LAS DOS HUÉRFANAS (1921)


LAS DOS HUERFANAS. Título original: Orphans of the Storm. Año 1921. País: Estados Unidos. Director: David Wark Griffith. Actores: Lillian Gish (Henriette Girard), Dorothy Gish (Louise Girard), Joseph Schildkraut (Caballeror de Vaudrey), Frank Losee (Conde de Linieres), Katherine Emmet (Condosa de Linieres), Morgan Wallace (Marqués de Praille), Lucille La Verne (Madre Frochard), Sheldon Lewis (Jacques Frochard), Frank Puglia (Pierre Frochard), Creighton Hale (Picard), Leslie King (Jacques-Forget-Not), Monte Blue (Danton), Sidney Herbert (Robespierre), Lee Kohlmar (Rey Luis XVI). Guión: D.W. Griffith, basado en la obra de Adolphe d’Ennery y Eugène Cormon. Fotografía: Paul H. Allen, G.W. Bitzer, Hendrik Sartov. Música: Louis F. Gottschalk, William Frederick Peters. D.W. Griffith Productions. Duración: 150 minutos.

David Wark Griffith (La Grange, en la zona rural de Kentucky, 22 de enero de 1875 – Hollywood, 21 de julio de 1948), el gran cineasta, había rodado su obra maestra, Intolerancia (1916) que le había llevado a la ruina pero como buen caballero sudista pagó todas sus deudas aunque el decorado de la antigua Babilonia estuvo muchos años son desmontar por causas de falta de liquidez económica.
Como suele ocurrir en casos parecidos, tras un fiasco o se va al paro o se rueda cine más comercial. Naturalmente Griffith apostó por la segunda solución y con Las dos huérfanas (1921) volvió a saborear las mieles del éxito mercantil que es el que le daba de comer pese a todo.
El viejo maestro estaba muy bien dotado para el melodrama y el suspenso, esos dramáticos salvamentos en el último minuto tras tener en vilo al público durante toda la programación. Arte en el que era un auténtico maestro, antes de que irrumpiera el gran Alfred Hitchcock en los estudios británicos. Porque se olvida que el inventor del suspenso no fue el orondo inglés sino ese caballero sudista de ideas conservadoras que en la actualidad son consideradas políticamente incorrectas y que destacan por su ingenuidad.
Como Las dos tormentas volvió a llenar de dólares las arcas del padre del cine, como muchos le califican, siguiendo la misma línea Griffith se puso a rodar otro meoldrama ubicado en la Revolución Francesa de la que da una imagen babilónica con esa monumental orgía por las calles de París (un París de plató de Hollywood) que es puro delirio.
Griffith compara a Danton con Abraham Lincoln, y empieza la película con una loa patriótica a los Estados Unidos, el sistema político deseado por los revolucionarios franceses. Pero claro para el autor de Intolerancia, la revolución de Robespierre está más cerca de la satanizada revolución soviética comparanda a los "sans colulottes" con los bolcheviques. Un cambio político brutal revanchista a golpe de guillotina en la que las dos protagonistas son juguetes del destino.
Las dos protagonistas son Lillian Gish, estrella habitual de Griffith, con su cara de pajarillo asustado y reina indiscutible del llanto porque esa mirada dulce y tierna sabía conmover a las plateas de todo el mundo. En esta ocasión está acompañada por su hermana Dorothy, menos famosa, pero que tuvo así una carrera consistente.
Los elementos melodramáticos están perfectamente logrados, animados por una realización vigorosa. Hace ya 90 años que esta película vio la luz, y aún hoy destaca su vibrante narración que sorprende incluso a los públicos actuales pese a que la técnica cinematográfica está mucho más avanzada que la de aquella época. El cine entonces estaba en pañales como quien dice y las películas de Griffith entonces dejaba boquiabierto a todo el mundo, como los Peter Jackson o Steve Spielberg actuales. Claro está que las comparaciones son odiosas porque el fenómeno Griffith jamás se ha repetido a lo largo de la historia.

Salvador Sáinz