Óscar a la mejor actriz -- Julie Andrews
Óscar al mejor montaje
Óscar a la mejor banda sonora
Óscar a la mejor canción original por "Chim Chim Cher-ee"
Óscar a los mejores Efectos especiales
Pamela Lyndon Travers (Maryborough, Queensland, 9 de agosto de 1899 - Londres, 23 de abril de 1996), fue una escritora y periodista australiana, autora de la novela infantil Mary Poppins (1934) que se convirtió en un best sellers por lo que creó una serie de secuelas con el mismo personaje: Vuelve Mary Poppins (1935), Mary Poppins Opens the Door (1944), Mary Poppins en el parque (1952), Mary Poppins From A-Z (1963), Mary Poppins in the Kitchen (1975), Mary Poppins in Cherry Tree Lane (1982) y Mary Poppins and the House Next Door (1989).
Mary Poppins es una especie de hada, una niñera mágica que acude a los hogares con problemas, en este caso a la familia de un empleado de banca durante el breve reinado de Eduardo VII (1901-1910). Es decir la época postvictoriana. Walt Disney se interesó por la novela ya en los años treinta pero la autora se opuso a trasladarla a imágenes porque siempre fue un personaje algo difícil por lo que el productor se armó de paciencia y tardó tres décadas en ver realizado su proyecto en forma de musical. Un musical que dio la vuelta al mundo y que se ha convertido en un clásico.
Era la primera vez que se rodaba un musical con canciones escritas expresamente para la película, todos los clásicos de Gene Kelly y Fred Astaire contenían canciones escritas hace décadas y que eran ya famosas antes de trasladarlas a la pantalla o bien eran adaptaciones de obras teatrales de Broadway, Londres o en caso español las clásicas zarzuelas.
A la autora no le satisfizo el personaje creado por Disney por lo que se negó rotundamente al rodaje de las correspondientes secuelas por lo que Mary Poppins no tuvo continuidad en la pantalla.
En su día provocó división de opiniones, a veces motivados por cuestiones políticas ya que Walt Disney era un hombre muy conservador y eso irritaba a muchos críticos que en aquel tiempo presumía de ideas comunistas muy de boquilla. La prensa inglesa se irritó además por el acento cockney de Dick Van Dyke, un actor americano que entonces estaba en la cresta de la ola, pero que desconocía los modismos típicos del inglés castizo. En realidad su acento era paródico, como el falso italiano que usaba Chico Max en las versiones originales de sus películas. Van Dyke salía para cantar, bailar y hacer gracia, materia en la que era un experto.
La protagonista femenina es Julie Andrews en su debut cinematográfico. Disney la vio en una obra de Broadway, Camelot, que le dejó completamente impresionado.
Andrews había triunfado en esta obra y anteriormente en My Fair Lady, pero cuando se llevó al cine el productor Jack Warner cometió el enorme error de rechazarla para el papel porque entonces nunca había hecho cine y era una actriz desconocida. Cuando consiguió el Oscar por su interpretación de Mary Poppins, Julie agradeció la estatuilla al hombre que había hecho posible semejante triunfó, Jack Warner, quién se sintió completamente abochornado.
Actualmente la película de Robert Stevenson está considerada un clásico del cine familiar pero sobretodo del musical gracias a la magia creada por Walt Disney quien, pese a las reticencias de la escritora, supo crear un espectáculo inolvidable. De no haberse rodado esta película en la actualidad las novelas de Travers estarían olvidadas y nadie las recordaría. El personaje de la novela era mucho más antipático que el de la película, carecía del encanto que le supo dar Julie Andrews en su interpretación.
La película se apoya en muchos factores. La magia disneyana, las maravillosas canciones de los hermanos Sherman, los actores británicos por exigencia de la autora con alguna excepción, Dick Van Dyke, cuyo personaje Bert es un compendio de varios personajes que aparecían en las novelas y en realidad era una especie de novio de la institutriz. La autora se opuso a que el guión reflejara su noviazgo por lo que Dick y Julie no se pudieron dar ningún beso hasta la grabación de un show de televisión titulado Julie and Dick at Covent Garden (1974).
Los números musicales suponen lo mejor de la película sobretodo el ballet de los deshollinadores en los tejados londinenses que en la actualidad suponen uno de los más brillantes jamás rodados en la historia del cine.
Aparte tenemos el típico humor británico, ese padre de familia estirado, flemático, con bombín y paraguas típicamente londinense. Un Londres recreado en los Estudios Burbank de Hollywood, la Mary Poppins cinematográfica nunca pisó Inglaterra como se ha creído.
Personajes secundarios extravagantes como ese almirante Boom que cada hora se dedica a lanzar cañonazos desde el tejado de su domicilio sin que le detenga la policía y ningún juez le envíe al psiquiátrico que es lo que pasaría en la realidad, o ese tío Albert al que le dan ataques de risa que le hacen flotar en el techo.
El guión tiene algunas contradicciones. Al día siguiente de la excursión al parque, el primer día de la institutriz en la casa, parece que lleva ahí mucho tiempo cuando en realidad es el segundo día de trabajo, o que los banqueros (presentados como seres extremadamente estirados) vayan a levantar cometas la mañana siguiente del óbito de su padre en la noche anterior, detalles que carecen de lógica y sentido. Se me argumentará que estamos ante un filme fantástico pero cualquier teórico del género sabe que dentro de la ilógica ha de haber una lógica, aquí ausente.
Pero esos errores menores quedan subsanados con un ritmo dinámico, los personajes son generalmente graciosos incluso el director del banco que encarna de nuevo Dick Van Dyke cuya gravedad es incluso cómica.
El tiempo ha convertido la película en un espectáculo entrañable, irrepetible. Pasados 48 años sigue seduciendo fresca y saludable como si acabara de rodarse hace dos días.
Desgraciadamente la era de los musicales estaba tocando a su fin, pero digan lo que digan en los sesenta se rodaron algunos muy buenos como My Fair Lady, Oliver, Camelot. Julie Andrews volvió a triunfar en Sonrisas y lágrimas, pero los siguientes intentos como La estrella se estrellaron en taquilla. Dick Van Dyke rodó en la Gran Bretaña Chitty, Chitty, Bang, Bang que en su día pinchó y dio poco dinero, pero en cambio en reposiciones, televisiones y ediciones en video se convirtió en el clásico indiscutible en la actualidad. Ya octogenario, el gran fantasista sigue en activo.
Salvador Sáinz