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Eloy Germán de la Iglesia Diéguez (Zarauz, Guipúzcoa, 1 de enero de 1944 - Madrid, 23 de marzo de 2006), trasladándose de joven a Madrid para estudiar Filosofía. A los 20 años de edad ya había escrito, dirigido o producido casi cincuenta títulos para el medio televisivo.
A los 22 años debuta en la realización con "Fantasía 3" (1966), un film de corte infantil compuesto por tres segmentos, La doncella del mar, Los tres pelos del diablo y El mago de Oz, nada más alejado de su posterior carrera caracterizada por un cierto tremendismo y un negro sentido del humor.
Su siguiente título, realizado en cuestiones muy precarias, "Algo amargo en la boca" (1967) fue toda una sorpresa. La actriz y escritora Ana Diosdado le ayudó en el guión, pero la censura franquista se ensañó con la película destrozándole el metraje. Se trata de un joven que llega a una casa donde viven su tía y sus primas, quienes se disputan sus favores para terminar dándole la muerte porque la presencia del macho desquiciaba sus vidas.
Tras un olvidable "Cuadrilátero" (1969) con el boxeador José Legrá, entonces en la cúspide de la fama, el esforzado guipuzcoano rompe la imagen tópica y típica de Carmen Sevilla con "El techo de cristal" (1970). Una mujer mata a su marido, trocea el cadáver y lo esconde en la nevera, alimentando con él a sus animales domésticos.
Si este film no es una maravilla de técnica, si debemos reconocerle una cierta atmósfera, un morbo especial que motivó las iras de la censura franquista que se ensañó cortándole diversas secuencias de sus cintas. Esta imagen de
cineasta perseguido le persiguió, valga la redundancia, prácticamente a lo largo de su carrera.
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En "La semana del asesino" (1971), un Barba Azul estilo español, es Vicente Parra quien rompe los clichés, ampliando su registro. Los protagonistas de ambas cintas son reunidos en "Nadie oyó gritar" (1972), en la misma línea morbosa.
"Una gota de sangre para morir amando" (1973), de ambiente futurista, estaba protagonizada por Sue Lyon, una bella joven que se acuesta con seres desdichados a los que asesina después. A pesar de ser reventada por la crítica española, obtuvo excelente acogida en el extranjero. "Juego de amor prohibido" (1975) y "La otra alcoba" (1976) nada añaden a lo dicho.
Tras alejarse del género negro con tres cintas más, con "El diputado" (1978) el cineasta de Zarauz nos muestra los conflictos de un político de izquierdas que es homosexual y se ve acosado por unos terroristas de extrema derecha. En la misma línea, en "La mujer del ministro" (1980) es la esposa de un ministro de la Unión del Centro Democrático (Amparo Muñoz) la víctima de un chantaje.
Paradójicamente el cambio político producido tras la muerte de Franco perjudicó sensiblemente la carrera de Eloy de la Iglesia, perdiendo este morbo que le había caracterizado por un tono más discursivo al servicio del Partido Comunista Español. En 1985 se apartó de esta temática para dirigir Otra vuelta de tuerca, adaptación de la novela de fantasmas de Henry James.
Homosexual y drogadicto, ésta última afición le fue llevando a una trágica autodestrucción. Sus cintas "El pico" (1981) y "El pico II" (1983), así como "La estanquera de Vallecas" o (1987) "Navajeros" (1980) resultan paradigmáticas en este sentido, muestran el mundo de la marginalidad con una convicción ausente del cine producido en la era socialista.
Eloy de la Iglesia posteriormente fue noticia en la prensa por verse en una situación patética, a causa de su adicción a la droga, convertido en una sombra de sí mismo. Tras 16 años en dique seco, y estrenó un nuevo filme, Los novios búlgaros (2003), una historia de amor homosexual cuya carga social tiene en este caso por ambiente el mundo de la emigración y se inspira en la novela homónima de Eduardo Mendicutti. Dirigió, asimismo, el Calígula de Albert Camus para televisión.
Pero con todas sus virtudes y defectos, es necesario reconocerle una cierta preocupación por la sociedad, mientras otros cineastas parecen únicamente obsesionados en satisfacer su ego.
Después de recuperarse de sus graves problemas con las drogas, murió el 23 de marzo de 2006, a los 62 años de edad, tras una operación para la resección de un tumor maligno.
Salvador Sáinz
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