Ciñéndome al cine español, cuando se me pregunta cuál ha sido mi musa preferida la respuesta es para mí muy clara: Marisol. La respuesta puede sorprender. Marisol se hizo famosa siendo una niña pequeña, pero sólo tenía dos años más que yo y ya se sabe que los niños se enamoran de gente de su edad y como la estrella coetánea por excelencia fue esa actriz de ojos azules me sentí hechizado por su mirada y por su sonrisa.
Una actriz que iba creciendo y madurando al mismo ritmo que yo, que pasó a convertirse en adolescente cuando yo me convertí en adolescente y dejé atrás la niñez. Y empezó a ser mujer cuando yo empecé a ser hombre.
Un rayo de luz y Ha llegado un ángel fue para mi un gran descubrimiento. Sus películas siguientes me gustaron menos porque Tómbola era algo alocada. Pepa Flores se convirtió en todo un mito que traspasó fronteras, llegó actuar en el célebre show de Ed Williams y compartió escenario con el propio Harpo Marx en sus últimos años de carrera.

Según cuenta en varias declaraciones sus años de estrellato no fueron felices y no me extraña dada la mala sangre que tiene cierta gente de la profesión. Como director de sus primeras películas estaba Luis Lucía que tenía fama de despótico. Eso sí era muy buen profesional.
Fue tal el éxito que los productores comenzaron a buscar otras niñas que supieran cantar y bailar como Rocío Durcal o Pili y Mili. Rocío era cuatro años mayor que Pepa, una chica agradable y simpática que debutó con Canción de juventud (1962) que se rodó en Salou y La Pineda, la zona en donde yo vivo, y recuerdo ese rodaje como un gran acontecimiento porque pagaban 25 pesetas a los chicos que acudieran con sus vespas o lambretas para participar en el mismo.


Luis Lucía se quedó encantado del lugar y veraneaba todos los años en su chalet que adquirió en esta zona veraniega. Siempre se lamentaba de que ni Pepa ni Rocío le enviaran felicitaciones navideñas pero tampoco me extraña porque los profesionales que trabajaron para él decían que parecía un sargento de la guardia civil con su lenguaje cuartelero y sus broncas continuas.
Rocío siempre me cayó muy bien, pero Marisol o Pepa ya me había robado el corazón. Al rodar cine musical, muy despreciado por los críticos, parecía que su carrera iba por mal camino. Además se quejaba de los Goyanes, aunque acabó por casarse con uno de ellos, Manuel hasta que un día se fugó y se refugió en Barcelona.
Quiso darle un vuelco a su carrera. En 1969 rodó Carola de día, Carola de noche a las órdenes de Jaime de Armiñan uno de nuestros mejores realizadores que ha sido injustamente olvidado y que merecería toda una revisión.
La chica del Molino Rojo (1973) de Eugenio Martín fue su nuevo alejamiento de su imagen anterior. Pero con Bardem rodó dos películas míticas que extrañamente son muy difíciles de localizar. La corrupción de Chris Miller (1972) y El poder del deseo (1975) en donde por primera vez se desnudó. En la primera de las dos sólo en versiones para el extranjero. Mis colegas franceses me contaron que se quedaron hechizados al verla, para ellos era una actriz completamente desconocida ya que no habían visto sus películas infantiles.
Su desnudo en Interviu fue todo un bombazo y un éxito editorial sin precedentes, pero un desnudo polémico porque mucha gente sintió que desnudaran a una hija o a una hermana, porque Marisol era y fue un personaje muy amado y muy querido por el público español.


Se cuenta que el Generalísimo Franco solía invitarla algunos sábados para que jugara con sus nietas y la hacía intervenir en recepciones oficiales. Cada año, cuando llegaban las navidades intervenía en una gala benéfica patrocinada por Carmen Polo, la esposa del dictador a quienes llamábamos “la Franca”.
Al casarse con Antonio Gades en 1973 su vida dio todo un vuelco y en los primeros años de la democracia apoyaba a partidos comunistas de extrema izquierda, es decir extraparlamentarios provocando desconcierto entre sus antiguos fans. A mí me seguía gustando.
La pareja rodó  Los días del pasado (1978) de Mario Camus y Pepa sola protagonizó Caso Cerrado (1985), su último trabajo antes de retirarse. Del mundo del cine ya no quiere saber nada y no me extraña nada por las personas tan poco humanas que pululan en él.
En mi videoteca tengo una copia en DVD de su serie, Proceso a Mariana Pineda (1984) dirigida por otro director injustamente olvidado Rafael Moreno alba sobre los últimos días de una mujer que murió a garrote vil por haber bordado la bandera republicana. Excelente película aunque sea para televisión y que nos hace añorar a la gran actriz que hubiera sido en otras circunstancias. Como actriz infantil fue explotada y perdió su infancia en pos de la codicia de los mercaderes de la industria. Su fragilidad en cierto modo despierta que nuestras simpatías se acrecienten y para mí Pepa Flores ha sido y es todavía una mujer muy especial. Fue mucho más que un simple mito erótico, fue un ideal femenino y un modelo de mujer a seguir.
Salvador Sáinz