LAS AMANTES DEL VAMPIRO (1970)


LAS AMANTES DEL VAMPIRO. Título original: The Vampire Lovers. Año 1970. País: Reino Unido. Director: Roy Ward Baker. Reparto: Ingrid Pitt (Marcilla / Carmilla / Mircalla Karnstein), Peter Cushing (General von Spielsdorf), Dawn Addams (La Condesa), Ferdy Mayne (Doctor), Jon Finch (Carl Ebhardt), Douglas Wilmer (Barón Joachim von Hartog), George Cole (Roger Morton), Kate O'Mara (La Gobernanta (Mme. Perrodot), Madeline Smith (Emma Morton), Pippa Steel (Laura), Kirsten Lindholm (primer vampira), Janet Key (Gretchin), Harvey Hall (Renton), John Forbes-Robertson (Hombre de Negro), Charles Farrell (Landlord), Shelagh Wilcocks (ama de llaves), Graham James (chico primeo), Tom Browne (chico segundo), Joanna Shelley (la hija de Woodman), Olga James (aldeana). Guión: Harry Fine (Historia: Sheridan Le Fanu). Música: Harry Robertson. Fotografía: Moray Grant. American International Pictures (AIP) / Hammer Film Productions. Duración: 91 minutos. Terror. Intriga. Thriller. Vampiros

El éxito de la Hammer revisitando los famosos monstruos de la Universal había dado sus frutos. En vez de copiar una y otra vez los ambientes de la productora hollywoodense, la productora británica bebió directamente de las fuentes literarias e hizo tabla rasa con lo rodado hasta la fecha. Añadió color, erotismo, golpes de efecto. A finales de los cincuenta sus películas se convirtieron en un auténtico bombazo taquillero que animó a la productora a la producción masiva de títulos más o menos afortunados. Sin embargo el abuso de las secuelas acabaron por desgastarla y a principios de los setenta la Hammer comenzó a perder el favor del público.
En 1967 Roy Ward Baker, esforzado director autor de una filmografía interesante (Niebla en el alma, El único evadido, La última noche del Titanic), fue convocado para rodar  ¿Qué sucedió entonces?, auténtica obra maestra del género fantacientífico, a la que siguieron El aniversario y Luna cero dos. En 1970 se abordó la obra Carmilla de Sheridan Le Fanu (28 de agosto de 1814 – 7 de febrero de 1873) que ya había sido llevado al cine por el mediocre Roger Vadim en Et mourir de plaisir (1960) y la modesta adaptación de Camillo Mastrocinque La maldición de los Karnstein (1964) que tuvo escasa distribución.
La versión de Roy Ward Baker fue sin duda la mejor dada su solvencia profesional. De hecho se había encontrado el listón muy bajo y superarlo fue completamente fácil. Los ignorantes profesionales enseguida se apresuraron a tildar al realizador británico de “seguidor de Terence Fisher”, una extraña táctica para negar el pan y la sal a los diferentes directores que trabajaron para la Hammer acusándoles de ser meros comparsas y copiones del gran realizador por el simple hecho de trabajar en la misma productora. Un análisis tan simplista como ridículo. La obra de Roy Ward Baker tiene la suficiente autoridad para alejarse de tan grotesco tópico.

Las amantes del vampiro estaba protagonizada por Ingrid Pitt (1937–2010), una actriz que estaba llamada a convertirse en la versión femenina de Christopher Lee. Hasta la fecha la mayoría de las actrices jugaban papeles pasivos, de víctima, en casi todas las películas del género fantástico. Se limitaban a poner cara de terror y de gritar desesperadamente cuando aparecía el monstruo de turno. Las excepciones eran contadas, la Barbara Shelley de Drácula príncipe de las tinieblas y fuera de la Hammer Barbara Steele en La máscara del demonio. Con su nariz respingona estaba llamada a convertirse en musa de muchos aficionados al género pero la carrera comercial de la película no llegó ni de lejos a los grandes títulos de la productora en décadas anteriores.
En aquel tiempo se creía que el rol activo en el terror estaba reservado a los hombres y vedado a las mujeres. A su Carmilla se le añadió un toque erótico explícito. Algo que jamás ocurrió con Christopher Lee por los prejuicios inversos. La sensualidad masculina siempre se ha ocultado por considerarla exclusiva de las féminas. En fin prejuicios que todavía no han sido superados.
La Carmilla de la novela y de la película tiene un tono descaradamente lésbico, algo que en aquella época era inconcebible y que molestaba a ciertos sectores ultraconservadores y homofóbicos. Resulta curioso ver cómo en aquel tiempo se abordaba la homosexualidad en el cine de vampiros. La lésbica es considerada morbosa y atractiva, la masculina estaba vista como grotesca y ridícula, véase El baile de los vampiros de Roman Polanski.   
La película tiene un tono típicamente Hammer, noches filmadas por el sistema “noche americana” utilizando filtros azules en la que la presencia de las vampiras se presiente aunque no aparezcan en pantalla como el caso del conde Drácula en su famosa serie.
La vampira resulta más seductora que terrorífica, no es tan agresiva ni amenazadora como su colega masculino pero su sensualidad es manifiesta. Pitt no es una belleza típica, sus facciones son algo duras, pero tienen su encanto, su magia que no fue bien aprovechada en su tiempo porque su filmografía fue demasiada escasa para nuestro gusto.
Una serie de veteranos añaden fuerza a la película como el legendario Peter Cushing, el sólido secundario Douglas Wilmer, el emergente galán Jon Finch, Ferdy Mayne que parece escapado de la mentada película de Polanski y la malograda Dawn Addams.

Salvador Sáinz