LOS DIEZ MANDAMIENTOS (1956)

Para mí hablar de Cecil Blount DeMille (12 de agosto de 1881 – 21 de enero de 1959) es como hablar de uno de los mejores directores de la Historia del Cine. Sin embargo ha sido uno de los más despreciados por cuestiones ideológicas. Mucha prensa cinematográfica basa sus valoraciones profesionales en afinidades políticas lo que para mí es un error. Hay un abismo entre la forma de pensar de DeMille y la mía pero basándome en resultados tengo que considerarle uno de mis cineastas predilectos. No juzgo al hombre sino al cineasta.
Los diez mandamientos fue su última película, y además una de las mejores de su filmografía. Su salud estaba delicada cuando la rodó. Tenía 75 años, a esa edad muchos cineastas han perdido su talento, pero no en el caso que nos ocupa.


Los diez mandamientos (1956), The Ten Commandments. Año de producción: 1956. País: U.S.A. Dirección: Cecil B. DeMille. Intérpretes: Charlton Heston, Yul Brynner, Anne Baxter, Edward G. Robinson, Yvonne De Carlo, Debra Paget, John Derek, Cedric Hardwicke, Nina Foch, Martha Scott, Judith Anderson, Vincent Price, John Carradine. Argumento: J.H. Ingraham (Novela "Pillar of Fire"), A.E. Southon (Novela "On Eagle's Wing"), Dorothy Clarke Wilson (Novela "Prince of Egypt"). Guión: Jesse Lasky Jr., Jack Gariss, Fredric M. Frank, Æneas MacKenzie. Música: Elmer Bernstein. Fotografía: Loyal Griggs. Distribuye en DVD: Paramount. Duración: 220 min. Público apropiado: Jóvenes. Género: Histórico, Drama. Extras DVD: Español mono e inglés 5.1. Reportajes. Tráilers.

Una película de Cecil B.DeMille puede ofrecernos siempre diversas lecturas. Sobretodo las bíblicas en donde nos cuela deliciosos fragmentos eróticos como esa espectacular orgía frente al Monte Sinaí. En Los diez mandamientos se conjuga la sensualidad de Debra Paget, Yvonne de Carlo y Anne Baxter con la virilidad de Charlton Heston, John Derek  y Yul Brynner, aderezados con actores de fuerte carácter como los sensacionales Edward G Robinson y Vincent Price.
Según cuenta el documental, Cecil B. DeMille no entendía la interpretación de Edward G Robinson, hasta que la vio entera en una pantalla. Ese humor cínico, ese falso servilismo, ese sentido de la oportunidad para medrar a costa de traicionar a su pueblo. Sin embargo es el personaje más actual, lo podemos identificar con esos escaladores, esos trepas carentes de escrúpulos capaces de todo para conseguir su bienestar económico.
Hablaba de varias lecturas en la película que nos ocupa. Cecil B. de Mille nos habla del nacimiento de la ley, un contrato entre toda la humanidad para convivir. Los diez mandamientos de la tabla se dividen en dos, una tabla es el compromiso con el Creador compuesta por tres mandamientos, los otros siete conforman la segunda tabla y marcan la relación que debemos tener con nuestros semejantes.
Sin embargo estos mandamientos se han visto distorsionados por lecturas interesadas. Las diferentes confesiones religiosas las interpretan a su manera.
El director empieza la película con un prólogo interesante. Nos habla de que nuestras vidas deben permanecer al Estado, representados por crueles dictadores (faraones, reyes y demás malas hierbas) o ser libres bajo la Ley de Dios.  
Naturalmente esa lectura es conservadora, según la ideología del director. Por esa razón muchos críticos le han negado la pan y la sal durante décadas.
Pero por encima de todo que el DeMille creador de grandes espectáculos y Los diez mandamientos permanece imbatible pese a que los efectos especiales ya estén superados. Esa forma de presentar el Ángel de la Muerte con un humo verde que se desliza por suelo egipcio es mucho más inquietante que los espectaculares efectos digitales del cine moderno en donde se ha perdido el poder de sugestión en aras de lo evidente. Los cineastas modernos nos suelen abrumar pero DeMille sabía sugerir.
Está la parte histórica muy cuidada aunque se sepa poco de Moisés. No existen datos históricos que fundamenten su existencia real, pues todas las referencias a él son muy posteriores, cuando ya se había formado el judaísmo. Según la Torá judía (el Antiguo testamento cristiano) era hijo de Amram y su esposa Iojebed. Es descrito como el hombre encomendado por el dios Hashem (Yahvé) para liberar al pueblo hebreo de la esclavitud en Egipto y como su máximo profeta y legislador.
Se trata de una figura de capital importancia en las tres grandes religiones monoteístas: cristiana, judaica, musulmana.
En el relato observamos  muchos tópicos judíos. El pueblo oprimido por una dictadura de otra raza o nacionalidad. En este caso los egipcios, En Sansón y Dalila (1949) son los filisteos y en El rey de reyes (1927) los romanos. Los judíos no hacen nada para combatir a sus opresores, se limitan a esperar la llegada de un mesías para que resuelva todos sus problemas  y cuando lo tienen reniegan de él como hacen con Moisés al que traicionan con una orgía en honor de un extraño becerro de oro.
Con todo, Los diez mandamientos es un espectáculo clásico en donde su director dio lo mejor de sí mismo. Fue su canto del cisne, su testamento cinematográfico. Un bello colofón a una carrera repleta de éxitos.

Salvador Sáinz