EL CID (1961)


EL CID. Título original: El Cid. Año 1961. Pais: Estados Unidos. Director. Anthony Mann. Reparto: Charlton Heston (Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid), Sophia Loren (Doña Jimena), Herbert Lom (Ben Yusuf), Raf Vallone (García Ordóñez), Geneviève Page (Doña Urraca), John Fraser (Alfonso VI, Rey de Castilla), Douglas Wilmer (Al-Mu'tamin, Emir de Zaragoza), Frank Thring, (Al-Kadir, Emir de Valencia), Michael Hordern (Don Diego, padre de Rodrigo)), Andrew Cruickshank (Conde Gormaz), Gary Raymond (Príncipe Sancho, primer hijo del rey Fernando), Ralph Truman (Rey Fernando), Massimo Serato (Fañez, amigo def Rodrigo), Hurd Hatfield, (Arias), Tullio Carminati (fraile), Fausto Tozzi (Vellido Dolfos), Gérard Tichy (Rey Ramiro I de Aragón), Christopher Rhodes (Don Martin), Carlo Giustini (Bermudez), Barbara Everest (Madre Superiora). Guión: Philip Yordan & Fredric M. Frank. Música: Miklós Rózsa. Fotografía: Robert Krasker. The Rank Organisation / Samuel Bronston Productions. Duración: 184 minutos. Aventuras | Histórico. Siglo XI. Biográfico. Edad Media. Cine épico

Siempre se dice que los españoles de valía nunca triunfan en España, porque entre la envidia de unos y el resentimiento de otros, acaban por hundirle y hacerle la vida imposible. He aquí una temática netamente española, rodada en suelo español y que fue rodado por los cineastas de Hollywood con actores estadounidenses, británicos e italianos, pero ningún español en papeles relevantes. Nuestra participación se limitó a hacer de extras, soldados que participaron en las escenas de batallas por órdenes expresas del entonces Jefe del Estado que envió nuestros quintos para lucir trajes medievales en el castillo de Belmonte, Burgos y Peñíscola. Suelo leer en prensa española, por supuesto, que El Cid está mal hecha porque sale un seiscientos (coches utilitarios de la época) en la playa y los actores llevan relojes de pulsera, detalles que sólo estarán en la imaginación de quienes realizan dichos comentarios.
El Cid tendrá algunas contradicciones históricas, eso sí, porque entonces la película ya no sería de Hollywood, habrá manipulaciones impuestas por estrellas caprichosas que sólo pretenden lucirse en la pantalla sin importarles ningún otro concepto, pero es la película favorita de Martin Scorsese, el presidente Kennedy fue un fan entusiasta de la misma y sobretodo del personaje central que invitó a Charlton Heston a la Casa Blanca para que le hablara del Cid Campeador. Hasta 1961, fuera de nuestras fronteras nadie sabía quién era el Cid, desde entonces se estudió en muchos colegios estadounidenses y del resto del mundo.
Hubo problemas claro, Samuel Bronston no lo tuvo fácil. Samuel Bronshtein conocido como Samuel Bronston (Chisinau, Besarabia, (actual Moldavia), Imperio ruso, 26 de marzo de 1908 – fallecido en Sacramento (California, EEUU), 12 de enero de 1994) fue un productor de cine estadounidense de origen ruso. Sobrino del legendario político León Trotski, su familia emigró primero a París y después a los Estados Unidos. Falleció de una neumonía provocada por el avanzado estado de Alzheimer y fue enterrado, como era su deseo,  en Las Rozas (Madrid).
Avispado productor se dio cuenta de las enormes posibilidades que tenía España como plató cinematográfico, variedad de paisajes, buen clima y en la época condiciones económicas óptimas.
Bronston hubiera llegado muy lejos de no ser porque desde un punto de vista financiero era más bien torpe, sus películas están realizadas con el corazón, no con el cerebro y algunas aventuras fracasaron comercialmente como La caída del Imperio Romano y El fabuloso mundo del circo. Algunos errores de casting. Ava Gardner y el directo Nicholas Ray, muy dados a la bebida, les hicieron perder mucho dinero. La caprichosa Sophia Loren y sus aires de diva molestaron a Charlton Heston que no quiso repetir con ella y por esa razón, y no la que publicó la prensa, rechazó protagonizar La caída del Imperio romano que hubiera funcionado mejor con Heston y otra actriz que con la pareja que finalmente rodó dicha epopeya sobre la Antigüedad.
Fue una verdadera lástima todo lo que ocurrió con Bronston, se tuvo que marchar y sólo regresaron sus cenizas para ser enterradas cerca del lugar donde estaba construido su estudio del que se benefició el cine español y sobretodo Televisión Española durante décadas. Es la tragedia de un país, España, donde los sueños se convierten en quimeras y la envidia es el deporte nacional, una enfermedad que corroe a mucha gente que destruye todo lo que está a su alcance y dedican todas sus energías a hundir a los demás.

Rodrigo Díaz (¿Vivar del Cid, provincia de Burgos?,2 c. 1048 – Valencia, 1099) caballero medieval más conocido por un anónimo Cantar de Mío Cid, los historiadores no se ponen de acuerdo en su fecha de publicación ¿1200? pero suponen que su autor era muy culto por el lenguaje utilizado en su redacción. Las obras de teatro Las mocedades del Cid (16051- 1615) de Guillén de Castro y El Cid (1636) del francés Pierre Corneille, también contribuyeron con mucha información al guión de Philip Jordan así como la valiosísima aportación de Ramón Menéndez Pidal (La Coruña, 13 de marzo de 1869 – Madrid, 14 de noviembre de 1968), insigne historiador autor de Cantar del mío Cid: texto, gramática y vocabulario (1908–1912), La España del Cid (1929) y de Historia del Cid (1942), que ejerció de asesor histórico de la obra maestra de Anthony Mann.
Desgraciadamente el guión no convencía a la diva Sophia Loren que no veía oportunidad de lucimiento y rechazó su colaboración si no se modificaba en función de sus intereses estelares. Bronston cedió ante sus exigencias en perjuicio de la historia provocando la indignación de Charlton Heston que se negó a repetir con la Loren como pareja tal como he apuntado más arriba.
¿Errores históricos? Los hay. El Cid al fallecer en Valencia tenía 51 años, sus dos hijas ya eran mayores y se habían desposado. .Recordemos Las hijas del Cid(1963), modesto pero entrañable filme de Miguel Iglesias Bonns que aborda concretamente el episodio de los infantes de Carrión que las maltrataron y abandonaron. Episodio perteneciente a una obra de teatro de 1908 y no a la historia real como veremos más adelante. .
Otro punto de fricción fue la utilización de la palabra España para hablar de la patria que en realidad es Castilla, pero la película alude en el guión al conjunto de reinos de la Península en peligro por las huestes de Ben Yusuf (genial Herbert Lom) y no a un solo territorio por lo que su inclusión es aceptable ya que el vocablo España procede de Hispania, el nombre que los romanos dieron a la Península Ibérica cuando la conquistaron. Recurriendo a textos ajenos: Así, en tiempos de los romanos "Hispania" correspondía al territorio que ocupaban en la península, Baleares y, en el siglo III, parte del norte de África (la Mauritania Tingitana, que se incluyó en el año 285 en la Diócesis Hispaniarum). En el dominio visigodo, el rey Leovigildo, tras unificar la mayor parte del territorio de la España peninsular a fines del s.VI, se titula rey de Gallaecia, Hispania y Narbonensis. San Isidoro narra la búsqueda de la unidad peninsular, finalmente culminada en el reinado de Suintila en la primera mitad del s.VII y se habla de la madre España. En su obra Historia Gothorum, Suintila aparece como el primer rey de "Totius Spaniae". El prólogo de la misma obra es el conocido De laude Spaniae (Acerca de la alabanza a España).
Tanto en la versión original estadounidense en inglés como la española en castellano cuando El cid (Charlton Heston) parte para el exilio grita “¡Por España!” mientras que en el doblaje catalán de TV3 grita “¡Per Castella!”.
La obra antes citada del francés Corneille sirvió de inspiración al prólogo del guión de Jordan, quien utilizó pasajes de su famoso drama.
La película está dividida en dos partes con un salto temporal entre ambas. En la primera nos encontramos las mocedades del Cid, cómo llegó a convertirse en paladín de la Corte del rey Fernando I de León, rey de Castilla entre otros títulos, y el episodio del juramento de Santa Gadea que provocó su destierro.
La segunda parte presenta un importante salto temporal. Se omite el episodio en la que El Cid marchó a Zaragoza y vivió en la corte de la taifa bajo las órdenes del rey Al-Muqtadir, quien gravemente enfermo fue sucedido aquel 1081 por Al-Mutamán. En la película aparece Al-Mu'tamin (Douglas Wilmer) que debe de ser este último. También se omite las trifulcas con el conde Berenguer Ramón II de Barcelona que le había rechazado cuando le ofreció sus servicios tras su exilio.
La acción pasa ya al episodio de Valencia que es el más épico con un Cid convertido en un hombre maduro. El guión presenta algunas licencias porque parece que todo pasa en cuatro días y no en varios años. Sus hijas no se llamaban Doña Sol y Doña Elvira, como en la obra de teatro de Eduardo Marquina que data de 1908, sino María, Cristina y Diego Rodríguez. Maria Díaz de Vivar (1080 - 1105) fue condesa de Barcelona al casarse con el conde Ramón Berenguer III, hijo del adversario del Cid, Ramón Berenguer II, y aliado del Campeador en la guerra de Valencia. Doña Jimena fue la Señora de Valencia durante tres tras la muerte de Rodrigo y su yerno la apoyó hasta su final. Al evacuar la ciudad y trasladar los restos momificados de el Cid fue cuando algunas leyendas hablan del episodio de que ganaba las batallas después de muerto porque colocaron su cadáver sobre un caballo y las huestes enemigas huían al verlo creyendo que era un espectro demoniaco.
Toda la segunda parte fue en realidad una condensación de los últimos años del Cid y de las campañas valencianas. Si históricamente no es válido, sí lo es cinematográficamente porque ceñirse estrictamente a la historia hubiera necesitado una trilogía como la de El Señor de los anillos o El Hobbit, provocando entonces la ira de los críticos que acusarían a Bronston de pesetero y mercantilista.
Aceptándolo como tal, la película es una sublime muestra de cine épico con una realización brillante de Anthony Mann, apoyado por Yakima Canutt como director de la segunda unidad y los gloriosos ayudantes de dirección españoles José López Rodero y  José María Ochoa (quién trabajó conmigo en La grieta, su última película), además del italiano Luciano Sacripanti quienes hicieron una espléndida labor.

Salvador Sáinz

RODAJE DE "EL CID"

Ramón Menenz Pidal charla con Mann, Heston y Brosnton

La playa de Peñíscola (Castellón) repleta de extras

Castillo de Belmonte (Cuenca)

Heston charla con Anthony Mann

Heston, Menéndez Pidal, Mann y Bronston

Bronston, Menéndez Pidal y Heston conversan en Burgos

Arriba Heston con la benemérita en Belmonte.
Derecha: el autor de Diario de Cine, Salvador Sáinz montado en una máquina de guerra, un ariete medieval que por cierto nunca he visto en la película. Quizá no se utilizó pero queda como un bello recuerdo. La instantánea se tomó en Peñíscola.