GRITOS EN LA NOCHE (1962)


GRITOS EN LA NOCHE. Año 1962. España. Director: Jesús Franco. Reparto: Conrado San Martín (Inspector Tanner), Diana Lorys (Wanda Bronsky / Melissa), Howard Vernon (Dr. Orloff), Perla Cristal (Arne), María Silva (Dany), Ricardo Valle (Morpho), Mara Laso (Irma Gold), Venancio Muro (Jean Rousseau), Félix Dafauce (Inspector), Faustino Cornejo (Jeannot), Manuel Vázquez (Klein), Juan Antonio Riquelme, Fernando Montes (Malou), Elena María Tejeiro (Ursula Camila), Jesús Franco (Pianista). Guión: Jesús Franco. Música: José Pagán, Antonio Ramírez Ángel. Fotografía: Godofredo Pacheco. Coproducción España-Francia; Hispamer Films / Leo Lax Production / Ydex Eurociné. Duración: 90 minutos.Terror. Thriller. Asesinos en serie

Una de las primeras películas del cineasta más prolífico del cine mundial, uno de los más discutidos, más amados y más odiados al mismo tiempos. Me refiero al recientemente fallecido Jesús Franco (Madrid, 12 de mayo de 1930 - Málaga, 2 de abril de 2013). Jesús Franco Manera, también conocido como Jess Franco, fue un director de cine, actor, guionista, compositor, productor y montador español, tío del escritor Javier Marías, del economista y crítico de cine Miguel Marías y del director de cine Ricardo Franco y cuñado del filósofo Julián Marías.
Rodó más de 200 películas, dirigiendo incluso a una edad avanzada. Murió prácticamente con la cámara al hombre, como él deseaba, y aunque muchas de sus películas son consideradas nulas fue una figura envidiada por una industria formada por gente frustrada y mediocre como es el cine español.

Gritos en la noche, rodada en blanco y negro y escaso presupuesto, introduce al personaje del doctor Orloff y del sicario Morpho, muy caros a su filmografía. En aquella época, hablo de los años sesenta, era habitual los programas dobles en cines de barrio y salas de ciudades pequeñas. Se proyectaba la película base, generalmente una producción de Hollywood, y también mucho cine europeo, y una serie B de complemento. Como se suponía que ésta careciera de calidad se la trataba con mucha indulgencia.
Franco se acomodó a la realidad de la época y dirigió películas como la presente y la olvidada Labios rojos con Manolo Morán y una pareja de detectives femeninos que capturan malhechores, personajes también habituales en su larguísima filmografía. Aunque a mucha gente no les guste ese cine tildado de cutre y casposo, en cambio despierta muchas simpatías entre los amantes a la serie B.
Sus tramas son a veces infantiles pero siempre se carectarizan por su sentido del humor. De hecho es lo mejor de tan peculiar autor, apodado por la crítica francesa “le genial je m'en foutiste”. Es decir un cineasta que pasaba de todo descaradamente y que iba siempre a su bola sin preocuparle críticas y comentarios adversos a su genio y figura.

Gritos en la noche es una cinta pionera del terror español, pese a que muchos sitúan ese inicio con La noche de Walpurgis en 1970, La verdad es cuando Leon Klimovsky estrenó su película el fantástico español ya llevaba coleando ocho años.
El primer Franco se distingue por una puesta en escena muy bien elaborada, planificación cuidada y una cierta frescura narrativa. Ambientes de cabaret con la clásica casposidad hispana. El maquillaje de Morpho es un poema, irreal y absurdo. El papel de inspector corre a cargo de Conrado Sanmartín, un galán habitual en la época.
El argumento da sus giros inesperados. El enigma lo resuelve un borracho interpretado por Venancio Muro, otro rostro familiar en aquel tiempo, el típico graciosillo español, mientras la policía está en Babia. En la versión internacional aparece un par de desnudos. Costumbre que se inició en aquel tiempo porque los distribuidores extranjeros añadían secuencias eróticas rodadas por equipos foráneos con una diferente tonalidad de imagen y generalmente no tenían relación alguna con el resto de la cinta a la que le quitaban coherencia.
Muchas veces se ha hablado que la censura, en este caso la económica, no consiste sólo en quitar escenas de desnudos sino en añadirlas cuando no son necesarias por motivaciones mercantiles.
Una película pues modesta, no casposa, que nos deja entrever lo que hibiera sido un cineasta original que hubiera llegado más lejos si hubiera caído en mejores manos. La España de Franco le obligó a marcharse al extranjero, la Ley de Pilar Miró le condenó al ostracismo hundiendo literalmente su carrera y convirtiéndole en un outsider del cine patrio. Pero Jesús Franco o Jess Frank murió haciendo aquello que le gustaba, cine. Se convirtió en un cineasta de culto en un país en que la mayoría de películas obtienen un triunfal éxito en los reproductores de video de sus directores.

Salvador Sáinz