LAS TRES CARAS DEL MIEDO (1963)


LAS TRES CARAS DEL MIEDO. Título original: I tre volti della paura. Año: 1963. País: Italia. Director: Mario Bava, Salvatore Billitteri. Reparto: Boris Karloff (Gorca), Michèle Mercier (Rosy), Lidia Alfonsi (Mary), Mark Damon (Vladimire d'Urfe), Susy Andersen (Sdenka), Massimo Righi (Pietro), Rika Dialina (Maria), Glauco Onorato (Giorgio), Jacqueline Pierreux (Helen Chester), Milly (The Maid), Harriet Medin (Vecina), Gustavo De Nardo (Inspector de Policia). Guión: Mario Bava, Alberto Bevilacqua, Marcello Fondato (Historias: Ivan Chekhov, F.G. Snyder, Aleksei Tolstoy). Música: Roberto Nicolosi. Fotografía: Ubaldo Terzano. Coproducción Italia-Francia-USA. Duración: 95 minutos. Terror, Película de episodios

Hablar de cine fantástico de los sesenta y de Mario Bava en concreto es hablar de obra maestra con mayúsculas. Las tres caras del miedo está dividida en tres segmentos. Para mí el segmento de Los Wurdalak (basada en una narración corta de Aleksey Konstantinovich Tolstoy, La familia Wurdalak) es muy superior a los otros dos, aunque en ellos el maestro italiano haya dejado su profunda huella.
El primer segmento está protagonizado por Michèle Mercier, (Nacida el 1 de Enero de 1939 como Jocelyne Yvonne Renée Mercier). Destaca el juego de colores y una puesta en escena sobria. La cuidada planificación de Bava que antes fue director de fotografía nos centra en una historia agobiante que fue manipulada por la distribución en las versiones americanas e italianas. Si en la primera se introducía una trama lésbica, que es muy poco explicita pero se sobrentiende, en la segunda queda reducida a una historia de fantasmas.
La tercera es abiertamente terrorífica. Aquella gota de agua que cae una y otra vez hasta destrozar los nervios de la víctima. Son dos buenos ejemplos de terror psicológico basado en la paradoja y  en una situación al límite.

Pero tal como he apuntado para mí el segmento de los wurdalak, los vampiros rusos, es sin duda superior basado en un relato de Tolstoy que por cierto nada tiene que ver con el autor de Guerra y Paz. Se trata a pesar de su brevedad de una de las mejores cintas de vampirismo de toda la historia pese a que los decorados realizados en estudio son demasiado evidentes.
Boris Karloff, ya en su plena madurez, recrea una de sus mejores caracterizaciones en sus últimos años. El del abuelo de una familia rusa del siglo XIX que persigue a un bandido turco y acaba convertido en un wurdalak. La secuencia del niño, el nieto de la familia, que sale de la tumba para llamar a su madre es de las más escalofriantes de toda la historia del cine sin tener que recurrir a los fuegos de artificio del cine moderno.
Porque para crear angustia, inquietud, sólo se necesita un buen guión perfectamente estructurado. Un guión basado en personajes reales enfrentados a un poder sobrenatural o fantástico, en ese caso los vampiros. Si los personajes no son creíbles la narración sea literaria sea cinematográfica está condenada al fracaso.
Bava nos muestra, recreada en estudios, la Rusia rural atrasaa y supersticiosa, muestra la maldad de los seres de las tinieblas que llevan a descomponer y llevar a la perdición a toda una familia. Un relato que no tiene el happy end acomodaticio, aunque Bava al final de la película introduce una pirueta muy graciosa en donde deja en evidencia el artificio del cine de terror.
Bava, el maestro Bava, logra conseguir una obra maestra indiscutible con una gran economía de medios, ya que el caché de Boris Karloff en aquel tiempo era extremadamente modesto. Sus secuencias son inolvidables y dejan profunda huella en el espectador. Sólo un maestro puede conseguir que el público se identifique totalmente con lo que ve en pantalla por muy irreal y fantástica sea la trama. Bava es por desgracia un fenómeno irrepetible en la historia del cine.

Salvador Sáinz