Hollywoodland es una nueva muestra de lo que llamamos “cine dentro del cine”, todo un género de larga tradición. Esta vez centrada en la misteriosa muerte de un actor de televisión, George Reeves, un actor que no tuvo suerte o tal vez carecía de talento. Yo era muy niño aquel 16 de junio de 1959, cuando apareció la noticia de su muerte en la prensa. Entonces la televisión inaugurada en 1956 llevaba tres años de vida y sólo poseían aparatos cuatro privilegiados. La serie de Superman arrasó en los Estados Unidos pero era desconocida en España porque nadie tenía televisores.
Por otra parte los comics del kriptoniano que nos llegaba procedían de una editorial mexicana con distintos modismos idiomáticos, Novarro, y sus argumentos nos parecían extraños en la tierra donde triunfaba el Capitán Trueno y el Jabato.
Efectivamente las primeras aventuras cinematográficas del Hombre de Acero eran cintas de muy bajo presupuesto, mal pagadas y con desastrosos efectos especiales. Tal vez tenían su gracia, pero técnicamente eran pobres y los actores solían ser de muy poca categoría, los clásicos mediocres que nunca triunfaron e la industria.
Pero el Superman de George Reeves cayó bien. Yo recuerdo haber visto un episodio a mediados de los sesenta, cuando la televisión comenzaba a entrar en nuestros hogares. Fue tal vez el único que se exhibió en nuestro país, no sé si en otros países latinoamericanos.
Al fallecer en extrañas circunstancias se especuló mucho con su muerte, aparecieron diversas teorías. Se canceló la serie y Reeves dejó de ser alguien. El encasillamiento le hundió, tal vez no daba para más.
Resulta curiosa la interpretación de Ben Affleck, un personaje basado en un actor encasillado en el papel de un superhéroe que posteriormente obtiene un moderado éxito con su Batman y en la película que nos ocupa su amante es Diane Lane, la actriz que interpreta a la madre adoptiva del kriptoniano en la Tierra.
Al estrenarse Batman v Superman: el amanecer de la justicia se han desempolvado imágenes de esta película que pasó en su día completamente desapercibida.
No es mala película pero tampoco una maravilla, es a la postre una curiosidad que podría haber ido directamente a televisión. La clásica investigación de un detective, la clásica maraña de seres turbios y un misterio algo rutinario.
Más que una buena película la podemos considerar una curiosidad y es aquí donde tiene un interés algo menguado. El montaje es algo confuso y no termina de enganchar. Es la curiosidad que despierta el personaje lo que nos impulsó a verla y hablar de ella en estas líneas.
Salvador Sáinz
