Las películas sobre Juana de Arco nos provocan un cierto dilema, ¿cómo es posible que un Dios pacifista que siempre habla de amor al prójimo promoviera una guerra de un país cristiano contra otro de la misma religión? Lo que si es cierto es que Juana de Arco es ya toda una leyenda del siglo XV que acabaría con el Descubrimiento de América y el inicio de la Edad Moderna.
Estamos ante un feudalismo tardío, con los días ya contados. Un feudalismo que todavía creía en brujas, aparecidos y toda clase de demonios. Un largo contencioso bélico entre Francia e Inglaterra con la Guerra de los Cien Años en medio aunque en realidad duró mucho más tiempo y una larga secuela de cadáveres que estuvo a punto de dejar exterminada la población francesa.
La Edad Media afortunadamente estaba tocando a su fin. Una campesina contra todo pronóstico sale de su pequeña aldea para encabezar los ejércitos franceses contra el invasor inglés y la gente le creyó porque desde hacía años se había propagado una profecía en la que todos creyeron ciegamente. Una profecía que habla de una doncella legendaria que se alzaría en armas y llevaría a Francia por los senderos de la victoria.
El profeta musulmán Mahoma decía que la fe mueve montañas y eso es cierto. Cuando se cree en alguna causa se adquiere mayor fuerza originando que la antigua Galia despertara como nación tras siglos de abatimiento y sumisión.
La película de Fleming es discutible, es muy colorista con un Technicolor exagerado como era habitual en la época y numerosos decorados de estudio. En aquella época no se utilizaban los decorados naturales, sino los recreados en estudio que siempre se ven artificiales y restan credibilidad a la película.
Ingrid Bergman interpreta su papel con entusiasmo que parece contagiar al resto del reparto, es un papel que toda actriz anhela por sus capacidades de lucimiento. Hay grandes momentos épicos, como el asalto a Orleans y otros tristes como el posterior encarcelamiento de Juana de Arca traicionada por su monarca en el que creía ciegamente.
La actriz sueca centra la atención en todo el momento y en cierto modo salva la película que da una imagen superficial de la doncella de Orleans.

Salvador Sáinz