectos, apretando un botón se giran los cuadros y aparecen los de las esposas que son las auténticas directoras de los almacenes.
El personaje de Lewis no se quiere casar con una mujer rica, quiere una pobre para mantenerla y no para que sea ella quien le dé de comer arrebatándole su “virilidad”. La “virilidad” de un personaje que generalmente se comporta como un lunático.
Vemos una vez más la sombra de Stan Laurel, si revisamos la filmografía de ésta las esposas suelen ser unas completas arpías.
La película está perfectamente construida por el astuto Tashlin, buenos encuadres, a veces rebuscados y un color chillón. Excelentes momentos de puro slapstick como la secuencia de la pelota de golf que golpea repetidamente a un guardia de tráfico. Jill St. John cumple con su papel aunque añoremos a otras parejas de Lewis como Shirley McLaine (Artistas y modelos) o Stella Stevens (El profesor chiflado) que junto con Janet Leigh (Tres en un sofá) han sido las mejores que ha tenido en su filmografía.

Salvador Sáinz