LA GRAN JUERGA (1966)


LA GRAN JUERGA. Título original: La grande vadrouille. Año 1966. País: Francia. Director: Gérard Oury. Reparto: Bourvil (Augustin Bouvet), Louis de Funès (Stanislas Lefort), Terry-Thomas (sir Reginald Brook), Claudio Brook (Peter Cunningham), Mike Marshall (Alan Macintosh), Marie Dubois (Juliette), Pierre Bertin (el abuelo de Juliette), Andréa Parisy (Sor Marie-Odile), Mary Marquet (la madre superiora), Benno Sterzenbach (el mayor Achbach), Paul Préboist (el pescador), Henri Génès (el guardián del zoo de Vincennes), Colette Brosset (Mme Germaine), Catherine Marshall (una monja), Mag Avril (la vieja vecina), Pierre Roussel (cliente del restaurante del tren), Rudy Lenoir (un soldado alemán), Reinhardt Kolldehoff (un alemán en la persecución), Michel Modo (el soldado bizco), Sieghardt Rupp (el teniente Sturmer), Helmuth Schneider (el alemán del tren), Hans Meyer (Otto Weber), Jacques Bodoin (Méphistophélès), Gabriel Gobin (un maquinista de la residencia en la Ópera), Clément Michu (el cartero de la estación), Guy Grosso (el músico distraido). Guión: Gérard Oury, Danielle Thompson, Marcel Jullian. Música: Georges Auric. Fotografía: Claude Renoir.Les Films Corona (Francia). Duración: 118 minutos. Comedia, resistencia, segunda guerra mundial.

Bourvil y Louis De Funès ya habían sido emparejados anteriormente en otros títulos como Poisson d'avril (1954) y El hombre del Cadillac (1965), mención aparte es su colaboración en la célebre La travesía de Paris (1956) en la que coincidieron sin emparejarse. El éxito de la película de Gerard Oury, dio pie a que los productores decidieran unirles en nuevas aventuras y para tal fin se rodó La gran juerga, una empresa ambiciosa y arriesgada por utilizar en clave de comedia la ocupación alemana durante la Segunda Guerra Mundial, un tema que provocó una profunda herida en los sentimientos del pueblo francés. Además de ser una película alegre no cae en el maniqueísmo más propio de otras latitudes como son las nuestras y si no veamos las películas sobre la Guerra Civil Española tanto las del bando nacional durante el franquismo o el republicano desde la restauración de la democracia.
Gerard Oury, lejos de esto, incluso nos ofrece una imagen de unos soldados alemanes que en el fondo son otros infelices que fueron a la guerra porque se les obligó y no por satisfacción personal.
El resultado fue un auténtico bombazo en taquilla,  La gran juerga se convirtió en la película más taquillera durante mucho tiempo y no fue hasta el estreno de Los visitantes no nacieron ayer que ninguna producción le disputara el trono.
El hecho de convertirse en un gran éxito es un arma de doble filo. El público rió a carcajada limpia con las desventuras de ese par de cómicos metidos a héroes de la patria muy a su pesar. Los críticos se rasgaron las vestiduras como siempre. Tal vez por ese motivo dicha cinta no ha estado lo suficientemente valorada, algo extraño en una nacionalidad como la francesa acusada de chovinista y donde la crítica de los Cahiers du Cinéma reivindicó al cine americano y sus películas consideradas de mero entretenimiento.

La película se inicia con unos aviadores de la RAF (Fuerzas Aéreas Británicas) cuyo avión es alcanzado por la metralla alemana por lo que deben saltar en paracaídas, cayendo sobre la Ciudad Luz, París. Cada cual encontrará ciudadanos franceses que les ayudarán a escapar del cerco nazi aún a riesgo de sus vidas. Uno es un pintor, Augustin (Bourvil), un trabajador que precisamente está pintando en un patio de las fuerzas invasoras. Otro es un reputado director de orquesta, Stanislas (Louis De Funès). Resulta curioso que uno de los cómicos con más éxito en los años sesenta y setenta en todo el mundo haya triunfado con papeles antipáticos, a veces desagradables. Un espécimen de gente que se cree superior a los demás porque nació en familias acomodadas, desdeña a sus semejantes más humildes. La pareja Bourvil-De Funès refleja hasta cierto punto las luchas de clases de nuestra sociedad. La de los que poseen el capital y el de los que tienen que realizar duros trabajos para poder subsistir. Pero de hecho el egoísmo, la falta de solidaridad del director de orquesta en el fondo no es más que fachada porque cavará por acostumbrarse a su camarada de origen humilde.
Hemos hablado de la pareja cómica Bourvil-De Funès, como siempre basada en el contraste. Si Stan Laurel era delgado y Oliver Hardy era orondo, el contraste en este caso está basado en la posición social. Bourvil representa el proletariado, Louis De Funès la burguesía, en este caso francesa. En este filme nos encontramos además que la pareja se ha convertido en un trío, porque el jefe británico es otro cómico inglés de sobrada fama en aquellos tiempos, el muy entrañable Terry-Thomas que también estaba especializado en papeles de villanos cómicos.
Los tres reunidos por azar, al que se suma el buñueliano Claudio Brook (véase Simón en el desierto y El angel extermiandor). Brook ((28 de agosto de 1927 - 18 de octubre de 1995) aparecía en películas de diferentes nacionalidades gracias a su dominio del inglés. Marie Dubois aporta la mano femenina y da ocasión de que en la trama pueda incluirse un romance con el pintor interpretado por Bourvil.
Durante la película los dos antihéroes se convertirán en héroes, perseguidos por los nazis deben huir a la Francia no ocupada. Vivirán toda clase de peripecias hilarantes como las secuencias del mesón y los equívocos con los números de las habitaciones.
La gracia de la cinta es que la acción es mostrada seriamente, es decir como si fuese una película dramática con la salvedad de que a nuestros personajes les ocurren situaciones divertidas y graciosas. La película muestra la solidaridad del pueblo francés con los soldados británicos. Los alemanes no son los villanos de rigor siempre sedientos de sangre. Son soldados regulares, no alimañas sádicas como se les suele mostrar en la filmografía sobre la temática de la ocupación alemana de Francia. El tono es amable y distendido, por eso la película no sólo es agradable de ver sino que se ha convertido en todo un clásico de la comedia francesa.

Salvador Sáinz