EL ZORRO, EL COYOTE AND CIA

EL ZORRO, EL COYOTE…..Y LOS DEMÁS
De día es un noble apático, blando y pusilánime. Pero al caer la noche, se transforma en un escurridizo enmascarado, siempre dispuesto a poner su espada al servicio de los más necesitados”.                                           Pablo Mérida (&).

UNO: ORÍGENES DE UN PERSONAJE, ANTECEDENTES E IMITACIONES- “El Zorro” es uno de los mitos más populares, emblemáticos y de más renombre gracias, una vez más, al cine (dilatadísima filmografía) además de inspirar/influenciar varios epígonos (cfr. “El Coyote”) de diversos nombres. Jamás imaginaría su creador, Johnston McCulley, allá por 1919, reportero de sucesos y autor de novelas de aventuras de escasa trascendencia (tenía 36 años) que su narración por entregas, The curse of Capistrano” (“La maldición de Capistrano”), tendría aquella enorme repercusión, le obligaría a conectarse con el arte naciente --- el cinematógrafo --- y que su personaje le/se haría mundialmente famoso.
En la vieja Europa,  y en Estados Unidos, especialmente en los sectores más populares existía una sana pasión hacia las novelas por entregas editadas en las revistas de relatos, en realidad casi siempre publicadas semanalmente. No pocas del género policiaco, western o de Ciencia- Ficción nacieron así mientras otras, como All Story Weekly, ofrecía un contenido más amplio. Precisamente esta revista por entregas se había convertido en cabeza de lista en preferencias desde que Edgar Rice Burroughs serializó su “Tarzan of the Apes” (“Tarzán de los monos”, 1912) con enorme éxito, otro gran mito proveniente y famoso en  la literatura aunque fuera el cine, una vez más, el responsable de su total fama y popularidad.

El 19 de agosto de 1919 la revista lanzó la primera entrega de “La maldición de Capistrano” y el éxito fue apoteósico. La historia sucede en la California a principios del siglo XIX cuando era aún colonia española. El joven aristócrata Diego de la Vega decide enmascararse (generalmente durante la noche, de día sigue siendo el tímido y pusilánime don Diego) como el justiciero apodado El Zorro para librar a vecinos y amigos de la opresión a la cual están sometidos por las corruptas autoridades locales quienes no paran de cometer desmanes. Este es el esquema de la historia pero dada la limitación literaria de McCulley (cometió errores históricos, geográficos y de ambientación, o bien no le importaba y no se preocupó en documentarse), podríamos descartar la hipótesis de la inspiración espontánea. Seguramente se basó en otro (s) personaje (s) reales o ficticios. El erudito Pablo Mérida en su admirable trabajo ofrece un par de capítulos interesantísimos (aunque esta calificación la podríamos extender a toda la obra): 1) “Orígenes en la ficción” y 2) “Orígenes en la realidad”, donde desmenuza a los candidatos a la inspiración, convirtiéndose además en herramienta indispensable para aficionados y estudiosos. 1) Algunos especulan sobre un tal José María Ávila, natural de los Ángeles, quien se alzó en armas contra el ejército mexicano realizando tales actos de valentía que obligó al enemigo a retirarse; otros acercan el Zorro a unos bandoleros existentes a mediados del siglo XIX en la franja fronteriza entre Estados unidos y México (tiempos de la fiebre del oro), como Salomón María Simeón Pico, salteador de caminos que en ocasiones ayudaba a los más necesitados (finalmente murió en un tiroteo con las autoridades); el minero mexicano Joaquín Murrieta, quien tuvo que “lanzarse al monte” por una serie de injusticias (como nuestro “Curro Jiménez”, también personaje real) también es candidato ideal para la inspiración de McCulley pero, quizás, con quien tiene más puntos de contacto fuera con el salteador Dick Turpin (Inglaterra, principios del siglo XVIII) cuyo nombre fue usado posteriormente por autores en cuentos y poemas. Antifaz, casaca, espada y tricornio Dick Turpin es recordado también como un bandido generoso (acabó en la horca) cuya fama definitiva se debió al escritor William Harrison cuando en 1834 publicó “Aventuras de Dick Turpin” (al igual que Joaquín Murrieta fue tratado también por el cine). Sobre el punto 2), influencias de personajes de ficción, podríamos citar a Vladimir Dubrovsky, de Alexander S. Pushkin (“El bandido ruso Dubrovsky”, 1841), un noble también convertido en fuera de la ley por culpa de una serie de fatalidades hasta que se enamora de la hija de quien le robó sus tierras (recurso utilizado varias veces en algunos filmes del Zorro), siendo la versión cinematográfica muda de 1925 la mejor dedicada al personaje de Pushkin: “The Eagle” (“El Águila Negra”), de Clarence Brown, donde el protagonista --- interpretado por el celebérrimo Rodolfo Valentino --- se enmascaraba y tomaba el nombre de “Águila Negra” pareciendo (en palabras de Pablo Mérida) un zorro a la rusa; otra influencia, puede que más importante y significativa, fue la del noble inglés sir Percy Blakeney que vive la Revolución Francesa y, tomando la personalidad oculta de “Pimpinela escarlata” (de día finge ser tímido, pusilánime e incluso afeminado al igual que Diego de la Vega), salvando la vida a varias víctimas del temible Maximilien Robespierre (el personaje de “Pimpinela escarlata” fue creado por la baronesa Emmuska Orcy en una novela de gran calado literario), siendo de nuevo el cine que dio el empuje definitivo al personaje (excelente interpretación de Leslie Howard) y finalmente no podemos olvidar la influencia de Robin Hood, en ocasiones pintado como un noble, a través e coplas baladas, narraciones y ---  una vez más --- el cine, que se alza contra la injusticia.

 “La maldición de Capistrano” es el título que Johnston McCulley dio a su obra. La revista la publicó en cinco partes (entre el 9/agosto al 6/septiembre de 1919). La historia transcurre en California de primera mitad del siglo XIX y ninguna referencia hay a alguna “maldición” aunque puede suponerse la misión de San Juan de Capistrano, inaugurada por los franciscanos al sur de Los Ángeles en 1776, sin embargo en ningún momento aparece esta localización en la novela. El personaje literario será completado/perfeccionado por el cine; el Zorro de la pantalla aportará el látigo (inexistente en el libro) y marcará con la Z la piel de sus enemigos (como el personaje de Lee Falk, “El hombre enmascarado”/”Phantom” deja la marca de una calavera con tinta indeleble cuando golpea a alguien), cosa tampoco existente en McCulley.
El indiscutible éxito del Zorro gracias al cine impulsó la aparición de una prolongada lista de justicieros enmascarados, influenciados o plagios de él, que emulaban sus hazañas. Los recordamos.
El personaje de “Águila Negra” (no ya como adaptación de Pushkin), el hijo de un ranchero llamado Ramón Zarate acusado injustamente de asesinar a su futuro suegro se enmascara como “Águila negra” para restablecer la verdad y su honor; se rodaron seis films en México dirigidos por Ramón Peón e interpretados por Fernando Casanova.

--- Quizás el quien guarda más similitud sea “El Caballero”, según una novela de Max Brand (“The black rider”) sin fecha de publicación: solo tuvo una adaptación cinematográfica con bajo presupuesto, “The Cavalier”, de Irvin Williat, en 1928 (vestuario casi idéntico, misma localización geográfica, misma situación opresores- oprimidos) para pasar rápidamente al olvido. Gracias al laborioso trabajo de síntesis efectuado por Pablo Mérida lo cual ahorra al investigador largas horas de búsqueda, descubrimos a otra  imitación en el personaje del “Caballero Enmascarado”, protagonista del film “Il cavaliere del castello maledetto”, de Mario Costa, (1958); prácticamente mismo vestuario que el Zorro (casi todos los héroes enmascarados preferirán el negro como atuendo) y bajo su identidad se escondía un sencillo trovador, Giannetto, quien se oponía a un tirano opresor de los débiles; su argumento se repitió casi exactamente en “Highwayman” (“El caballero enmascarado”, 1951), de Leslie Selander.
---El esbozo de una novela nunca publicada, “The Californian”, de Harold Bell Wright dio pie a otra película modesta del mismo título de Gus Meins (1937) con esquema estándar: Ramón Escobar regresa de España a su California natal donde los nuevos gobernantes han impuesto una tiranía, se enmascarará y buscará impartir justicia; calco total.
---Otros enmascarados con ligeras variaciones serán “Cruz diablo” (tres largometrajes), “El Cuervo” (una película) y “El Charro Negro”, film homónimo en 1940, como creación totalmente personal de Raúl de Anda (productor, realizador, guionista y protagonista) donde Roberto Robles, hijo de un alcalde, se enmascara en el anonimato y combate al tiránico terrateniente; el éxito inspiró siete películas más donde Raúl de Anda siguió siendo productor y guionista mientras su hijo Rodolfo de Anda asumía el rol de Roberto Robles en el quinto título (“El hijo del Charro Negro”, 1960, nunca mejor dicho) hasta el final, mientras Arturo Martínez asumía la realización en esta película también hasta la octava.
---“Deadwood Dick”, justiciero del Oeste, también proveniente de las novelas por entregas; se proyectó un serial que no tuvo mucho éxito, quizás  por no respetar las ideas centrales de Edward L. Wheeler por parte del realizador James W. Horne quien, además, rotuló la filmación con un grueso tinte cómico que desvirtuó la acción.
--- Cuatro films inspiró el personaje de “El Diablo”, otro justiciero al uso aunque poco aportase a la temática.
---Otros muchos como “El Jinete Escarlata”, “El jinete Fantasma”, “El jinete negro”, Látigo Negro”, “El Leopardo”, “El Lobo Negro”, “El Llanero Solitario”, que pasó de la radio al cine y luego a la TV, “Máscara Roja”, “El Norteño”, “Ranchero Solitario”, “Relámpago”, “Rosa Roja”, “El Tigre”, “Salvatore Rosa”, “El Tulipán Negro”, “El Zorro Blanco”, “El Zorro Escarlata”, “El Halcón de Castilla”, “El Gavilán Vengador”, “Espuelas Plateadas”, “Durango Kid” y quizás alguno más son los justicieros que con mayor o menor fortuna siguieron los pasos del Zorro.

DOS: PUNTO Y APARTE PARA “EL COYOTE”- “De valor siempre hizo alarde la casa de los Echagüe”. Frase escrita en el escudo familiar de la familia Echagüe. Si bien era un calco más del Zorro le superó en popularidad en algunos países, como España, su cuna. “El Coyote” (1943) surgió de la imaginación del malogrado escritor Josep Mallorquí (1913- 1972), admirador del film “El signo del Zorro” (1940), de Rouben Mamoulian, y de su aura romántica. Gracias a ello el escritor ideó un personaje prácticamente idéntico: César de Echagüe provenía de una familia de ricos hacendados que al comprobar las injusticias cometidas por los tiránicos gobernantes se convierte en “El Coyote” por la noche, las aventuras de ambos suceden en California aunque Mallorquí colocó su personaje en un tiempo posterior (California se ha independizado de España para tener otra dependencia, ahora Estados Unidos), la diferencia es que no marcaba a sus enemigos con la espada (no la usaba, ni tampoco el látigo) sino, sencillamente, gracias a su habilidad con la pistola les rozaba la oreja derecha con un disparo; en su personalidad de César de Echagüe era un hombre irónico, recitador de frases filosóficas, menos frívolo pero casi tan superficial como la imagen dada por Diego de la Vega. El sorprendente éxito se debía --- pese a ser un plagio descarado del Zorro --- a que Josep Mallorquí era mejor escritor que Johnston McCulley, cuidaba mucho mejor el contenido y la ambientación de sus obras (datos históricos y geográficos estaban perfectamente documentados), en conjunto muy bien trabadas. El dibujante Francisco Batet dio el modelo gráfico del personaje a las novelas y luego lo trasplantó al cómic (1947).

El realizador mexicano Fernando Soler era en principio quien debía dirigir la primera aventura de “El Coyote” cuyos derechos para trasladarlo al cine había adquirido la productora española Unión Films. Abel Salazar (conocido actor y productor mexicano que en su doble vertiente profesional tiene una obra maestra del cine fantástico azteca: “El vampiro”, de Fernando Méndez) interpretaba a César de Echagüe/”El Coyote” mientras  Gloria Marín, también compatriota del director y del protagonista y por entonces esposa de Jorge Negrete, encarnaba a la novia de César --- Leonor de Acevedo --- a quien despreciaba por creerse su papel de petimetre acobardado que él bordaba a la perfección (engañando también a su mismo padre). Así nació “El Coyote” cinematográfico en 1954. Dos alteraciones importantes al iniciarse el rodaje: 1) los productores decidieron filmar simultáneamente otro largometraje para sacar más rendimiento, naciendo “La justicia del Coyote” (1954) con los mismos protagonistas --- Rafael Bardem interpretaba a don César, padre de nuestro hombre y Santiago Rivero al malvado capitán Potts en ambas cintas --- pero 2) Fernando Soler tuvo problemas con los productores y abandonó el rodaje siendo substituido en las dos películas por Joaquín Luis Romero Marchent, por entonces algo inmaduro (no había dirigido aún ninguna película de acción ni ningún western), apareciendo un insólito Jesús Franco, antes de sus escarceos con el cine terrofantástico barato y sus lamentables films sadomasoquistas de muy baja estofa filmados fuera de España, como coguionista (el otro era el mismo Romero Marchent). Recordemos que los personajes negativos eran los americanos como en “El Zorro” eran los españoles.

Las dos películas del “Coyote” no estaban mal pero no tuvieron respuesta en taquilla y la crítica (que muchas veces nada sabe de rodajes, condiciones y personajes literarios) tampoco fue positiva. A pesar de ello se puso en marcha un tercer film a cargo de Copercines- P. E. A., coproducción España- Italia, con el título de “El vengador de California”/ “Il segno del Coyote” (1963), dirigida por Mario Caiano y protagonizada por Fernando Casanova quien ya tenía experiencia en estas lides por haber representado años atrás al justiciero “Águila Negra”. A destacar que al final nuestro hombre se bate en duelo a espada --- algo impensable en las obras literarias del Coyote --- con el malvado gobernador Parker (Mariano Feliciani), acercándose más al universo del Zorro que al del personaje ideado por Mallorquí.
Con el paso del tiempo la figura de “El Coyote” fue perdiendo fuerza, pese a la reedición de las novelas, desechándose la idea de llevarlo al cine otra vez pero en 1997 se ensayó una nueva aparición a cargo de Mario Camus y protagonizada por José Coronado como César de Echagüe/Coyote: “La vuelta del Coyote”, filmando también el mismo equipo dos capítulos para TV con los títulos de “Don César de Echagüe” y “El tribunal del Coyote”.  El film de Camus tenía más valores de los que le supieron ver pero como ha sucedido en otras ocasiones la taquilla no funcionó ya que por aquel entonces muchos se dedicaban a ensalzar el diptico del “Zorro” de Martin Campbell (USA) con Antonio Banderas con mucha parafernalia de efectos especiales y poca creatividad.

Hemos dado un repaso al origen del Zorro, del Coyote y demás justicieros enmascarados. Desbrozado un poco el camino podríamos en la próxima entrega --- Dios mediante --- recordar  los “Zorros” cinematográficos y centrarnos especialmente en la joya de la filmografía que es “Mark of the Zorro” (“El signo del Zorro”) realizada por Rouben Mamoulian en 1940 y protagonizada por Tyrone Power y Lynda Darnell.

Narcís Ribot i Trafí

 (&)- “El Zorro y otros justicieros de película”, de Pablo Mérida. Nuer Ediciones, Madrid 1997. Trabajo enciclopédico y libro indispensable para aficionados de distinta índole y para los que practican en mayor o menor grado la “arqueología cinematográfica” o sea el buscar y remover libros y papeles antiguos para encontrar algo o mucho de la obra inédita o poco estudiada o para confeccionar filmografías difíciles de temas, actores o realizadores (uno lo ha hecho por pura afición en épocas donde se disponía de más tiempo, otros son profesionales de la búsqueda).


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