DRÁCULA (1958)

DRÁCULA. Título original: HORROR OF DRACULA. Año 1958. ”Hammer/Universal” (Reino Unido). Productor: Anthony Hinds, Productor ejecutivo: Michael Carreras, Director: Terence Fisher, Guión: Jimmy Sangster, basado en la novela “Drácula” de Bram Stoker, Fotografía: Jack Asher (Eastmancolor, revelado en Technicolor.), Operador: Len Harris, Decorados: Bernard Robinson, Música: James Bernard, Dirección musical: John Hollingsworth, Efectos especiales: Sydney Pearson, Maquillaje: Phil Leakey (y Roy Asthon, no acreditado), Vestuario: Molly Arbuthnot, Peluquería: Henry Montsash, Montaje: Bill Lenny, Supervisión montaje: Bill Lenny, Montaje sonoro: James Need, Sonido: Jock May, Script.: Doreen Dearnalley, Ayudante dirección: Robert Lynn, Productor asociado: Anthony Nelson-Keys, Jefe de Producción: Donald Weeks, Ayudante de Producción: Bernard Robinson, Fotofija: Tom Edwards. Duración: 2.228 metros, 82 minutos.
Intérpretes y personajes: Christopher Lee (conde Drácula), Peter Cushing (doctor Van Helsing), Michael Gough (Arthur Holmwood), Melissa Stribling (Mina Holmwood), John Van Eyssen (Jonathan Harker), Carol Marsh (Lucy Holmwood), Valerie Gaunt (mujer vampira), Olga Dickie (Gerda), Janina Faye (Tanya), Charles Lloyd Pack (doctor Seward), Miles Malleson (Marx, el enterrador), George Woodbridge (posadero), Barbara Archer (Inga, la criada), George Merritt (policía), George Benson (aduanero), Geoffrey Bayldon (portero), Paul Cole (joven).
Filmada en los Estudios Bray en 1957.

Desde la Segunda Guerra Mundial, el cine fantástico agonizaba entre la indiferencia del público y la apatía de los productores. Sin embargo, la firma británica Hammer era consciente de que el género no estaba agotado del todo y que la única forma de resucitarlo era hacer tabla rasa del pasado y regresar a sus propias fuentes.
Gracias a Terence Fisher, auténtico codificador fantástico británico, esta versión de “Drácula” es más fiel al espíritu de la novela de Bram Stoker, aunque con ciertas licencias en el argumento haciendo desaparecer el personaje de Renfield y las secuencias del sanatorio del Doctor Seward. 
La película costó entre $160.000 y $200.000, con 25 días de rodaje, e incluso fue nominada al Oscar por su fotografía. Por vez primera se utilizaba el color típicamente Hammer, caracterizado por unas tonalidades intensas, y una recreación de la Inglaterra victoriana evitando mostrar el presente.
El estilo Fisher se caracteriza por su capacidad de síntesis, nunca alarga una secuencia más de lo necesario. La película carece de puntos muertos, aunque adolezca de ciertos efectismos necesarios para atraer la atención del espectador.
Por vez primera se sugiere la furia sexual de los vampiros, como la mujer que aparece en el castillo de Drácula o la propia Lucy una vez vampirizada. Mina esperará con impaciencia la llegada del conde a su alcoba, llegando a esconderle en el sótano de su propia casa.
Si la versión de Browning tenía un fuerte bache narrativo en las secuencias del sanatorio de Seward, aquí eliminadas del guión, Terence Fisher consigue una obra compacta que no decae en ningún instante.
El vampiro aparece al principio como un refinado anfitrión, desvelándose después en la secuencia con la vampira como un ser completamente endemoniado. Christopher Lee nos ofrece un Drácula completamente distinto de Bela Lugosi. Si éste es cínico, irónico y mordaz, Lee es una auténtica furia del Averno, un ser de una maldad casi perfecta, sin ningún resquicio de humanidad.
Posiblemente sea ésta la imagen más fidedigna del vampiro cinematográfico, así como una película redonda que cambió radicalmente la concepción del cine de terror que se tenía hasta entonces superando a sus predecesores americanos.
Si en la etapa Universal, el título más brillante fue sin ninguna duda “La novia de Frankenstein” (The Bride of Frankenstein, 1935) de James Whale, en la etapa Hammer es “Drácula” la película más perfecta.
Mención aparte nos merece el personaje del profesor Van Helsing, encarnado por un sereno Peter Cushing, formando con Lee la pareja más carismática del cine fantástico desde la formada por Boris Karloff y Bela Lugosi. Cushing y Lee no son historia, son una auténtica leyenda tanto en sus colaboraciones para la Hammer como para otras productoras como, por ejemplo, la Amicus cuyas películas tienen un nivel inferior de calidad.
No podemos olvidar la frenética pelea final, rodada el último día gracias a una sugerencia del propio Cushing, así como la desintegración del vampiro por los rayos de sol, aderezada por esa ráfaga de viento que esparcirá sus cenizas.
Con la versión de Terence Fisher, el conde Drácula alcanza el punto más alto de toda su filmografía. Un nivel que nunca más volverá a repetirse, ni siquiera por la propia Hammer quien al darse cuenta del gran negocio que tenía entre manos creó una serie de secuelas de inferior calidad. Sólo Fisher fue capaz de igualar a Fisher, tal como veremos más adelante.
También merecen mención Michael Gough (el mayordomo de Batman en las versiones de Tim Burton) así como las dos vampiras, Carol Marsh y Valerie Gaunt, que saben transmitir la furia de sus respectivos personajes y mantener al mismo tiempo su atractivo sexual.
La fotografía brillante de Jack Asher y la música de James Bernard acentúan profundamente el carácter fantástico de esta absoluta obra maestra del cine fantástico, pero ante todo debemos tener presente la perfección de Terence Fisher por haber creado una obra sólida, así como revolucionar la concepción del género con un estilo más realista, sabiendo confrontar perfectamente el mundo de la realidad con el de la fantasía.

Salvador Sáinz

MI ENCUENTRO EN SITGES CON FISHER (1976)