NACIDA PARA LA DANZA (1936)


NACIDA PARA LA DANZA. Título original: Born to Dance. Año: 1936. País: Estados Unidos. Director: Roy Del Ruth. Reparto: Eleanor Powell, James Stewart, Virginia Bruce, Una Merkel, Sid silvers, Frances Langford, Raymond Walburn, Buddy Ebsen, Alan Dinehart, Reginald Gardiner. Guión: Jack McGowan, Sid Silvers, BG de Sylva. Canciones: Cole Porter. Ray June (B&W). Productora: Metro Goldwyn Mayer. Duración: 105 minutos. Musical | Baile. Ballet

Estamos ante un típico musical Metro de los años treinta cuando el cine sonoro era toda una novedad y la mayoría de las películas se rodaban para exhibir la nueva técnica. Tras unos años de balbuceos, la Metro se lanzó al género musical. La Warner brillaba con las calidoscópicas coreografías de Busby Berkeleyy la RKO con la pareja Fred Astaire y Ginger Rogers. La Metro aún no había descubierto a Gene Kelly y Arthur Freed, pero en aquellos tiempos tenía como buque insignia a la gran Eleanor Powell (Springfield, Massachusetts, 21 de noviembre de 1912 – Los Ángeles, 11 de febrero de 1982), la reina del “tap” o “claqué” como se llamaba en España.
Eleanor Powell Su nombre completo fue Eleanor Torrey Powell. Desde muy pequeña se sintió atraída por el baile de claqué, siendo contratada por el empresario de vodevil Gus Edwards. Poco después se trasladó a Nueva York en donde alcanzaría el estrellato en las míticas tablas de Broadway. A mediados de los años treinta inicia su verdadera carrera aunque ya había realizado pequeñas intervenciones para la gran pantalla: Lola la trailera (1930): El día de los albañiles (1930): Queen High (1930): Escándalos de 1935 (1935): Melodía de Broadway 1936  (1935): Nacida para la danza (1936): La melodía de Broadway de 1938 (1937):  Rosalie (1937): Honolulu (1939): La nueva melodía de Broadway  (1940), en donde fue emparejada con Fred Astaire: Lady Be Good (1941), en la que trabajó con Busby Berkeley: Ship Ahoy (1942): Thousands Cheer (1943), breve aparición en technicolor: I Dood It (1943): Sensations of 1945 (1944): Serenata en el Valle del Sol (1950). breve aparición.
Sólo tuvo cinco años de gloria pero su paso por las pantallas la convirtieron en todo un icono del género. Tal vez su registro era limitado y por eso duró poco en la cresta de la ola. En realidad abandonó el cine cuando se casó con Glenn Ford en 1943, en 1959 se divorciaron y Eleanor se arruinó con el juicio de divorcio volviendo a los escenarios en donde volvió a triunfar. En años posteriores trabajó en televisión, obras de beneficencia y se dedicó a sus labores de ama de casa hasta su fallecimiento a causa de un cáncer.
Nacida para la danza contiene lo mejor y lo peor de su filmografía. Lo mejor son los números musicales con canciones de Cole Porter, todos ellos excelentes, sobresaliendo todos sus números coreográficos en la apoteosis final. Lo peor es el resto de la película, la parte hablada, que es muy poco consistente. Ese es un defecto de la mayoría de los musicales que son irregulares en su calidad, óptima para la parte musical y pésima para el resto.
Así la comedia es muy tópica, no es desagradable pero poco imaginativa. Los actores suelen estar bien. James Stewart no estaba dotado para el cine musical pero se lo toma con buen humor y sale airoso del trance, tenemos además como secundario al gran Buddy Ebsen, un actor todoterreno de larga trayectoria y que ganó con el paso de los años.
Pero la película es Eleanor Powell, sin ella no podía explicarse su producción. Tal vez no era la actriz más bella de Hollywood, pero sí la más simpática. Tenía ese “algo” indescriptible que provocaba que nos fijáramos en ella siempre. Una actriz pasable, una cantante eficiente y una bailarina extraordinaria como pocas ha habido en el firmamento cinematográfico. Sólo por verla bailar la proyección es grata, lástima que no pusieran a su servicio guiones más elaborados o directores de mayor talento. Pese a todo Eleanor era única.

Salvador Sáinz