EL SILENCIO DE UN HOMBRE (1967)


EL SILENCIO DE UN HOMBRE (LE SAMURAI). Dirigido por Jean-Pierre Melville, 1967. Nacionalidad: Francia, Italia. Intérpretes: Alain Delon, Nathalie Delon, Caty Rosier, François Périer, Michel Boisrond, Jacques Leroy, Catherine Jourdan, Jean-Pierre Posier. Guión: Jean-Pierre Melville (Novela: Joan McLeod). Director de fotografía: Henri Decae, Eastmancolor. Música: François de Roubaix. Duración: 105 min. Coproducción Francia-Italia; Filmel / FIlms Borderie / T.C.P. / Fida Cinematografica. Género: cine negro
Espectadores: 782.808
Recaudación: 163.580,11 €

El silencio de un hombre es un estudio de la soledad de un asesino profesional condenado a una vida carente de afectividad y calor humano. Alain Delon encarna a la perfección este personaje dotándole con una máscara de inexpresividad, inexpresividad en el buen sentido. No lo es por falta de talento interpretativo, sino porque su personaje es frío, carente de emotividad.
Jean-Pierre Melville muestra la tela de araña en la que el criminal es atrapado pese a tener las coartadas perfectas, cómplices que mienten para encubrirle. También muestra una forma de investigación criminal sórdida, siniestra, con inspectores que llegan a colocar micrófonos en los domicilios y la ingeniosa forma que tiene el protagonista de descubrirlos, gracias a su periquito que al entrar extraños en su cochambroso domicilio revolotea alborotado y pierde plumaje.
La película está dirigida como si se tratara de un ritual japonés. Todo está calculado con minuciosidad y frialdad. Lo de menos es la motivación de la trama que no es demasiado explícita, sólo vemos un submundo de seres perversos y sin entrañas que viven del crimen organizado.
Las persecuciones policiacas utilizando personas poco sospechosas de pertenecer al cuerpo de la Seguridad del Estado. Gente que actúa en silencio, sin llamar la atención.
Destaca la utilización del tempo, la trama te tiene en vilo pese a la austeridad de su acción. No hay persecuciones espectaculares en automóvil por las calles de París, ni apartamentos lujosos. Sólo ambientes tétricos, deprimentes, como esa sórdida comisaría con policías que parecen funcionarios no saltimbanquis circenses como los que aparecen en las películas hollywoodenses.
El silencio de un hombre es un cine distinto, cine de autor. Con escasos elementos sabe crear una tensión que parece no tener fin, un cine que te inquieta en vez de abrumarte con piruetas. Un cine magistral que parece haberse perdido por el túnel del tiempo. En definitiva, una gran película.

Salvador Sáinz