EXCALIBUR (1981)


EXCALIBUR. Ttítulo original: Excalibur. Año 1981. País: Estados Unidos. Director: John Boorman. Reparto: Nigel Terry (Arturo), Nicol Williamson (Merlín), Helen Mirren (Morgana), Nicholas Clay (Lanzarote), Cheri Lunghi (Ginebra), Paul Geoffrey (Perceval), Gabriel Byrne (Uther), Kaith Buckley (Uryens), Patrick Stewart (Leondegrance), Robert Addie (Mordred), Katrine Boorman (Igrayne), Liam Neeson (Gawain), Corin Reagrave (Cornwall). Guión: Rospo Pallenberg y John Boorman según La muerte de Arturo de Thomas Mallory. Música: Trevor Jones. Fotografía: Alex Thompson. Producción: John Boorman. Coproducción Reino Unido-Estados Unidos; Orion Pictures / Warner Bros. duración: 140 minutos. Aventuras. Fantástico. Drama | Fantasía medieval. Espada y brujería

Basado en relatos de sir Thomas Mallory (personaje que aparecía en la secuencia final de Camelot de Joshua Logan en su edad infantil) sobre La muerte del rey Arturo, el excesivo John Boorman rodó esta versión apasionante a ratos y a ratos irritante en la que dio rienda suelta a su imaginación.
Boorman recurre a un tono épico, con música grandilocuente y una excelente fotografía, para contarnos la eterna historia de la tabla redonda y del rey Arturo. Naturalmente condensadas en un metraje standard, algo más largo de lo habitual, pero standard al fin y al cabo hasta que no llegue un Peter Jackson que nos ofrezca una versión exhaustiva de las legendarias aventuras.
Algunos momentos son irritantes, la primera aparición de Mordred niño montado a caballo con una máscara y armadura dorada que contrasta con la plateada de los caballeros de la mesa cuadrada, la secuencia confusa de la búsqueda del Santo Grial. Pero tiene por otra parte secuencias impagables sobre todo gracias a Morgana, la hermana incestuosa del rey Arturo, y al trabajo de su actriz Helen Mirren. Un personaje que a veces se olvidan de colocar en la película o la desvirtúan por su carácter pérfido:
Si en Camelot, a pesar del fracaso de Arturo y de sus ideales que conllevan el hundimiento de Inglaterra, el final es optimista, en cambio en Excalibur es totalmente pesimista. Un asunto de infidelidad conyugal lleva a Camelot al desastre. El hijo ilegítimo de Arturo y Morgana provoca la destrucción definitiva del proyecto de crear una sociedad avanzada en las islas británicas. Es decir crear un oasis de paz en la brutal y sucia Edad Media con magos, hechiceras, traidores felones y el caos de los microestados enemistados entre sí por ambiciones personales.
La película de Boorman tiene muchos admiradores y no es para menos. Pero la imaginería es demasiado pretenciosa y provoca irritación para quienes deseamos una reproducción más fidedigna de la Inglaterra feudal. Pero siempre, por encima de todo, se impone los momentos de épica.
Un cantar de gesta sobre un fracaso de terribles consecuencias. Un rayo de luz en una sociedad oscura, el breve resplandor de la esperanza en una sociedad marcada por el oscurantismo y la desesperanza. Una época nefasta para la sociedad a pesar de que personajes como el rey Arturo deseaban superar con proyectos un tanto quiméricos como esa igualitaria mesa redonda pero todo se arruina por la ambición personal de una minoría.
No tan bella como Camelot (1967), Excalibur tiene muchos puntos para hacerla interesante y en la actualidad una película de culto.

Salvador Sáinz